¿Podemos crecer sin esfuerzo ni dolor?
Miguel A. Terán
Si deseamos crecer requeriremos esforzarnos para
lograrlo, porque todo lo que realmente vale la pena exigió, exige o exigirá un
esfuerzo y traerá a nuestra vida una compensación. Muchas veces ese esfuerzo
conlleva dolor, porque sacrificamos algo en busca de otro algo.
Lo ideal sería que el esfuerzo y dolor nos lleven
a la necesaria reflexión, para alcanzar los cambios que requiere nuestra vida y
transformarnos en alguien mejor. Con constancia y esfuerzo podemos
construir sobre las ruinas de errores y fracasos una nueva vida.
Sin embargo, nunca es válido convertir ese
esfuerzo y dolor en sufrimiento, porque allí podemos transformarlo en
algo permanente o que nos lleve a considerar alternativas de odios y venganza,
que traerán más dolor y desvirtuaran el rumbo de nuestros esfuerzos llevándolos
a lo negativo. Tengamos presente que “El dolor es inevitable pero el
sufrimiento es opcional”, expresaba el sabio Buda.
La razón es que el sufrimiento está relacionado
con las emociones y no siempre con la realidad. Tradicionalmente, se ha
reconocido que crecemos de manera más firme y profunda cuando atravesamos
momentos y experiencias difíciles, algunas veces no tanto en los
buenos momentos. Al respecto, refería el historiador italiano Cesare Cantù “El
dolor tiene un gran poder educativo; nos hace mejores, más misericordiosos, nos
vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade de que esta vida no es un juego,
sino un deber”.
Son muchas las personas que en esos momentos
difíciles, donde cualquier ruta que tomemos parecería representar más perdidas
y dolor, escogen actitudes y acciones que rectifican el rumbo de sus vidas,
llevándoles por nuevos y mejores caminos.
Expresaba el escritor estadounidense Henry Miller
que “Si tú llamas experiencias a tus dificultades y recuerdas que cada
experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso y feliz, no importa cuán
adversas parezcan las circunstancias”.
Uno de los aprendizajes que conlleva el proceso de
crecer es saber esperar el momento, especialmente para disfrutar de algo
deseado, lo cual puede representar angustia o dolor y hasta sufrimiento,
dependiendo de la interpretación que demos a lo ocurrido. “La madurez es la
capacidad de posponer la gratificación”, afirmaba el famoso Sigmund Freud.
En una versión que nos lleva a considerar la
necesidad de aprender de las experiencias, el escritor austriaco Stefan Zweig,
consideraba que “El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el
bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás”. Tal vez,
por ello el bienestar pierde oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Es
válido considerar que para comprender el mensaje, tanto de experiencias de
bienestar como de experiencias de dolor, requerimos reflexionar con respeto a
lo ocurrido.
Es necesario tener mente y corazón abiertos para
aprovechar las experiencias. El orador y escritor estadounidense Wayne Dyer afirmaba “En verdad no puedes crecer y desarrollarte
si sabes las respuestas antes que las preguntas”.
Y el psicoterapeuta y escritor argentino Jorge
Bucay, nos hace llegar una sabia recomendación “Porque nadie puede saber por
ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por
ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes”. Crecer
es nuestro reto y esfuerzo, incluyendo el eventual dolor que ello pueda
representar en algunos casos y momentos, pero otro significativo reto de
vida es evitar convertirlo en sufrimiento.
06 de Noviembre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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