“Un mal hábito
no se puede lanzar por la ventana; es necesario bajarlo por la escalera un
escalón a la vez”.
Mark Twain
(1835 -1910). Escritor, orador y humorista estadounidense.
REFLEXION:
Para desechar o eliminar un mal hábito debemos hacerlo poco a poco, pero con
pasos firmes, sin vuelta atrás. Sin prisa, pero sin pausa.
Pretender eliminarlos de la noche a la mañana es garantía de fracaso;
básicamente, porque después de algunos intentos fallidos el hábito se reafirma
aún más.
Lo primero que
debemos definir es qué hábitos deseamos desechar y qué hábitos deseamos
adquirir. Y a partir de allí, a trabajar para desinstalar unos e instalar
otros. Sin ánimos de hacer de esta reflexión una terapia, entender cuáles nos
dañan y hacen daño a otros, y cuáles –en su ausencia- nos hacen daño y hacen
daño a otros, es vital para tomar decisiones firmes, con compromiso y
sostenibles en el tiempo.
Luego, debemos
dejar de practicar el hábito que deseamos eliminar, poco a poco, sustituyéndole
por otro hábito más sano. Paciencia y convicción para mantener la disciplina
son básicas, hasta que empecemos a ver el beneficio de cambiar. El escritor y
filósofo estadounidense Elbert Hubbard, famoso por su reconocido ensayo “Un
mensaje a García”, nos recomendaba cultivar solo aquellos hábitos que
quisiéramos que dominaran nuestra vida.
Los hábitos
son comportamientos que hemos repetido con regularidad –por mucho tiempo- hasta
el punto que los ejecutamos de manera casi automática, sin darnos cuenta. No
nacemos con ellos, pero los moldeamos como parte de nuestra cultura
familiar o social. Muchos de nuestros hábitos, tal vez jamás los
cuestionamos, permitiendo que éstos formen parte de nuestro estilo de vida y
conducta.
Recordemos que
un cambio se hace posible cuando el dolor de cambiar es menor que el dolor de
permanecer donde estamos. Algunos hábitos tienen más las características de un
apego o vicio hacia cosas, personas, circunstancias, estilos de vida, patrones
de consumo, etcétera. El gran filósofo chino Confucio decía: “Los vicios vienen
como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”.
El también
filósofo Aristóteles nos recordaba que: “Adquirir desde jóvenes tales o cuales
hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta”. La razón es
que esos hábitos nos seguirán como sombras por el resto de nuestras vidas, para
bien o para mal, dependiendo del tipo de hábito.
La idea es
sustituir los hábitos que nos dañan por otros que nos beneficien, porque éstos
juegan un rol muy importante en nuestra felicidad. Aunque los seres humanos
tenemos mente y espíritu, se dice que somos animales de costumbre, debido a que
nos habituamos a todo o casi todo, inclusive a ser felices o infelices,
nuestra actitud, lenguaje y acciones, reflejan alguno de estos dos extremos.
La posibilidad
y decisión de cambiar hábitos nos pertenece; entonces, conservemos los
que ayudan y eliminemos los que hacen daño. Pero tengamos siempre
presente el proverbio que dice: “Lo que no es útil ni bueno para la colmena, no
es útil ni bueno para la abeja”. En otras palabras, nuestros hábitos deben ser
buenos para todos, para nosotros y para quienes nos rodean.
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
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