jueves, 5 de noviembre de 2015

No esperemos que todos y todo cambie, cambiemos nosotros e iniciemos el proceso. Miguel A. Terán

No esperemos que todos y todo cambie, cambiemos nosotros e iniciemos el proceso.
Miguel A. Terán

Es importante reconocer que todos y cada uno de nosotros hemos sido, somos y seremos parte y artífices de lo que ocurre en nuestro entorno, para bien o para mal. Aunque, con frecuencia al surgir problemas, nos dedicamos más a buscar culpables, a esperar que algo ocurra y los resuelva o que aparezca alguien que se dedique a resolverlos. 
Nuestras particulares creencias y paradigmas, respaldan y dan soporte a nuestros puntos de vista y actitud ante lo que ocurre. Consideramos que algo o alguien tiene que cambiar, pero no llegamos a plantearnos la necesidad de nuestro propio cambio, porque partimos del principio que el problema está  fuera de nosotros. “Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”, afirmaba Mahatma Gandhi, el político y pensador hindú. 
Por su parte el también pensador hindú Osho ratificaba que “La gente no quiere cambiar. El cambio es arduo, el cambio es difícil”, cambiamos solo cuando estamos sometidos a situaciones de profundo estrés y dolor. En realidad cambiamos cuando el costo o dolor de cambiar es menor que el costo o dolor de permanecer donde estamos. 
Aunque es importante entender, que tanto costo como dolor, son interpretaciones individuales y particulares, es un tema relacionado con la percepción de cada quien. Existen umbrales del dolor –no solo físico- dependiendo de las experiencias particulares de cada quien. Algunas veces no comprendemos, como otros no procuran o gestionan un cambio ante una “difícil o dura” situación, pero para esos otros –tal situación- puede ser considerada algo normal, están acostumbrados.   
Algunas situaciones podrían parecer o ser realmente complicadas, pero no siempre es fácil cambiar nuestra forma de pensar y actuar, y nos refugiamos en esa llamada zona de confort.  Y es – precisamente- esa percepción de confort quien paraliza la evaluación, consideración y ejecución de alternativas de cambio, hasta que llegamos a alguna crisis y todo se complica. Parece un hecho, que lo que pudo resolverse tiempo atrás, de manera fácil, tiene un costo y dificultad mucho mayor el día de hoy, y tal vez superior el día de mañana. 
Una inquietud o malestar evoluciona a un problema, por ello no es sano dejar para mañana lo que podemos hacer o resolver hoy. “Las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”, expresa el filósofo español Eugenio Trías. Debemos cerrar capítulos en nuestra vida, por doloroso que parezca hacerlo, es necesario efectuar cambios que nos lleven a finiquitar temas que ya no tienen oportunidad, recuperación ni vigencia. 
No podemos esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas; cada uno de nosotros debe trabajar en busca de su propia mejora, expresaba la científico María Curie. Pero –sin duda- que como seres humanos y sociales debemos apoyarnos unos a otros en nuestros procesos de mejora, superación y transformación, para bienestar de todos.  Y el psicólogo, escritor y sacerdote jesuita Anthony De Melo lo concluía diciendo “Nada ha cambiado excepto mi actitud, por eso todo ha cambiado”.

05 de Noviembre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


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