La Decisión de
Emigrar por: Miguel A. Terán
¿Qué nos
desagrada, incomoda, disgusta o molesta del lugar donde vivimos?; ¿Qué
posibilidades u oportunidades han desaparecido de ese lugar?; ¿Qué nos agrada o
atrae de otro lugar?; ¿Cuál es la diferencia entre ese nuevo lugar y el lugar
actual?; ¿Qué estamos buscando o cuáles son nuestras expectativas al emigrar?;
¿Qué posibilidades u oportunidades existen en ese nuevo lugar?; ¿Cuán dispuesto
estoy a cambiar mi actitud y conductas para adaptarme a ese nuevo lugar?
Preguntas
muchas, respuestas muchas y variadas. Pero más allá de que esas respuestas y
preguntas tengan algo o mucho de emotividad y las perspectivas tengan algo o
mucho de incertidumbre, angustia o miedo, la realidad es que ha surgido una
inquietud o molestia que nos motiva a considerar otras alternativas de
residencia o hábitat, distintas a la actual.
Uno de los
elementos más importantes a tomar en consideración cuando deseamos evaluar la
alternativa de emigrar, considerándola una opción para el futuro de nuestra
vida y el de nuestra familia, es buscar y encontrar las causas y razones, que
nos motivan a hacerlo. La mayoría de las personas consideran que causas y
razones son lo mismo, pero lo que definen o describen como causas o razones,
son en realidad los síntomas, efectos y consecuencias, que nos presionan para
tomar la decisión.
Cuando
tratamos de encontrar las causas, por lo general, encontramos o nos topamos
con los síntomas que nos afectan, presionando o motivando nuestra
decisión, pero la respuesta que requerimos darnos o respondernos tiene que ver
con las causas, no con los síntomas, consecuencias o efectos.
En las razones
para emigrar, generalmente, se conjugan tantos los factores que nos empujan o
presionan para salir de donde estamos, así como los factores que nos atraen en
el lugar donde consideramos establecer nuestra nueva residencia. En ese lugar
hacia donde se decide emigrar, parecen existir las condiciones que faltan o
carecen en nuestro actual hábitat. La gente emigra, por lo general, con la
expectativa de conseguir mejores condiciones de vida, paz, seguridad,
oportunidades de trabajo, mejora económica, opciones de atención sanitaria o
salud, democracia entre otras.
Es común que
en los miembros un mismo grupo familiar, encontraremos diferentes razones para
decidir emigrar. Sin embargo, más allá de las razones, requerimos también
entender cuáles han sido las causas que hicieron posible que la situación o
condiciones del lugar donde vivimos cambiaran, a tal extremo, que nos veamos -
literalmente – obligados a considerar la alternativa de emigrar como única
opción.
Es muy
importante entender esas causas por las cuales en nuestro actual lugar de
residencia, echaron raíces, condiciones y situaciones, que luego de evolucionar
-para algunos la palabra correcta seria involucionar- se convirtieron en las
razones que ahora presionan o motivan nuestra salida. El filósofo español Fernando Savater, en uno de
sus excelentes textos, plantea que solo nuestra ignorancia de cómo
estaban las cosas en el momento A justifica que nos sorprenda lo que pasa luego
en el momento B.
Debemos ser
cuidadosos para no confundir la causa con el efecto o consecuencia, porque al
confundirlas podríamos de nuevo a cometer similares errores en el presente y
futuro; dedicándonos a atacar y resolver solo los efectos, consecuencias o
síntomas, mientras que las causas siguen vigentes y empeorando.
Con seguridad
al momento de establecernos como inmigrantes en otro lugar, sentiremos que los
malestares que ocasionaban los efectos o consecuencias se quedaron en nuestro
lugar de origen, pero debemos ser muy cuidadosos para no colocar en nuestro
equipaje las causas y traerlas a nuestro nuevo lugar de residencia, porque la
historia de consecuencias y efectos podría repetirse, con similares resultados.
La razón es que
quien emigra puede aún estar contaminado, con un estilo de percibir y hacer las
cosas, y llegar al nuevo lugar o hábitat con capacidad de transmitir o
generar de las causas. Por ello, es importante entender y precisar esas causas
desde su raíz más profunda, ya que al no hacerlo, es muy probable que volvamos
–en nuestro nuevo hábitat – a contribuir con similares errores, que en mediano
y largo plazo, desarrollarán situaciones también similares, que nos harán de
nuevo sentir los síntomas y garantizar que nuestros hijos y nietos se vean en
la obligación de emigrar a otro lugar, al igual que lo hicimos nosotros.
Twitter: @MiguelATeranO
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