Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA
Obsesionarnos por convertir nuestros sueños en realidad, acabará con nuestra capacidad de soñar de verdad, al utilizarlos simplemente como una herramienta de planificación para conseguir nuevos retos que enfrentar y nuevas metas por lograr, sin poder detenernos, hasta el final de nuestros días.
Es un hecho que el irracional ritmo de vida de hoy, nos hurta espacios y tiempos que en el pasado disponíamos para soñar, hasta un punto que a muchos se nos ha olvidado soñar, en el auténtico sentido de la palabra. La sociedad trata de convertirnos en iguales, productos en serie, mientras abandonamos nuestros sueños personales y perseguimos sueños y modelos colectivos. Soñar distinto parece un sacrilegio o una ofensa en esta época.
Sin
nuestros propios sueños nos arriesgamos a vivir los sueños de otro. El genio de
la empresa Apple, Steve Jobs, afirmaba que “Si tú no trabajas por tus sueños,
alguien te contratará para que trabajes por los suyos”. Esta afirmación de
Jobs, no debemos entenderla como un desprecio hacia una oportunidad de trabajar
al lado de alguien, pero siempre es importante, asegurarnos que estamos
caminando junto a ese alguien, pero a la vez en la vía hacia nuestros propios sueños.
Es vital
que aquellos quienes representan parte importante en nuestra vida, también sean
parte de nuestros sueños y nosotros de los sueños de ellos. Tengamos presente
que muchos individuos logran sus sueños, dedicando su vida a éstos y olvidando
todo lo demás y a todos los demás, para finalmente quedar llenos de logros,
pero en completa soledad.
Aunque es
válido considerar la secuencia sueño-esfuerzo-resultado, también es cierto que
la vida se nos puede ir sin disfrutarla, mientras corremos enloquecidos tratando
de convertir en realidad sueño tras sueño. Con el paso de los años, algunas
veces añoramos aquellos tiempos cuando un helado era nuestro mayor sueño y
recompensa.
Continuemos
soñando, porque los sueños nos alimentan, pero escojamos equilibradamente entre
nuestros sueños aquellos que queremos llevar a la realidad, evitando que se
transformen en pesadillas. Recordemos que las pesadillas también son sueños. Y
que es válido considerar y tener presente las palabras del autor y orador
motivacional estadounidense Jim Rohn, quien reconocía que “La pregunta más
importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy
consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”.
Muchos de
nuestros mayores problemas aparecerán al salirnos del tiempo presente, bien
para ubicarnos en el pasado o para imaginarnos en el futuro. El riesgo que corremos
es que en esa visita al pasado nos llenemos de reproches por lo que hicimos o
dejamos de hacer, y que ello nos deprima. O que la nostalgia por eso que fuimos
o tuvimos nos estanque añorando aquellos momentos. El otro riesgo, es que al
visitar el futuro las incertidumbres, expectativas y miedos nos llenen de
angustias y temores.
El
escritor francés Gustave Flaubert afirmaba: “El futuro nos tortura y el pasado
nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”. Podríamos considerar
que existe cierta adicción por huir del presente y estancarnos en nuestro
pasado o hundirnos en nuestro incierto futuro. En muchos casos, el presente
podría ser difícil, duro o complicado, pero no enfrentarlo, añorando el pasado
o “soñando” con el futuro no resuelve las actuales necesidades o problemas.
El éxito, palabra
tan de moda, pero concepto tan impreciso y afanosamente buscado en estos tiempos,
se convierte en una utopía porque es uno de los deseos y apegos que más puede
esclavizarnos, porque siempre vamos a querer “un poquito más”. En parecida condición de apego se ubican el
dinero, la fama y el poder.
El Maestro
espiritual Osho afirmaba que el comienzo y el final no son dos cosas. Palabras
más, palabras menos, Osho expresaba que el principio será como una semilla; el
final, será como un árbol. Pero el árbol está escondido en la semilla, así que
el principio es el final. La semilla de los apegos va creciendo en la medida
que poseemos y acumulamos, porque al desear más, acumulamos más, hasta que al
final quedamos atrapados en el apego a lo que poseemos. “El desapego, no es que
tú no debas poseer nada. Es que nada te
posea a ti”, expresó siglos atrás el Califa e Imán Musulmán Ali Ibn Abi Talib.
“Lo que
poseemos nos posee”, son palabras del filósofo contemporáneo español Fernando
Savater. “De lo que no estamos dispuestos a renunciar, nos volvemos esclavos”,
expresa en similar orden de ideas Rafael Santandreu, psicólogo, profesor y
escritor español. Si somos libres o prisioneros, es el resultado de adonde
hemos llegado, del lugar al cual nuestros pensamientos, decisiones y acciones
nos han traído.
Nos
advertía un autor anónimo “Fíjate si todo lo que estás buscando vale todo lo
que estás perdiendo”. Mientras el Santo, Filósofo, Padre y Doctor de la Iglesia
Católica, San Agustín nos recomendaba “Busca lo suficiente, busca lo necesario.
Y no quieras más. Lo que pasa de ese límite, se convertirá en agobio, no
alivio; pesadumbre en vez de levantarnos”.
“El éxito consiste en obtener lo que deseamos.
La felicidad consiste en disfrutar lo que obtenemos”, afirmaba el genial
pensador Ralph Waldo Emerson. Entonces, para concluir es vital y sabio definir
un límite a nuestros sueños evitando que éstos se conviertan en pesadillas
mientras nosotros nos convertimos en alguien que nunca hubiéramos querido ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario