Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844
-1900). Filósofo Alemán.
REFLEXIÓN: La gente se convierte en mentirosa engañando a
los demás. El mentiroso de manera consciente e intencionada oculta parcial o
totalmente la verdad, pero es común que le agregue elementos a esa "verdad" que la
alteran o distorsionan.
Pasado el tiempo, sin darse cuenta termina engañándose a
sí mismo, al convencerse que su mentira es verdad. Mentirse a sí mismo
no es solo la mentira más común, sino la más dañina, porque nos convence,
hasta tal punto, que convertimos nuestras mentiras en verdades indiscutibles e
irrefutables, cayendo en nuestra propia trampa.
En oportunidades comenzamos la mentira asignándonos
características personales y sociales deseables, convenciéndonos que somos así, aunque la realidad es que nuestras decisiones, conductas y acciones demuestran
lo contrario. Podemos llegar a considerarnos como verdaderos ejemplos y modelos
de virtudes, integridad y bondad, historia que terminamos creyéndola solo
nosotros mismos. Un proverbio chino dice que la mentira produce flores, pero no
frutos.
A lo largo de la historia, personas, familias y
sociedades han sido víctimas de individuos que han podido convencerse a sí
mismos y a otros de sus mentiras, logrando adeptos y seguidores a sus causas y,
en algunos casos, consiguiendo fanáticos de sus locuras. A este tipo de individuo, no podemos
menospreciarle sus dotes de “Encantador de Serpientes”, ni sus habilidades
histriónicas o de teatro, ni su convincente verbo, así como la pasión que da
sustento a sus mentiras.
El problema es que la mentira requiere de muchas otras mentiras
para sostenerse en el tiempo, haciéndose verdad aquella frase atribuida al
tristemente célebre político alemán Joseph Goebbels, quien afirmaba que “una
mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Las palabras del autor de
comedias griegas Publio Terencio,
expresaban que “Una mentira va pisándole los talones a otra”, lo cual es
realmente cierto.
Expresaba Mateo Alemán, escritor español del siglo XVI: “Quien quiere mentir, engaña y el que quiere engañar, miente”. En
realidad no somos - ni más ni menos – que como actuamos a lo largo y ancho de
cada uno de nuestros días, más allá de lo que podamos consciente e
inconscientemente aparentar, decir o llegar a creernos. Un proverbio judío nos
advierte que con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de
volver. Cuando mentimos delante de nuestros hijos, aunque sea en beneficio de
éstos, estamos transmitiendo la tragedia del virus de la mentira a otras
generaciones.
Para quienes tenemos esperanzas en un mundo donde
prevalezca la verdad, continúan siendo esperanzadoras y tranquilizantes las
palabras del filósofo Sócrates, quien afirmó
que “La mentira nunca vive hasta llegar a vieja”.
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching
Web: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.
Referencia: Wikipedia
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