Es posible cambiar, pero primero debemos tomar
conciencia de la necesidad de cambiar.
Miguel A. Terán
"Las personas solo cambiamos de verdad cuando
nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo", reconoce el médico,
autor y conferencista español Mario Alonso Puig. Ese darnos cuenta, podemos
reconocerlo como la toma de conciencia, no de la opción de cambiar, sino
de la necesidad impostergable de hacerlo.
Decía el Maestro Espiritual Osho que solo
cambiamos cuando nos hallamos sometidos a situaciones de profundo estrés. El
sufrimiento parece ser uno de los principales motores del cambio. El poeta inglés
John Keats afirmaba lo necesario que es el dolor y los problemas para educar
nuestra inteligencia y convertirla en alma. Logrando un cambio profundo,
verdadero y consciente.
En similar orden de ideas, el historiador italiano
Cesare Cantù reconocía que “El dolor tiene un gran poder educativo; nos hace
mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade
de que esta vida no es un juego, sino un deber”.
Cambiar exige que salgamos de la costumbre, la
comodidad y del hábito, que representan nuestro nivel del confort. Por ello,
para cambiar será necesario que el dolor de cambiar sea menor que el dolor de
permanecer donde estamos.
Es común que muchas personas permanezcan “girando
en círculos”, atrapadas en la cotidianidad, en los diarios problemas y
circunstancias, en lo urgente, mientras olvidan lo importante, lo trascendental
y pierden conciencia y contacto con las oportunidades de cambio, condenándose a
una vida cuyos días simplemente transcurren.
La mayor parte de las veces estamos enfocamos en
el cambio hacia afuera, cuando el verdadero cambio comienza en nosotros mismos.
"Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación nos encontramos ante
el desafío de cambiarnos a nosotros mismos", afirmaba el neurólogo y
psiquiatra austriaco Viktor Frankl.
Considerar la necesidad de cambiar, pero sin
conciencia ni convicción, no permitirá disponer de la necesaria disciplina para
alcanzar el cambio. Son muchas las oportunidades en que recibimos sugerencias,
consejos, recomendaciones y oportunidades, relacionadas con cambios que
deberíamos hacer realidad en nuestras vidas, pero hasta tanto no reconozcamos
la necesidad de éstos, simplemente pasaran por nuestro lado. “Nadie
cambia, si no siente la necesidad de hacerlo”, expresaba el industrial
estadounidense Henry Ford.
La palabra disciplina, culpable de nuestros
fracasos, es un simple “chivo expiatorio” o excusa utilizada para no
continuar con un cambio que emprendimos, pero que no tenemos conciencia de la
importancia y necesidad de continuarlo.
“Un año más tarde desearás haber empezado hoy”,
expresa la autora Karen Lamb en una genial frase de su autoría. Esta frase
ratifica las palabras del filósofo y pensador chino Lao-Tsé, quien muchos
siglos atrás dijo “El valor de un acto se juzga por su oportunidad”.
Algunas veces cuando reconocemos y, finalmente,
aceptamos la necesidad de cambiar, cuando tomamos conciencia, la
oportunidad pudo haberse perdido, pero siempre quedará la experiencia y el
aprendizaje para nuevas oportunidades.
Julio 15, 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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