martes, 19 de enero de 2016

Los procesos y las relaciones pueden deteriorarse por el camino. Miguel A. Terán

Los procesos y las relaciones pueden deteriorarse por el camino.
Miguel A. Terán

Es una realidad, en los diferentes aspectos de la vida, tanto personal como social, que –con el paso del tiempo- algunos procesos y relaciones –que representaron parte de nuestros sueños- cambian, se alteran y desvirtúan hasta deteriorarse, convirtiéndose en algo distinto a lo que fueron a su inicio.
Lo común en diferentes etapas de nuestra vida es que comencemos transitando un camino, y en ese transitar invertimos tiempo y otros recursos, nos absorbe el día a día, nos desorientamos  y cuando tomamos consciencia de la ruta que llevamos -algunas veces pasan años para ello- reconocemos que estamos en otro rumbo muy distinto al que deseábamos recorrer alguna vez.

Es muy fácil perder la ruta cuando no tenemos claro el lugar donde pretendíamos llegar, cuando ese lugar no está asociado a un real compromiso de nuestra parte o cuando no somos protagonistas de nuestra propia historia, sino somos solo parte de una comparsa, palabra referida por el filósofo contemporáneo español Fernando Savater.

Nos preocupamos más por marchar veloces que por ir en la dirección deseada; tal cual expresó el consultor estadounidense Stephen Covey -paradójicamente- estamos más preocupados y pendientes del cronómetro que de la brújula o GPS, de manera tal que controlamos tiempo y velocidad, pero no la dirección. Vamos rápido, con el rebaño o la comparsa, pero quien sabe hacia dónde.

Algunas veces nos vamos separando –lentamente- de procesos, lugares, personas y relaciones, y casi sin darnos cuenta dejamos nuestros sueños originales por el camino. Es absolutamente cierto que cuando estamos perdidos, acelerar o avanzar más rápido solo nos lleva a perdernos más profundamente.  Muchos siglos atrás, el filósofo, político, orador y escritor romano Séneca trató de dar explicación a esa carrera diciendo: “A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde”.

Entonces, ocurre que por el camino nos involucramos en procesos y establecemos relaciones, de manera superficial, sin tener clara consciencia de los compromisos, responsabilidades y tareas que éstas representan. Comenzamos cargados de emociones que llegamos a convertir en pasiones,  las cuales sin un mínimo de racionalidad y realidad quedarán sin motivo ni energía por el camino.
En esa desorientación confundimos prioridades y descuidamos relaciones; cambiamos, algunas veces, hasta un punto en que nos desconocemos a nosotros mismos. Referido en otras de estas reflexiones, el autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, nos decía que “La pregunta más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”.

Por lo contrario, sí determinamos con claridad nuestros objetivos y prioridades, escogemos bien los procesos y relaciones en los cuales deseamos involucrarnos, estableciendo nuestro nivel compromiso, podremos evitar que se deterioren o destruyan por el camino nuestros sueños.  

19 de Enero de 2016.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua)


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