La lealtad tiene que ser un camino de doble vía.
Miguel A. Terán
La palabra lealtad transita por la vida en
compañía de su gemela la fidelidad, aunque en realidad son prácticamente
sinónimos. El diccionario las define asociándolas con la firmeza y
constancia de afectos, ideas, compromisos y acuerdos. Para que exista lealtad y
fidelidad deben ser valoradas la confianza, el respeto, la honestidad, la integridad
y la credibilidad.
Muchas veces nos alarmamos cuando observamos
muestras de infidelidad y falta de lealtad en amistades, empresas, familias y
en otros ámbitos de la vida. Podemos quejarnos y sentirnos traicionados, pero
pocas veces consideramos que la lealtad requiere reciprocidad. En otras
palabras, mi lealtad hacia ti depende de tu lealtad hacia mí, por lo menos a
largo plazo.
En qué términos podemos expresar esa reciprocidad;
sin duda, que en los que yo valoro porque satisfacen mis particulares necesidades
o circunstancias de ese momento. Es cierto que una palabra de aliento siempre
será bienvenida, pero con seguridad apreciaríamos más un plato de alimento
cuando estamos falleciendo de hambre.
No debemos intentar comprar la lealtad ni la
fidelidad, porque sería dudosa y poco duradera una relación negociada en esos
términos. Menos aún intentar comprarlas intercambiando “espejitos” por cosas
más valiosas. La verdadera lealtad es reconocible cuando el apoyo y aporte al
otro contribuye a hacer de éste alguien mejor. La reciprocidad en busca
de equilibrio, correspondiendo de similar manera, es vital para conservar la
lealtad y la fidelidad en el tiempo.
No se trata de un intercambio de favores, no es el
pago por un servicio brindado, es un compromiso de futuro con esa
otra persona. Las relaciones puramente comerciales se pagan y cancelan en
términos económicos, por tanto, si no existe ningún ingrediente humano
adicional es tonto esperar lealtad y fidelidad, cuando las cuentas se saldan
con un simple pago.
Para tratar de aclarar de manera sencilla el
concepto de lealtad, podemos hacer referencia a la frase del escritor Habeeb
Akande, quien dijo: “La lealtad de una esposa se prueba cuando su marido no
tiene nada. La lealtad de un marido se prueba cuando lo tiene todo”.
“Da lealtad y la recibirás de vuelta”, afirma el
famoso jugador de grandes ligas Tommy Lasorda. La lealtad es vital para
conservar una relación a largo plazo, en la cual ganar-ganar es el objetivo. La
fortaleza de parejas, familias, equipos, empresas, sociedades y países se
basa en la lealtad y fidelidad entre sus miembros y entre éstos y las
organizaciones e instituciones que conforman la sociedad. También es cierto que
no existe lealtad ni fidelidad cuando el oportunismo es la razón de ser de
éstas. “Es imposible ganarte la lealtad en un día. Te la ganas día a día”,
refiere el autor y orador estadounidense Jeffrey Gitomer.
En el caso de las empresas, las primeras muestras
de lealtad deben provenir de la empresa y sus líderes, para poder exigir
reciprocidad en la relación. Entonces,
una empresa debe ser leal a sus empleados si espera que éstos le sean leales y
fieles a futuro.
Si bien es cierto que la lealtad es buena para
cualquier relación, también es cierto que la lealtad ciega no es buena, al
respecto decía el popular escritor, orador y humorista estadounidense Mark
Twain: “Lealtad al país siempre. Lealtad al gobierno cuando se lo merece”. Ser
leales y fieles no significa obediencia sin límites, por el contrario, opinar o
criticar de manera seria y constructiva es una excelente demostración de
auténtica lealtad y fidelidad.
En la vida debemos comenzar por ser leales a nosotros
mismos y fieles a nuestros valores, evitando que pasiones, deseos y emociones
nos lleven por otros caminos.
22 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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