miércoles, 21 de octubre de 2015

La lealtad tiene que ser un camino de doble vía. Miguel A. Terán

La lealtad tiene que ser un camino de doble vía.
Miguel A. Terán

La palabra lealtad transita por la vida en compañía de su gemela la fidelidad, aunque en realidad son prácticamente sinónimos. El diccionario  las define asociándolas con la firmeza y constancia de afectos, ideas, compromisos y acuerdos. Para que exista lealtad y fidelidad deben ser valoradas la confianza, el respeto, la honestidad, la integridad y la credibilidad. 
Muchas veces nos alarmamos cuando observamos muestras de infidelidad y falta de lealtad en amistades, empresas, familias y en otros ámbitos de la vida. Podemos quejarnos y sentirnos traicionados, pero pocas veces consideramos que la lealtad requiere reciprocidad.  En otras palabras, mi lealtad hacia ti depende de tu lealtad hacia mí, por lo menos a largo plazo. 
En qué términos podemos expresar esa reciprocidad; sin duda, que en los que yo valoro porque satisfacen mis particulares necesidades o circunstancias de ese momento. Es cierto que una palabra de aliento siempre será bienvenida, pero con seguridad apreciaríamos más un plato de alimento cuando estamos falleciendo de hambre. 
No debemos intentar comprar la lealtad ni la fidelidad, porque sería dudosa y poco duradera una relación negociada en esos términos. Menos aún intentar comprarlas intercambiando “espejitos” por cosas más valiosas. La verdadera lealtad es reconocible cuando el apoyo y aporte al otro contribuye a  hacer de éste alguien mejor. La reciprocidad en busca de equilibrio, correspondiendo de similar manera, es vital para conservar la lealtad y la fidelidad en el tiempo. 
No se trata de un intercambio de favores, no es el pago por un servicio brindado,  es un compromiso  de futuro con esa otra persona. Las relaciones puramente comerciales se pagan y cancelan en términos económicos, por tanto, si no existe ningún ingrediente humano adicional es tonto esperar lealtad y fidelidad, cuando las cuentas se saldan con un simple pago.   
Para tratar de aclarar de manera sencilla el concepto de lealtad, podemos hacer referencia a la frase del escritor Habeeb Akande, quien dijo: “La lealtad de una esposa se prueba cuando su marido no tiene nada. La lealtad de un marido se prueba cuando lo tiene todo”. 
“Da lealtad y la recibirás de vuelta”, afirma el famoso jugador de grandes ligas Tommy Lasorda. La lealtad es vital para conservar una relación a largo plazo, en la cual ganar-ganar es el objetivo. La fortaleza de parejas, familias,  equipos, empresas, sociedades y países se basa en la lealtad y fidelidad entre sus miembros y entre éstos y las organizaciones e instituciones que conforman la sociedad. También es cierto que no existe lealtad ni fidelidad cuando el oportunismo es la razón de ser de éstas. “Es imposible ganarte la lealtad en un día. Te la ganas día a día”, refiere el autor y orador estadounidense Jeffrey Gitomer. 
En el caso de las empresas, las primeras muestras de lealtad deben provenir de la empresa y sus líderes, para poder exigir reciprocidad en la relación. Entonces, una empresa debe ser leal a sus empleados si espera que éstos le sean leales y fieles a futuro. 
Si bien es cierto que la lealtad es buena para cualquier relación, también es cierto que la lealtad ciega no es buena, al respecto decía el popular escritor, orador y humorista estadounidense Mark Twain: “Lealtad al país siempre. Lealtad al gobierno cuando se lo merece”. Ser leales y fieles no significa obediencia sin límites, por el contrario, opinar o criticar de manera seria y constructiva es una excelente demostración de auténtica lealtad y fidelidad. 
En la vida debemos comenzar por ser leales a nosotros mismos y fieles a nuestros valores, evitando que pasiones, deseos y emociones nos lleven por otros caminos.

22 de Octubre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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