El problema de la maldad en el mundo, en vez
de ubicarlo en los malos y en la maldad, podemos encontrarlo en los ignorantes
y en la ignorancia. Los malos tienen cabida en el mundo, dañando y depredando
porque existe el ignorante, quien se convierte en presa y fácil víctima. En
otras palabras, los actos de maldad ocurren por la oportunidad que da el
ignorante al malo.
La ignorancia es casi una actitud, porque la persona
ignorante actúa de manera negligente, floja y descuidada para averiguar, informarse,
investigar, indagar o examinar lo que desconoce. Entonces, el ignorante es
quien desconoce algo y no demuestra el mínimo interés por conocer y dejar
de desconocer, para salir de su ignorancia.
La educación formal no exime o libera a los individuos de
la ignorancia, porque la ignorancia va más allá del conocimiento. La ignorancia
hace acto de presencia sin considerar estrato social ni academia, porque
depende más de la actitud del cada individuo, para informarse, conocer y
reflexionar. Por supuesto, que quien carece de educación, formación o
conocimiento tiene más posibilidad de ser ignorante con respecto a muchos
temas.
La ignorancia es costosa, por ello recuperase de su
impacto no siempre es fácil. Inclusive sus daños son duraderos en el tiempo.
Pero la ignorancia es una enfermedad del ignorante, quien entre sus síntomas
ignora su propia ignorancia, nos decía el filósofo y profesor estadounidense Amos Bronson Alcott. Por el contrario,
parece cierto que entre más sabemos más estamos conscientes de lo que
ignoramos, de allí la famosa frase de filósofo griego Sócrates “Solo sé que no
se nada”.
Esa falta de dedicación, preocupación e inquietud
para aprender, estanca en los libros y materiales de lectura el conocimiento y
saber, mientras que la ignorancia se pasea victoriosa por nuestras vidas,
dejándonos expuestos a todo aquel que conoce o sabe del tema, cumpliéndose la
expresión del canciller y filósofo inglés Sir Francis Beacon: “El
conocimiento es poder”.
Refería el escritor español Baltasar Gracián, hace ya
cinco siglos, que el primer paso de la ignorancia es presumir de saber. Luego,
un autor anónimo, nos indica que lo peor de la ignorancia es que a medida que
se prolonga, adquiere confianza. Un proverbio árabe, dice “Aconseja al ignorante
y te tomará por su enemigo”.
Uno de los problemas con la ignorancia es que
generalmente es considerada como ofensa, cuando se plantea de manera
genérica, y ligeramente aceptable cuando se refiere al desconocimiento de
algo concreto. El problema es que la palabra ignorancia se asocia más con la
palabra estupidez, que con la falta de conocimiento o carencia de éstos.
El manejo del poder, en diferentes áreas y aspectos, ha tenido su
más firme aliado en la ignorancia.
En términos legales se dice que el desconocimiento de la
ley no exime o libera de su cumplimiento. La ley parece estar clara que
la responsabilidad de estar informado es de cada quien y cada cual. Pero la
ignorancia castiga o daña no solo en lo legal, sino en los diferentes aspectos
de nuestra vida; por ello, perdemos oportunidades de progreso, fracasamos en
diferentes temas, desarrollamos enfermedades y mucho más.
Una vieja –y
nada ética - expresión de negocios decía “Todos los días salen ignorantes a la
calle, quien los agarre le pertenecen”. El depredador conoce aspectos que le
dan ventaja sobre su víctima, pero la víctima tiene la opción de informarse y
prepararse para evitar ser presa de su ignorancia. Cuando reconocemos nuestra
propia ignorancia y cambiamos de actitud para salir de ésta, vamos en camino a
conocer y aprender, evitando el avance de la maldad.
Miguel A.
Terán
Web: www.lidervoice.com
Twitter:
@MiguelATeranO
Excelente enfoque de los temas de ayer y hoy!
ResponderEliminarAgradecido una vez más por tu aporte.
Feliz día.