Un día los Dioses se reunieron para crear al ser
humano. Y acordaron hacerlo a su imagen y semejanza, totalmente similar a
ellos, con la única diferencia de que no podían convertirlos en seres felices;
en otras palabras, los seres humanos deberían buscar la felicidad por sí
mismos, porque si fueran naturalmente felices los estarían convirtiendo en Dioses.
Entonces, los dioses comenzaron a discutir en
reuniones sobre cómo podían ocultar la felicidad en algún lugar del universo.
Uno de ellos sugirió "La podemos esconder en el fondo del mar", y
otro Dios expresó "Recuerda que los creamos a nuestra imagen y semejanza,
son seres inteligentes, como nosotros, por lo tanto, en algún momento lo
encontrarán en el fondo del mar ".
Otro planteó la idea de esconder la felicidad en un
planeta lejano, pero la respuesta fue similar y casi unánime "Algún día
construirán una nave espacial y llegarán a ese planeta".
Y así siguieron mirando, discutiendo y considerando
opciones, que terminaban siendo rechazadas, hasta que uno de los Dioses
preguntó "¿Y qué tal si escondemos la felicidad dentro de sí
mismos?", "Seguramente les será difícil encontrarla, porque siempre
estarán muy ocupados buscándola fuera de ellos, en otros lugares, en otras
personas, en cosas materiales, en la fortuna, en el poder, en la fama y en el éxito”.
Y por ello “Siempre les faltará algo para ser felices”.
Todos comprendieron que es era el mejor lugar para
esconder la felicidad y así lo hicieron. Y desde ese momento y a través de los
tiempos, los seres humanos hemos pasado la vida buscando la felicidad fuera de
nosotros, cuando la felicidad está dentro de nosotros mismos.
Autor anónimo
«Tal y como un gurú indio le dijo una vez a un alumno que buscaba desesperadamente ser feliz: “Te daré el secreto. Si quieres ser feliz, ¡SÉ FELIZ! "»
Nota: «Si te parece interesante por favor comparte esta bonita y reflexiva historia con aquellos a quienes les pueda ser de interés y utilidad». Gracias.
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