Cuando
empezamos a salir de alguna situación que ha venido haciéndonos daño, es vital reflexionar
acerca las causas y razones por las cuales llegamos hasta allí, para evitar repetir la historia.
Miguel
A. Terán
Circunstancias,
situaciones, momentos y etapas difíciles, son parte de la experiencia de vivir y
todo ello impacta nuestra vida personal,
de pareja, familiar, profesional, laboral y social, llevándonos a través de continuos
procesos de cambio y transformación, algunos imperceptibles en el día a día,
pero en mediano y largo plazo los efectos de nuestras decisiones y acciones se
harán presentes, para bien o para mal. No
obstante, es válido tener presente, que “La perfección es una pulida colección
de errores”, tal cual expresó Mario Benedetti, escritor y poeta uruguayo.
Por
su parte, el pensador y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe, afirmó que “Es mucho más fácil detectar el
error que descubrir la verdad; el primero se halla en la superficie y no cuesta
demasiado dar con él; la segunda reposa en las profundidades y explorarla no está
al alcance de cualquiera”. Se requiere tomar conciencia para reconocer no solo
errores y encontrar culpables, sino verdades más allá de nuestra propia verdad.
Considerar
cambios y transformaciones en procesos sociales conlleva una complejidad
diferente a los procesos individuales, ya que éstos requieren el consenso y
compromiso de todos. No se avanzará con algunos remando hacia adelante y otros remando
hacia atrás.
Al
preocuparnos únicamente por lo que ocurre y cómo ello nos afecta, algunas veces
considerando solo nuestro particular interés y el de nuestro cercano entorno, brindamos
escasa o ninguna atención a los procesos que han ocasionado, estimulado o motivado los hechos, situaciones
o circunstancias que desembocaron en lo que ahora nos afecta. No es fácil reconocer
que por error, omisión o comodidad contribuimos a convertir el sueño en pesadilla.
Tengamos
presente que las decisiones y acciones tomadas en un momento determinado tienen
consecuencias positivas o negativas, que evolucionan o involucionan en el
tiempo. Algunas veces entre la decisión o acción y el efecto o consecuencia,
pasa tanto tiempo que nos sorprende lo que ocurre años después. Al respecto,
siempre será válida la referencia al filósofo contemporáneo español Fernando Savater,
quien acertadamente afirmó que solo nuestra ignorancia de cómo están o estaban
las cosas en el momento A, justifica que nos sorprendamos de lo que pasa u ocurre
luego en el momento B.
La
conocida y vieja historia del bambú japonés es un buen ejemplo de ello; esta
planta durante aproximadamente siete años no crece de manera normal, comparada
con el estándar, por lo cual no es recomendada para individuos sin paciencia.
Una vez transcurridos esos años de aparente inactividad, durante los cuales la
planta se dedicó minuciosamente a desarrollar un efectivo sistema de raíces, capaz
de sostener su posterior y violento crecimiento, la
planta crece unos treinta metros de altura en solo algunas semanas. En una
analogía, con los procesos humanos y sociales, podemos considerar que éstos de igual
manera se desarrollan lentamente, para bien o para mal, pero no los vemos a
simple vista sino cuando avanzan y se hacen presente en el tiempo.
Decía
el escritor y novelista estadounidense, Philip K. Dick, que “La Realidad es
aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no
desaparece”. Ahora bien, en algunas o en
variadas ocasiones, sucede que nos embarcamos en procesos basados en nuestra
propia realidad, que esperamos nos lleven hacia algún determinado lugar o a conseguir
algún resultado deseado; pero –también- ocurre, que en ocasiones –pasado el
tiempo- queremos revertir nuestra decisión, al darnos cuenta que llegamos a
otro lugar o no obtuvimos los resultados esperados.
Lo
cierto es que revertir procesos que se han consolidado en el tiempo, requiere de
otros procesos y tiempo, además de una análisis profundo, como refería Goethe,
para no conformarnos con encontrar el error cometido sino continuar buscando la
verdad. Inclusive, es necesario comprender que algunos procesos se consolidaron
y ya no son ni serán reversibles, porque los cambios o transformaciones han sido
profundos, de manera tal que debemos adaptarnos y aprender a convivir con
éstos. No llegar a entender, comprender
y aceptar la verdad o causa, incrementa la probabilidad de condenarnos a
repetir los mismos errores del pasado al desperdiciar o despreciar el aprendizaje
que nos dejó la experiencia.
Ver
el tema de manera superficial, atribuyéndolo a algún hecho en particular, a
alguna circunstancia o persona, sin comprender sus raíces y causas, nos llevará inevitablemente al riesgo de
buscar soluciones superficiales o “cosméticas”, y dedicar tiempo y otros
recursos a resolver síntomas sin brindar atención a la causa o causas. El
proceso de desarrollo de personas, parejas, familias, empresas y sociedades,
debe transitar por un camino de aciertos y errores, pero se requiere reflexión
y aprendizaje de cada experiencia, para repetir en el presente y futuro lo
positivo de ésta y evitar lo negativo.
Es
imprescindible reconsiderar el camino a recorrer, comprendiendo nuevas
circunstancias y maneras de transitarlo, tomando conciencia de la necesidad de
nuestro propio cambio y transformación personal, como parte de los cambios y
transformaciones que aspiramos ver en otras personas y en el entorno. Tengamos muy presente, que será imposible
hacer algo distinto actuando de la misma manera que lo hemos venido haciendo; por
ello, no debe haber espacio para el conformismo, la viveza, la complicidad y ni
siquiera para el silencio cómplice.
«Un
camino de mil pasos comienza en un solo paso», planteaba el filósofo chino
Lao-Tsé. Entonces, hay momentos en los que podemos considerar que ya dimos el primer
paso, a partir de allí solo queda continuar marchando con firmeza y convicción.
07
de Diciembre de 2015.
Miguel
A. Terán
Psicología,
filosofía y coaching.
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Nota:
imagen extraída de la web
Referencias:
Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española.
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