“La enfermedad del ignorante es ignorar su propia
ignorancia”.
Amos Bronson Alcott (1799 - 1888). Pedagogo y escritor estadounidense.
REFLEXIÓN: Casi con similar significado el filósofo griego Aristóteles decía que “La
verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”. Entre cientos de
frases y pensamientos referidos a la ignorancia, que dejan clara su
importancia, el famoso novelista francés Honoré de Balzac expresó una de las
más contundentes: “La ignorancia es la madre de todos los crímenes”.
Es cierto que entre los dos extremos del continuo,
conocimiento e ignorancia, queda mejor protegido quien posee el conocimiento.
De hecho siempre se ha afirmado que conocimiento es poder, pero en realidad el
poder que otorga el conocimiento es dado más por la ignorancia de la otra
parte, que por el conocimiento en sí mismo. Y Albert Einstein, dando un punto de
equilibrio, afirmaba que “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no
todos ignoramos las mismas cosas”.
Un autor anónimo reconocía que “El mundo no está
lleno de maldad, sino repleto de ignorancia”. Sabias palabras, porque de no ser
por la ignorancia la maldad no tendría cabida en el mundo. El ignorante es
víctima fácil de la mentira, los engaños y, en general, de los
depredadores. Un vendedor, carente de toda ética decía “Todos los días
salen muchos tontos a la calle, el que los agarre son de él”, podríamos
sustituir la palabra tonto por ignorante, para colocarla en el contexto de esta
reflexión.
Expresaba el humanista y filósofo español Juan
Luis Vives que “La ignorancia nos hace esclavos, porque la tiranía de la
ignorancia es la más dura, más triste y melancólica de las esclavitudes”. Hace más de dos
milenios uno de los Siete Sabios de Grecia, el filósofo Cleóbulo, ya planteaba
con preocupación que “Nada
hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes” La razón para
que subsistieran unos y otros, es que los charlatanes engañan aprovechándose de
la ignorancia del engañado.
Otro autor anónimo expresaba que “Lo peor de la
ignorancia es que a medida que se prolonga, adquiere confianza”. Y esa
confianza, podría convertirla en ignorancia activa, a la cual temía el
pensador, científico y dramaturgo alemán Goethe.
El político, estadista y escritor británico
Benjamin Disraeli afirmaba que “Ser consciente de la propia ignorancia es un
gran paso hacia el saber”. Exponer
la ignorancia parece un riesgo, pero ocultarla es uno mayor, porque nos
condenamos a no aprender. El teólogo alemán Thomas De Kempis decía “Si te
parece que sabes mucho y entiendes mucho, ten por cierto que es mucho más lo
que ignoras”. Sin embargo, y tristemente, un proverbio árabe nos advierte
“Aconseja al ignorante y te tomará por su enemigo”.
El Premio Nobel de Literatura (1934) el italiano
Luigi Pirandello reconocía que siempre estamos dispuestos a negar aquello que
no comprendemos, lo cual entorpece muchos procesos, cambios y avances. Por su
parte, el poeta italiano Arturo Graf, tal vez complementaba a Pirandello,
afirmando que “El saber y la razón hablan, mientras la ignorancia y el error
gritan”.
Como recomendación, cada vez que se nos dificulte
ser humildes para reconocer que no sabemos, tengamos presente, las palabras del
escritor español, Baltasar Gracián quien afirmó “El primer paso de la
ignorancia es presumir de saber”. Pero también es cierto –y aquí se permiten
opiniones - que algunas veces la ignorancia nos ayuda a ser felices, así sea de
manera temporal. Por ello, en el amor y amistad, un poco de ignorancia ayuda.
Se dice que hay razones que solo entiende el corazón.
Miguel A. Terán
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.
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reflexiona y cambia para mejor, todo cambiará para mejor.
“Sueña, vive, reflexiona, aprende, ayuda y ora”.
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