“Si hacemos el
bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos.”
Marco Tulio Cicerón. (106 AC- 43 AC). Escritor, orador
y político romano.
Audio / Vídeo en: http://youtu.be/cQTu39t3Oyk
REFLEXIÓN:
Hacer el bien pierde su pureza y efecto, cuando detrás del bien se oculta el
interés. Muchos individuos llegan a “hacer el bien” como un hábito; pero son
calculadores, siempre en busca de algo de ganancia o beneficio por su gesto.
Esos falsos benefactores
o bienhechores llegar a convencer, incluso a ellos mismos, de que son
personas bondadosas, hasta el punto de sentirse muy frustrados y dolidos –de
verdad- cuando no perciben la reciprocidad de las personas que ellos han
“ayudado”. Hace aproximadamente dos mil años, nos decía el filósofo Séneca, que quien ayudaba y esperaba recompensa por su
ayuda merecida ser engañado.
La realidad es
que una persona que verdaderamente ayude no está buscando ningún beneficio,
interés, mérito ni reconocimiento por lo que hizo, porque la satisfacción está
en haber hecho lo mejor que pudo. El historiador y Capellán del Rey de
Inglaterra durante el siglo XVII, Thomas Fuller, expresaba que: “La astucia puede
tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”.
La astucia
requiere de la ignorancia del otro para lograr lo que pretende; con otras
palabras lo expresaba el novelista y poeta cubano Reinaldo Arenas, cuando dijo: “Y no te asombres de mi
astucia sino de tu ignorancia que la hace resaltar”.
Es importante
tener presente, que nunca debemos ayudar o retribuir a otra persona solo en
consideración por lo que hemos recibido de ésta, porque estaríamos
convirtiendo la ayuda en una “Economía o Intercambio de Favores”. Tampoco es
válido considerar que por haber ayudado a alguien, éste estará en deuda eterna
con nosotros.
La
satisfacción, como se dijo líneas atrás, está en haber hecho el bien y
punto, no en esperar que se nos agradezca o retribuya. Más temprano que tarde
la gente se dará cuenta, en aquellos casos y personas, en que no fue desinteresada
la ayuda y se perderá todo el camino recorrido, el respeto, el agradecimiento
y la admiración. Por el contrario, ayudar sin interés de recibir nada a
cambio nos llena de armonía y paz interior. Recordemos que las expectativas
hacen mucho daño, por ello, ayudar sin expectativas de recibir nada a cambio es
la mejor manera de ayudar, y la única que siempre será satisfactoria para quien
ayuda.
El precio de
ser astutos, es una mala inversión, porque no podemos engañarnos a nosotros
mismos ni a los demás por mucho tiempo. Entonces, hagamos el bien sin mirar a
quien y sin esperar retribución alguna, más que la alegría de haber hecho lo
que dictaba nuestro corazón.
¡Feliz Día y
Feliz Semana!
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
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