lunes, 9 de noviembre de 2015

En estos tiempos en que “la urgencia mata lo importante”, ello es consecuencia de que “la acción se ha encargado de destruir a la reflexión”. Miguel A. Terán.

En estos tiempos en que “la urgencia mata lo importante”, ello es consecuencia de que  “la acción se ha encargado de destruir a la reflexión”.
Miguel A. Terán.

Nos perderemos el disfrute de mucho de lo bueno que ofrece la vida, mientras continuemos viendo todo con espíritu práctico y utilitario, buscando siempre –en lo que hacemos- la oportunidad, la acción y los resultados. Permitimos que esa objetividad y pragmatismo extremo nos hurten espacios emocionales, sociales y espirituales,  y por esa vía hemos venido deshumanizándonos.
En claras y sencillas palabras el famoso novelista ruso León Tolstói, lo expresaba diciendo “Hay quien cruza el bosque y solo ve leña para el fuego”, perdiendo el disfrute de la belleza del bosque. Otra expresión de vieja data,  nos recuerda a quienes en su practicidad  “No dan puntada sin hilo”, esos individuos que con imagen de aparente inocencia siempre buscan algo extra o tienen doble intención en todas sus acciones.   
“No dejes que lo urgente tome el lugar de lo importante en tu vida”, recomendaba el pastor bautista británico Charles Spurgeon, reconocido como “El Príncipe de los Predicadores”. Siempre es y será válido tener claras prioridades, que nos permitan escoger sin mayores dudas el camino de lo importante, evitando quedar atrapados en urgencias. 
Es cierto que hay tareas importantes y urgentes, pero requerimos saber escogerlas y diferenciarlas entre toda la maraña de cosas por hacer. También es cierto que muchas cosas importantes se convierten  en urgencias cuando no le otorgamos el tiempo necesario en el momento y lugar justo.
El hábito de la urgencia nos roba  sueños y momentos, porque la urgencia nos sitúa continuamente en lo que debemos resolver. Son muchos quienes pasan la vida de urgencia en urgencia, posponiendo sueños y momentos para un más adelante, que puede ser un tal vez nunca.  Lo que definimos como importante, generalmente, está más relacionado con su impacto y consecuencias, mientras que lo urgente tiene mayor relación con el tiempo.
Casi sin darnos cuenta entramos en un torbellino, viviendo la vida de manera atropellada, persiguiendo siempre algo, sin disponer del necesario tiempo para reconocer, valorar y disfrutar lo que ya tenemos. Es igualmente necesario cuestionamos la validez de lo que buscamos cada día. 
La acción es una palabra importante, especialmente en los temas de negocios en los cuales se ha convertido en un referente obligatorio de “éxito”.  Y en la vida común y corriente, es innegable que actuar nos lleva a conseguir muchos de nuestros logros. “No hay compromiso sin acción” decía el famoso educador brasileño Paulo Freire. Sin embargo, debemos cuidar que  la presión de la acción nos lleva a la inconciencia de los posibles resultados de esa acción.
Reconociendo el claro y básico equilibrio que debe existir entre filosofía y acción, dos importantes elementos de nuestras decisiones,  el ingeniero y empresario japonés Soichiro Honda, fundador de la empresa Honda, afirmaba que “La acción sin filosofía es un arma mortífera, mientras la filosofía sin acción es inútil”. Desgraciadamente, en estos tiempos, son  tomadas muchas acciones con poca o ninguna reflexión filosófica acerca de su impacto y consecuencias, más allá de la oferta de inmediatos resultados.   
Observación, reflexión y acción representan una buena secuencia a seguir, para conseguir adecuado balance y equilibrio en nuestras decisiones y acciones de vida.  Siempre es válido y necesario cuestionarse, si lo que hemos hecho, hacemos o estaremos haciendo nos lleva a donde originalmente pretendíamos llegar.  “No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas”, recomendaba el escritor británico Robert Louis Stevenson.
La realidad es que no todo tiene que llevarnos a resultados tangibles, recordemos que las mejores cosas de la vida no siempre son cosas. Muchas experiencias, vivencias, emociones, momentos o como consideremos llamarles, al final de nuestro trayecto de vida los reconoceremos como nuestros más preciados logros; para ello,  debemos evitar convertirnos en esclavos de la urgencia, la acción y los resultados. Tengamos siempre presente que armonía, balance y equilibrio son vitales en todos los aspectos y etapas de nuestra vida.

09 de Noviembre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


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