Planteaba el escritor británico Oliver Goldsmith
que podemos dar un mejor sermón con nuestra vida que con nuestros labios.
Erróneamente, existen quienes consideran que el mal ejemplo pasa desapercibido,
pero con seguridad no es así, porque algo queda. No debemos juzgar nuestras
acciones como insignificantes, ni de impacto temporal o puntual, porque alguien
podría copiar nuestro ejemplo, para bien o para mal y hacerlas perdurar en el
tiempo.
La SantaTeresa de Calcuta decía "No te
preocupes porque tus hijos no te escuchan, ellos te observan todo el día".
Muchas de nuestras diarias actitudes y conductas, son expuestas o expresadas
ante nuestros hijos, sin conciencia de que ellos aprenderán más de esa manera,
con nuestro ejemplo, que a través de largos sermones.
“Los malos ejemplos son más dañinos que los
crímenes”, expresaba el escritor y pensador político francés Barón de
Montesquieu. La razón de esta afirmación de Montesquieu, podríamos asociarla a
que no sabemos hasta donde llega el daño de un mal ejemplo; incluso, podría
pasar de generación en generación. Muchos individuos tóxicos provienen de
estructuras familiares y sociales tóxicas.
Cantidad de mensajes que pretenden educar, logran
lo contrario al estar planteados de manera incorrecta, por ejemplo, podemos
regañar a nuestros hijos, diciéndoles “Te he dicho un millón de veces que no
exageres”, con seguridad será imposible para ellos alcanzar esa cifra de
reclamos de nuestra parte, mientras que el mensaje de exagerar fue ratificado.
Definitivamente, como expresó el político y
economista francés Anne Robert Jacques Turgot “El principio de la
educación es predicar con el ejemplo”. El reconocido científico Albert Einstein
lo ratificaba afirmando que “Dar ejemplo no es la principal manera de influir
sobre los demás; es la única manera”.
Deseamos que ocurran muchas cosas buenas pero no
actuamos en línea con ese deseo. En innumerables oportunidades caminamos por un
lado y hablamos por otro. Expresaba el sabio Buda “Como flores hermosas, con
color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo
con ellas”. Todos hemos tenido la oportunidad de escuchar a alguien criticando una situación o problema, con absoluta seguridad y firmeza, cuando esa persona en opinión
de todos es el mejor ejemplo del referido problema. La soberbia e ignorancia de estas personas les impide conocerse a sí mismas. El escritor estadounidense
Gregg Braden nos recuerda “Si queremos ver paz, tolerancia, entendimiento y compasión
debemos convertirnos en eso”.
Entonces, caminemos por el mismo lugar donde
hablamos, predicando con nuestro ejemplo.
Junio 11, 2015.
Junio 11, 2015.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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