Es un riesgo considerar
nuestras decisiones y acciones basándonos solo en sus resultados a corto plazo.
Miguel A. Terán
Si bien es cierto que el único
tiempo seguro y real es el presente, ya que el pasado se fue y el futuro
no
tiene garantía, muchas decisiones que tomamos en nuestra vida debemos
considerarlas por su impacto, costo y beneficio más allá del corto plazo. Todo lo
que sembremos eso también recogeremos, es un principio universal, que hace
parte hasta de la Biblia.
Es realidad que muchas
variables cambian o mutan en el tiempo, por eso el efecto de nuestras
decisiones y acciones no siempre está garantizado al 100%, tal cual lo habíamos
planificado; pero no hacerlo – o sea no planificar- puede garantizar que
ocurran resultados indeseados.
Parece un hecho que lo que
hacemos o dejamos de hacer en el corto plazo determina lo que viviremos
en el largo plazo. Muchas de las decisiones que tomamos o dejamos de tomar en
nuestra vida se van haciendo realidad, para bien o para mal, en algún momento
del futuro. Refería Peter F. Drucker, conocido como el Padre de la Gerencia,
que “La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en
el futuro de las decisiones presentes”, razonamiento absolutamente válido en
las decisiones de negocios, pero también válido para cualquier decisión de
vida.
Con frecuencia innumerables
“éxitos”, en el corto plazo, se convierten con el paso del tiempo en
estruendosos “fracasos”, porque parece que el tiempo es el mejor catador de
verdades. Decía el escritor y pensador político francés Barón de Montesquieu
que “La verdad en un tiempo es error en otro”. Por su parte, el
escritor mexicano Doménico Cieri Estrada considera el tiempo como un digestivo,
porque ayuda a facilitar la digestión de muchos procesos de vida.
Cantidad de complicaciones,
enredos y dolores de cabeza de hoy son resultado de lo que creímos “buenas”
decisiones tomadas en el pasado, tal vez cargadas de una inadecuada mezcla
entre optimismo, facilismo, comodidad, interés y espejismo, y sazonadas con
apuros y urgencias. Pensar y re-pensar antes de decidir y hacer es muy
importante, evitando llenarnos de pesimismo, pero aclarando la real necesidad
de lo que haremos y los resultados –positivos y negativos- que estimamos
obtener en el tiempo.
Debemos combinar adecuadamente
nuestras prioridades con nuestras expectativas, definiendo y precisando los
recursos de que disponemos y afirmando el compromiso que asumiremos. Es
vital acompañarnos de una brújula para definir la ruta, haciendo revisiones
periódicas para ver si no han cambiado condiciones que exigen variar el
rumbo o realizar otros ajustes. Cuando transitamos por la vida paso a paso, sin
correr, iremos disfrutando la aventura de vivir y nos vamos convirtiendo en
quien soñamos ser, no solo en lo que queremos hacer y tener.
Es necesario considerar y
precisar límites y estrategias de salida cuando iniciamos nuestros proyectos de
vida, para evitar permanecer atrapados en algo –que hoy día reconocemos- que no
tiene buenas perspectivas ni siquiera a mediano plazo. Recordemos que puede ser
fácil involucrarse en algo, pero no siempre es fácil retirarse a tiempo.
En oportunidades nos
preguntamos con dolor, rabia e indignación porque ha ocurrido algo inesperado y
desagradable en nuestra vida, que acabó con nuestros planes. Tal vez, quedaron
variables sin considerar cuando planificamos. Al respecto el filósofo español
Fernando Savater, considera que “Solo mi ignorancia de cómo están (o estaban)
las cosas en el momento A justifica que me sorprenda de lo que pasa luego en el
momento B”.
En otras muchas oportunidades,
por ignorancia, interés o comodidad, asumimos el rol de espectadores,
cuando –en realidad- debimos asumir el de actores, con un rol protagónico. Tal
vez, en el corto plazo, podríamos considerar que nos está yendo bien –o hasta
muy bien- como espectadores, pero son los resultados del futuro quienes ratificarán
si nuestra decisión fue buena en el largo plazo.
Agosto 03, 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y
coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la
web
Referencias: Tomadas de
Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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