Es vital tomar conciencia de la imperiosa e
ineludible necesidad de construir un mundo armónico, balanceado y equilibrado.
Miguel A. Terán
Tres palabras esenciales en la naturaleza y la
vida, armonía, balance y equilibrio, deben ser parte de nuestra conciencia. Es
imposible, sin el desarrollo de las mismas, alcanzar un auténtico nivel de
conciencia. Nada puede funcionar adecuadamente, ni por mucho tiempo, aislado
del efecto de estas palabras. Tanto las raíces del “éxito” como las del
“fracaso”, las encontramos en la presencia o en la ausencia de ellas.
En el lenguaje coloquial o corriente, la palabra
conciencia es utilizada de manera muy común, especialmente desde la perspectiva
negativa, con expresiones tales como: “!Qué inconsciente!”; “!Qué falta de conciencia!”;
“Debemos tomar conciencia” y otras similares; aunque no es una palabra fácil de
explicar, porque es complicada de entender.
Eso que llamamos conciencia, debemos adquirirlo
mediante un proceso de reflexión, que nos permita el conocimiento interior
del bien y el mal; sin embargo, la definición de estos dos conceptos: bien y
mal es de muy particular, personal y hasta cultural interpretación. Es casi más
fácil definir una “adecuada conciencia” a través de los resultados y
consecuencias de nuestras acciones en el tiempo, pero en muchos casos, será
tarde porque el daño ya estaría hecho. Las leyes se ven obligadas a
regular muchos aspectos que deberían ser regidos por la adecuada conciencia de
los ciudadanos.
“Algunas veces en la vida no hay premios ni
castigos, sino consecuencias”, expresaba el líder político y orador
estadounidense Robert G. Ingersoll. En términos bíblicos, desde una perspectiva
distinta a la de R. G. Ingersoll, en la metáfora de la cosecha, convertida en
el Principio o ley de la Siembra y la Cosecha, queda expresado que “Todo lo que
sembramos eso cosecharemos”.
Lo que gestamos en el hoy, se reproducirá o hará
realidad en el mañana, es una inversión. Nuestra conciencia para tomar
armónicas, balanceadas y equilibradas decisiones y acciones hoy día, será
vital para el futuro de las mismas. El gurú religioso de la India, Maharishi
Mahesh Yogi, fundador del movimiento Meditación Trascendental, reconocía que
“El comportamiento surge del nivel de conciencia”.
“Las familias, las escuelas, las universidades,
las empresas e instituciones necesitan elevar sus niveles de conciencia para
entender el significado de su contribución”, expresa el filósofo y psicólogo
venezolano Manuel Barroso. No entender esta responsabilidad disminuye su efecto
positivo, permitiendo que se fortalezca el negativo.
Todos somos parte de un sistema. Consciente de
ello, el psiquiatra escocés Ronald David Laing decía “No se desprende el pétalo
de una rosa sin que afecte el universo”; por ello, lo que somos y hacemos
impacta a los otros, para bien o para mal; y los otros nos impactan con
lo que son y hacen.
El reconocido científico Albert Einstein,
planteaba que “Ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de
conciencia que lo creó”, lo cual es absolutamente lógico, ya que estaríamos
intentando resolverlo desde las mismas creencias y paradigmas que lo
originaron; en otras palabras, estaríamos “sacando un clavo con el martillo que
lo golpeamos”.
Para cambiar el mundo, en algo mejor para todos,
es necesario tomar conciencia de la necesidad de hacerlo; mientras no estemos
conscientes no habrá razón alguna para cambiar. Pasaremos el tiempo buscando
culpables y trepando “por las ramas”, sin llegar a la raíz de lo que
ocurre. La conciencia es quien nos permitirá ver desde otra perspectiva,
enfocada en necesidades y no en problemas. Planteaba Wayne W. Dyer, el
reconocido psicólogo y especialista en autoayuda, “Cuando cambias la forma en
que ves las cosas, las cosas a las que miras cambian”.
La conciencia debe traernos a valorar lo ético, lo
ecológico y lo social, por sobre nuestros particulares y coyunturales
intereses. El compositor estadounidense Joel Goldsmith planteaba que
“Dios no se encuentra en los lugares, Dios se encuentra en la conciencia”. Quizá
por ello, el pedagogo hispanorromano Marco Fabio Quintilian, afirmaba que “La
conciencia vale por mil testigos”.
Hay quienes acostumbran tomar posiciones neutras
en situaciones donde la conciencia exige escoger entre aceptar o rechazar.
"Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del
opresor", afirma Desmond Tutu, el Clérigo y pacifista sudafricano, Premio
Nobel de la Paz. Tengamos siempre presentes las palabras de un autor anónimo,
quien nos recuerda que “A veces, lavándonos las manos, nos ensuciamos la
conciencia”.
Agosto 24, 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
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