La importancia
de definir y aclarar las expectativas.
Miguel A.
Terán
El tema de las
expectativas es importante manejarlo adecuadamente para vivir en paz y felices.
Podemos definir la expectativa como la esperanza de realizar o conseguir algo,
aunque el diccionario cataloga a la expectativa como la alternativa más
probable a ocurrir, muchas veces nuestras expectativas son poco realistas.
La expectativa
trata de anticipar o predecir algo, pero para ello, debe basarse en
lo probable o razonable de ocurrir, porque no sería una expectativa real
si se basa en un supuesto, esperanza o fe. Lo que sí es real es que las
expectativas no se cumplen solas, requieren convicción, compromiso y/o esfuerzo
para hacerlas realidad.
Existen
quienes creen en las expectativas como guía de vida, ellas –sin duda- podrían
convencernos que el cielo es el límite, pero tal vez haciéndonos perder
contacto con la realidad. Aunque son variados los puntos de vista con relación
a la utilidad de las expectativas, el Maestro Espiritual Bengalí Sri Chinmoy, afirmaba de manera
contundente que “La paz
comienza cuando terminan las expectativas”. Entonces, exageradas expectativas,
siempre nos harán concluir insatisfechos con los logros, porque éstos estarán
por debajo de las expectativas. “Las
expectativas son peligrosas cuando son altas y sin forma”, afirma la periodista
y escritora estadounidense Lionel Shriver.
En todo caso,
parece parte de la naturaleza humana tener expectativas. Sin embargo, podríamos
afirmar que las expectativas para que sean beneficiosas en el largo plazo y de
manera integral, requieren que las mismas contribuyan a la armonía,
balance y equilibrio entre nuestro cuerpo, mente, corazón y espíritu.
El filósofo
británico Eli Khamarov plantea que “Las mejores cosas de la vida son
inesperadas porque no había expectativa”. Por su parte, el escritor
estadounidense de espiritualidad cristiana Donald Miller reconoce que “Cuando dejas de esperar que la gente sea
perfecta, te pueden gustar por lo que son”.
El extremo de
la expectativa lo refería el famoso escritor, historiador, filósofo y abogado
francés, François Marie Arouet, mejor conocido como “Voltaire”, quien dijo
“Nunca vivimos; siempre estamos en la expectativa de vivir”. Suena paradójico,
pero con esa obsesión en el futuro, el presente se nos escapa, mientras nos
llenamos de expectativas y sueños.
Las palabras
del genio matemático, físico y astrofísico británico Stephen Hawking, colocan
en una particular perspectiva al tema de las expectativas, al afirmar: “Cuando
nuestras expectativas se reducen a cero, uno realmente aprecia todo lo
que tiene”.
“La
infelicidad reside en ese hueco entre nuestros talentos y nuestras
expectativas”, decía el artista londinense Sebastian Horsley. Mientras el reconocido actor,
cineasta y productor español Antonio Banderas, en una posición más extrema
afirma que “La expectativa es la madre de toda frustración”.
De
ninguna manera se trata de dejar de soñar ni dejar de tener expectativas,
aunque lo sano es evitar que las expectativas conduzcan nuestra vida,
llevándonos a perder el vital equilibrio entre las diferentes facetas de
nuestra vida: personal, de pareja, familia, profesional, laboral y
social.
La
autora estadounidense de libros de ficción Jodi Picoult considera que “Hay dos
formas de ser feliz: mejorar tu realidad o bajar tus expectativas”. En
cualquiera de estas dos opciones hay ganancias y pérdidas, por ejemplo, si nos
esforzamos por alcanzar nuestras expectativas profesionales o económicas, nos
arriesgamos a perder en otras áreas de nuestra vida. Si reducimos nuestras
expectativas, podríamos perder en nivel de vida y en nuestra carrera
profesional.
No
obstante, siempre es recomendable compartir, clarificar y discutir
expectativas antes de iniciar relaciones personales, afectivas, laborales,
sociales, etcétera, para evitar malos entendidos y posteriores problemas. El
tiempo previo, dedicado a aclarar las expectativas, representará un
significativo ahorro de tiempo y malestares más adelante.
Y
finalmente, parece importante tener presente que “No debemos permitir que las
expectativas de alguien dirijan nuestra vida”, tal cual recomienda la escritora
estadounidenseJulianne
Donaldson. Lo sano es que tengamos nuestras propias expectativas que den
respuesta a nuestras propias necesidades, estilo de vida y sueños, sin hacer
daño a otros.
Julio 20,
2015.
Miguel A.
Terán
Psicología,
filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: imagen
extraída de la web
Referencias:
Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española).
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