Evitemos obsesionarnos con nuestros sueños porque
podemos convertirlos en pesadillas.
Miguel A. Terán
Afirmaba el famoso escritor inglés William Shakespeare “Quien no se alimenta de sus
sueños envejece pronto”, lo cual –sin lugar a duda- es una gran verdad, porque
sin sueños la vida pierde sentido. Pero también es cierto que existe una gran
diferencia entre nutrir nuestra vida con sueños o indigestarnos al
obsesionarnos con éstos.
Cuando nuestros sueños se convierten en una idea,
deseo o meta fija, que gira permanente y obsesivamente en nuestra mente y cuya
consecución ocupa todo nuestro tiempo y esfuerzo, ya estaríamos haciendo
referencia más a una perturbación que a un sueño y, con alta probabilidad,
concluiremos convirtiéndolo en una pesadilla.
Ejemplos muchos. Una persona obsesionada con el
peso corporal, puede llegar a sufrir trastornos psicológicos hasta evolucionar
en enfermedades tales como la anorexia y la bulimia. Contradictoriamente,
un sentimiento tan sublime como el amor, es una de las víctimas más frecuentes
de actitudes posesivas, crueles, excesivo control, y toda una serie de
patologías relacionadas con la obsesión.
Antes de iniciar la búsqueda de un sueño es
necesario preguntarnos, primeramente, lo que deseamos llegar a ser una vez
alcanzado ese sueño. De ninguna manera se trata de renunciar a nuestros sueños,
sino evitar que éstos se conviertan en pesadillas.
Durante la realización de los sueños, sin darnos
cuenta, vamos cambiando y transformándonos en otro individuo, para bien o para
mal. Por ello, es vital evaluar si lo que estamos haciendo nos llevará a donde
queremos llegar y contribuirá a convertirnos en la persona que queremos ser;
evitando transformarnos, con el paso del tiempo, en un individuo desconocido
para los demás y para nosotros mismos.
"Nos prometieron que los sueños podrían
volverse realidad. Pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son
sueños", decía el escritor irlandés Oscar Wilde. Muchas cosas y personas
llegan a nuestras vidas como sueños y algún tiempo después se retiran
convertidos en pesadillas. Alguien afirmó que “Las peores pesadillas se viven
con los ojos abiertos”.
Muchas personas, más que por su propia obsesión,
son víctimas de las obsesiones de otros, hacia ellos. Es común, con mayor
frecuencia en nuestros días, encontrar padres obsesionados con lograr que sus
hijos sobresalgan en lo académico, profesional o deportivo, de cualquier manera
y casi a cualquier precio. Olvidando que ellos son seres humanos y llevándolos
en su obsesión a que –literalmente- “salten” etapas de vida, vitales para
su desarrollo armónico y equilibrado como adultos.
Sí solo nos preocupamos y enfocamos en alcanzar
ese sueño, podemos convertirnos en esclavos de su eterna búsqueda. Un sueño
sano es aquel que nos permite llevar un balance y equilibrio en los demás
aspectos de nuestra vida. Una vida es más feliz en promedios, que vivida en
extremos.
Todo tiene su límite y su momento, por ello,
pretender llevar los sueños hasta extremos solo logrará distorsionar el
normal desarrollo y evolución de los mismos. Cuando nuestros sueños son
armónicos y equilibrados, las pesadillas serán -simplemente- parte del camino
que debemos superar.
Tengamos siempre presente cuál fue el objetivo de
nuestro sueño cuando iniciamos su búsqueda, para reconocer a tiempo en qué
momento perdimos el rumbo y vamos camino a una pesadilla.
28 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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