miércoles, 25 de agosto de 2021

No convirtamos nuestros sueños en pesadillas - Miguel A. Terán

Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA

Obsesionarnos por convertir nuestros sueños en realidad, acabará con nuestra capacidad de soñar de verdad, al utilizarlos simplemente como una herramienta de planificación para conseguir nuevos retos que enfrentar y nuevas metas por lograr, sin poder detenernos, hasta el final de nuestros días.

Es un hecho que el irracional ritmo de vida de hoy, nos hurta espacios y tiempos que en el pasado disponíamos para soñar, hasta un punto que a muchos se nos ha olvidado soñar, en el auténtico sentido de la palabra. La sociedad trata de convertirnos en iguales, productos en serie, mientras abandonamos nuestros sueños personales y perseguimos sueños y modelos colectivos. Soñar distinto parece un sacrilegio o una ofensa en esta época.

Sin nuestros propios sueños nos arriesgamos a vivir los sueños de otro. El genio de la empresa Apple, Steve Jobs, afirmaba que “Si tú no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos”. Esta afirmación de Jobs, no debemos entenderla como un desprecio hacia una oportunidad de trabajar al lado de alguien, pero siempre es importante, asegurarnos que estamos caminando junto a ese alguien, pero a la vez en la vía hacia nuestros propios sueños.

Es vital que aquellos quienes representan parte importante en nuestra vida, también sean parte de nuestros sueños y nosotros de los sueños de ellos. Tengamos presente que muchos individuos logran sus sueños, dedicando su vida a éstos y olvidando todo lo demás y a todos los demás, para finalmente quedar llenos de logros, pero en completa soledad.

Aunque es válido considerar la secuencia sueño-esfuerzo-resultado, también es cierto que la vida se nos puede ir sin disfrutarla, mientras corremos enloquecidos tratando de convertir en realidad sueño tras sueño. Con el paso de los años, algunas veces añoramos aquellos tiempos cuando un helado era nuestro mayor sueño y recompensa.

Continuemos soñando, porque los sueños nos alimentan, pero escojamos equilibradamente entre nuestros sueños aquellos que queremos llevar a la realidad, evitando que se transformen en pesadillas. Recordemos que las pesadillas también son sueños. Y que es válido considerar y tener presente las palabras del autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, quien reconocía que “La pregunta más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”.

Muchos de nuestros mayores problemas aparecerán al salirnos del tiempo presente, bien para ubicarnos en el pasado o para imaginarnos en el futuro. El riesgo que corremos es que en esa visita al pasado nos llenemos de reproches por lo que hicimos o dejamos de hacer, y que ello nos deprima. O que la nostalgia por eso que fuimos o tuvimos nos estanque añorando aquellos momentos. El otro riesgo, es que al visitar el futuro las incertidumbres, expectativas y miedos nos llenen de angustias y temores.

El escritor francés Gustave Flaubert afirmaba: “El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”. Podríamos considerar que existe cierta adicción por huir del presente y estancarnos en nuestro pasado o hundirnos en nuestro incierto futuro. En muchos casos, el presente podría ser difícil, duro o complicado, pero no enfrentarlo, añorando el pasado o “soñando” con el futuro no resuelve las actuales necesidades o problemas.

El éxito, palabra tan de moda, pero concepto tan impreciso y afanosamente buscado en estos tiempos, se convierte en una utopía porque es uno de los deseos y apegos que más puede esclavizarnos, porque siempre vamos a querer “un poquito más”.  En parecida condición de apego se ubican el dinero, la fama y el poder.

El Maestro espiritual Osho afirmaba que el comienzo y el final no son dos cosas. Palabras más, palabras menos, Osho expresaba que el principio será como una semilla; el final, será como un árbol. Pero el árbol está escondido en la semilla, así que el principio es el final. La semilla de los apegos va creciendo en la medida que poseemos y acumulamos, porque al desear más, acumulamos más, hasta que al final quedamos atrapados en el apego a lo que poseemos. “El desapego, no es que tú no debas poseer nada.  Es que nada te posea a ti”, expresó siglos atrás el Califa e Imán Musulmán Ali Ibn Abi Talib.

“Lo que poseemos nos posee”, son palabras del filósofo contemporáneo español Fernando Savater. “De lo que no estamos dispuestos a renunciar, nos volvemos esclavos”, expresa en similar orden de ideas Rafael Santandreu, psicólogo, profesor y escritor español. Si somos libres o prisioneros, es el resultado de adonde hemos llegado, del lugar al cual nuestros pensamientos, decisiones y acciones nos han traído.

Nos advertía un autor anónimo “Fíjate si todo lo que estás buscando vale todo lo que estás perdiendo”. Mientras el Santo, Filósofo, Padre y Doctor de la Iglesia Católica, San Agustín nos recomendaba “Busca lo suficiente, busca lo necesario. Y no quieras más. Lo que pasa de ese límite, se convertirá en agobio, no alivio; pesadumbre en vez de levantarnos”.

 “El éxito consiste en obtener lo que deseamos. La felicidad consiste en disfrutar lo que obtenemos”, afirmaba el genial pensador Ralph Waldo Emerson. Entonces, para concluir es vital y sabio definir un límite a nuestros sueños evitando que éstos se conviertan en pesadillas mientras nosotros nos convertimos en alguien que nunca hubiéramos querido ser.   

Miguel A. Terán
Psicología y Filosofía.
Web: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO

No hay comentarios:

Publicar un comentario