En el juego de la vida construimos una complicada red de relaciones, contactos, costumbres, hábitos, deseos, estilos de vida, apegos, creencias, paradigmas y mucho más que nos impiden retirarnos del juego, por voluntad propia cuando lo deseamos. La razón para no poderlo hacerlo es que requerimos tiempo, esfuerzo, constancia y muchas veces grandes sacrificios para desatornillar lo que hemos atornillado por años.
Hemos apretado tan fuerte tornillos y tuercas que nos faltará fuerza y tiempo para lograr soltarlos. Entonces, la vida se nos ha ido apretándolos y para aquellos que llegaron a entender el juego, si reaccionan tarde ya no tendrán tiempo de aflojarlos. Tomar conciencia es lo único que nos permitirá salir de la prisión en que nos hemos metido.
Es más fácil montarse en la rueda de la vida que bajarse en el momento que lo deseamos. Entre más velocidad le demos a esta rueda, más difícil será detenerla. Lo recomendable, sería: 1) No tomar tanta velocidad para que después se nos haga difícil detenernos; 2) Tomar conciencia a tiempo de la velocidad que llevamos para comenzar a detenernos poco a poco, hasta que podamos parar y finalmente bajarnos, donde deseemos.
Tengamos siempre presente que en el juego de la vida nunca nos llevaremos las ganancias, pero al no dejarnos esclavizar por la búsqueda ilimitada de ganancias, podremos disfrutar las conseguidas durante nuestro tiempo de vida. “El éxito consiste
en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene” decía
el brillante pensador estadounidense Ralph Waldo Emerson.
Muchos de nuestros vacíos internos tratamos de
llenarlos por fuera con dinero, cosas, poder, fama y otras, buscando siempre afuera de nosotros nos complicamos la vida, nos convertimos en parte del elenco de un espectáculo,
nos ponemos una careta o antifaz, que luego se nos hace difícil quitarla y no
queda otra que seguir actuando y adornándonos por fuera, porque el espectáculo debe continuar. El
escritor y teólogo francés François Fénelon consideraba que el verdadero medio
de ganar mucho -en cualquier aspecto de la vida- consiste en no querer nunca ganar demasiado.
En la medida que transitemos por la vida con
menos cargas a “nuestras espaldas”, con más paz en nuestra mente y corazón, podremos con mayor facilidad disfrutar de la
vida, y llegado el momento retirarnos del juego más rápido y con menos
traumas.
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching
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