“Lo que sucede no es tan importante como la forma en que usted reacciona a
lo que sucede”.
Thaddeus Golas (1924 -1997). Escritor estadounidense.
REFLEXIÓN: Nuestra forma de pensar e interpretar las circunstancias es lo
que nos permitirá dominarles o ser su víctima, cualquiera de estos extremos. Decía
el filósofo británico James Allen que seguiremos siendo golpeados por las
circunstancias externas mientras continuemos creyendo que somos víctimas de
esas circunstancias.
El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, afirmaba Buda. Una
situación o circunstancia similar puede ser vivida, interpretada y sentida de
manera muy distinta por dos individuos. El mismo J. Allen expresaba que “El
sufrimiento es siempre el resultado del pensamiento equivocado en alguna
dirección. Es un indicativo de que el individuo no está en armonía consigo
mismo”.
Cuando dejamos de quejarnos y rumiar la circunstancia, pasando a
evaluarla y racionalizarla, a fin de disminuir el componente emocional,
podremos encontrar soluciones viables; pero todo dependerá de nuestras
creencias y paradigmas, porque éstos estarán presentes en esa evaluación y
racionalización.
Algunas circunstancias y eventos podrían ser válidos, pero al evaluarlos a
la luz de esas creencias y paradigmas, corremos el riesgo de desvirtuar los
hechos, cambiándolos y permitiendo que éstos nos afecten. El escritor francés y
Premio Nobel de Literatura (1921) Anatole France, recomendaba que
exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, para que
nuestros problemas perdieran importancia.
El conocido autor y conferencista Anthony Robbins ha ratificado que “Lo que
configura quiénes somos hoy y quiénes seremos en el futuro nunca es el
ambiente, ni los acontecimientos que ocurran en nuestras vidas, sino el
significado que damos a esos acontecimientos”. Por supuesto, que el significado
que les damos depende de muchas variables, buena parte de las cuales están en
el ambiente y la cultura en la cual hemos sido formados.
Una de las principales enfermedades de estos “modernos tiempos” es el
estrés, esa tensión provocada por situaciones que nos agobian o - mejor
dicho- que permitimos que nos agobien, constituyendo un buen ejemplo de
nuestra reacción ante lo que nos sucede. Incluso, en algunos casos, vivimos
estrés por cosas que suponemos podrían ocurrirnos. El autor y motivador
Adam J. Jackson plantea una interesante “Fórmula anti-estrés: primero no
preocuparse por las cosas pequeñas y segundo recordar que casi todas las cosas
en esta vida son pequeñas”.
Es válido tener en consideración, las palabras de quien fue una importante
figura de negocios estadounidense, Theodore N. Vail, quien expresó que
“Las dificultades reales se pueden superar, solo las imaginarias son
invencibles”. Y es realidad, que permitimos que muchas dificultades
imaginarias nos atormenten. Recordemos lo expresado por el filósofo y
matemático francés René Descartes, quien poco antes de morir confesó: “Mi vida
estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron”.
Concluyamos ratificando que no son las circunstancias las que determinan
nuestra vida, sino nuestras creencias y paradigmas acerca del significado de
esas circunstancias. Es nuestra interpretación de lo que ocurre, basada en esas
creencias y paradigmas, lo que nos lleva a percibir, pensar, sentir y accionar
ante lo que nos sucede, para bien o para mal.
EL VENDEDOR DE CALZADOS
Una empresa de calzado contrató y envió a un empleado a explorar el
potencial mercado de negocios en un país africano. Cuando el nuevo vendedor
llegó a la primera ciudad que visitaría, pudo observar que la mayoría de la
gente andaba descalza, lo cual lo decepcionó y frustró, por lo que decidió
renunciar de inmediato, enviando su renuncia en estos términos “… imposible
vender zapatos, aquí nadie los utiliza, todos andan descalzos”.
La empresa contrató a otro vendedor, quien al llegar a África, también pudo
observar que la gente en su mayoría no utilizaba zapatos, lo cual representó
para él – a diferencia del anterior vendedor - una gran oportunidad, expresando
en una correspondencia enviada a su compañía: “… prepárense para producir,
porque aquí existe un gran mercado, casi nadie tiene zapatos”.
Donde parecía existir un problema, este segundo vendedor encontró una
oportunidad, al interpretar de manera distinta al anterior las características
del mercado, ya que el lugar era el mismo, la gente era la misma y
el producto a vender, también el mismo.
Miguel A. Terán
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.
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