lunes, 6 de julio de 2015

PARA OPINAR DEBEMOS ESTAR DEBIDAMENTE INFORMADOS DEL TEMA. Miguel A. Terán

PARA OPINAR DEBEMOS ESTAR DEBIDAMENTE INFORMADOS DEL TEMA.
Miguel A. Terán

Más allá de lo que vemos en la superficie, es probable encontrar infinidad de detalles si profundizamos un poco más. Una buena parte de las veces, ignoramos no solo las características, particularidades y variables que afectan e impactan los diferentes temas, situaciones o circunstancias, sino las relaciones e interacciones entre las partes involucradas. 

Esa ignorancia o tal vez la inocencia –producto de la misma ignorancia- nos impide comprender la conexión entre las partes y variables involucradas,  llevándonos  a tratar temas de manera aislada, cuando no son divisibles, porque están íntimamente relacionados. 

Los sesgos de opinión y de información, son culpables de la distorsión, deformación o manipulación de la información producto de nuestra percepción o intereses -propios y ajenos- sobre algún tema en particular.  En muchas oportunidades, cuando esos procesos se consolidan en el tiempo, pasan a ser parte de las creencias y de la particular cultura de individuos y sociedades. 

Son muchas las oportunidades en las cuales la distorsión frecuente de datos e información, contribuye a que en algún determinado momento ya no sabremos cual es la realidad. En otros casos, la escasa o limitada información, así como la excesiva información, puede llevarnos a formar juicios inexactos o interpretaciones fuera de lógica, resultado de los filtros de percepción con los que escogemos e interpretamos la información disponible. 

El artista, inventor y científico italiano Leonardo Da Vinci consideraba que  “El mayor engaño que padecemos es el de nuestras propias opiniones”. Es un hecho que para muchas personas su opinión es la realidad incuestionable. El filósofo, teólogo, sociólogo y político español del siglo XIX, Jaime Balmes, consideraba que “No es fácil opinar contra los propios intereses; éstos arrastran las opiniones”. Lo anteriormente expresado por J. Balmes, también es parte de otra triste realidad, opinar sin  la debida información ni conocimiento acerca del tema tratado,  practica muy común en estos tiempos de superficial lectura y acelerada interpretación.

No conocer el tema nos llevará a opinar de manera superficial o “cosmética”, sin entender  el qué, ni el porqué, ni mucho menos el para qué de la circunstancia, evento o situación.  Por lo cual confundiremos medios con fines, causas con efectos y nos dedicaremos a atacar la sintomatología si entender ni resolver las raíces de la situación o circunstancia.

Participar en una discusión y opinar para dar nuestra perspectiva y punto de vista, exige que tengamos la suficiente apertura mental para cambiar de opinión, cuando otros argumentos son lo suficientemente sólidos y válidos para ello.  “Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones”, fueron palabras del escritor argentino Jorge Luis Borges. 

El teólogo estadounidense, Tyron Edwards,  afirmaba “El que nunca cambia sus opiniones, nunca corrige sus errores, y nunca será más sabio al día siguiente”. La realidad es que “No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra  opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla”, refería el emperador Napoleón Bonaparte. 


Tengamos presente que además de nuestros errores de percepción, siempre están presente intereses de terceros en la información que recibimos. Hoy día, especialmente, en internet y las redes hay cantidad de información sesgada y manipulada, mucha de ésta con oscuros intereses. Debemos ser cuidadosos interpretándola para no sesgar nuestra opinión y convertirnos en "tontos útiles" al repetirla o transmitirla a otros.  

Para concluir, podemos considerar que una opinión no es la verdad.  “La opinión puede cambiar de la noche a la mañana, pero no podemos cambiar la verdad”, expresaba Jiddu Krishnamurti, escritor y orador en materia filosófica y espiritual. La costumbre de opinar sin conocer adecuadamente acerca del tema, sobre el cual opinamos, no es una sana actitud. Debemos informarnos debidamente, entendiendo diferentes perspectivas, errores y potenciales manipulaciones,  para que nuestra opinión contribuya a la discusión en el intento por acercarnos a la verdad o a un acuerdo de mutuo beneficio para las partes involucradas.


Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Blog: www.miguelterancoach.blogspot.com
Web: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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