“La paz y la
armonía constituyen la mayor riqueza de la familia”.
Benjamín
Franklin (1706 –
1790). Político, científico e inventor estadounidense.
Audio / Vídeo en: http://youtu.be/pc1MuxsTVpQ
REFLEXIÓN: Un
grupo familiar basado en sanos principios y valores, donde reine el amor,
armonía, paz y respeto, es un hogar; lo contrario, es una simple casa. La
diferencia entre hogar y casa no tiene relación con los recursos económicos
disponibles, estatus, academia ni con el nivel de vida. A un hogar lo definen
la calidad de los elementos morales, espirituales, afectivos y emocionales de
sus integrantes.
En nuestras
“modernas” sociedades el núcleo familiar ha venido descomponiéndose y
desintegrándose con acelerada rapidez, frecuencia y profundidad, quizá como
nunca antes; y las consecuencias, se hacen visibles en los dramas familiares
que impactan a diario nuestras sociedades, planteando un preocupante e incierto
futuro.
El Papa Juan Pablo II decía que «La familia es base de la
sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que
les guían durante toda su vida». De ninguna manera es sensato esperar que las
escuelas eduquen a nuestros hijos, porque la educación es responsabilidad
primordial del hogar.
Respuestas y
soluciones siempre existirán para disminuir la brecha entre casa y hogar, pero
se hace necesario que los adultos y progenitores comprendamos nuestro rol como
guías, líderes y miembros de nuestras familias, para reconocer –con honestidad
- si estamos contribuyendo a formar familia y sí nuestros hogares son de verdad
hogares. Un sabio proverbio chino nos dice: «Antes de iniciar la labor de
cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa».
Los filósofos Confucio y Aristóteles, en diferente tiempo y lugar,
coincidieron en afirmar que para que exista la armonía en una sociedad, ésta
debe existir primero en la familia. Las familias son la raíz y base de
las sociedades, por ello en una sociedad donde la familia se desintegra puede
esperarse caos y desorden.
No hay razón
que justifique el abandono de la familia, porque el tiempo que no dediquemos a
nuestra familia en el presente, lo dedicaremos multiplicado y sufrido en el
futuro. El famoso Walt
Disney planteaba que
nunca debemos descuidar a nuestra familia por los negocios. La atención o
desatención, el cuidado o descuido, que brindemos a nuestra familia se sentirá
positiva o negativamente en la sociedad, donde la siembra familiar será la cosecha
social.
El reto como
personas, integrantes de una familia y miembros de una sociedad es dedicar
nuestro mejor tiempo y esfuerzo, para lograr que nuestras familias practiquen
valores que reflejen nuestro verdadero y auténtico aporte a la sociedad y
al futuro. Para ello, es importante tener presente que nuestro ejemplo será
mejor referencia y guía que nuestras simples palabras.
¡Feliz Día!
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
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