Podríamos afirmar que el concepto de éxito se transmite
como parte del ADN cultural, que comienza en la familia y es reforzado o
desvirtuado por la sociedad en la cual nacemos o vivimos. El sistema social en su
totalidad, desde nuestros hogares, entre muchas cosas, nos alfabetiza imponiendo
un concepto de éxito para esa particular familia, sociedad o lugar
determinado.
Parece que existen pocas opciones y probabilidades de
cuestionarnos el concepto de éxito con el que de alguna manera se nos ha
adoctrinado, durante nuestro crecimiento y convivencia social. Es un hecho que
lo colectivo, literalmente, devora nuestra individualidad. No obstante, el concepto de éxito puede mutar en el tiempo
debido a la exposición a nuevos lugares, culturas, personas, circunstancias,
experiencias, educación y aprendizajes.
En algún momento de la vida nos hemos planteado
vivirla en línea recta, buscando siempre ir adelante y alcanzar nuevos objetivos,
retos y metas, pero llega un momento en que perdemos el horizonte y las
perspectivas, desvirtuamos sueños y
proyectos, y comenzamos a transitar en una vida circular, en vez de la lineal
que nos habíamos planteado. A partir de ese momento los días se repiten de
manera similar, haciendo todo el tiempo lo mismo –con ligeras variaciones- hasta convertirnos en uno más dentro de un
sistema, cada vez más global.
Es realidad que todos nacemos con muchos talentos,
pero al ser parte de un sistema, éste se encarga de anular una buena parte de
los mismos en busca de estandarizar y ser más manejable y predecible como
sistema. Ello ocurre en casi todo sistema social, no importa la tendencia
cultural ni política. El resultado es que podemos vivir una vida circular, sin
alcanzar todo nuestro potencial de desarrollo ni llegar a ser lo que pudimos
haber sido. Dejamos de tener voz y nos convertimos en un simple eco.
El presente nos consume, mientras corremos en el
círculo, el pasado permanece desaprovechado como reflexión y aprendizaje, tal
vez existente solo como fuente de autocrítica y eventuales depresiones; y el
futuro, algo abandonado, sin mucho tiempo para atenderlo y en consecuencia,
cargado de incertidumbres y angustias; y en general, cierta resignación y algo de fe, para
seguir haciendo lo mismo y esperando o soñando con resultados distintos, que nunca llegarán.
Las medidas tradicionales del éxito basadas en dinero,
posesiones, poder, prestigio, relaciones, estatus, reconocimiento y trofeos de
todo tipo, hasta personas trofeo, terminan engañándonos al convencer a nuestro
ego que ese es el camino. En muchas oportunidades ese desmedido afán de lograr
el éxito, nos lleva a tomar atajos, y es un hecho que no hay atajos para el
verdadero éxito. Alguien dijo que la vida es como un restaurante, nadie se va sin pagar.
Aquellos quienes se niegan a dejar de buscar el éxito
y pretenden llevar una vida en línea recta, de logro tras logro, sin darse
cuenta ni mucho menos reconocerlo también
caen en una terrible circularidad que les lleva a la insaciable búsqueda de más
logros, que unidos a una permanente y continua insatisfacción -al no valorar ni
disfrutar lo que ya tienen- pueden convertir la vida en algo miserable. Tengamos muy presente, que para alcanzar el verdadero éxito en la vida requerimos definir y establecer límites al éxito, porque la búsqueda ilimitada e insaciable del éxito, en algún momento hará de éste y de nuestra vida un gran fracaso.
Es importante definir el éxito desde temprano en
nuestra vida, porque pasados los años cuesta más dar vuelta atrás. Recordemos
que recogemos lo que sembramos. El riesgo al basar el éxito en hacer y tener
puede dejarnos al final del camino sin el ser.
En conceptos tomados de la genialidad de Stephen Covey, reconocemos que es importante transitar por la vida con una brújula en la mano y no con un cronómetro, porque de nada sirve llegar con buen tiempo al lugar equivocado. Todo a su debido momento. Desarrollarnos y crecer armónica y equilibradamente, en todos los aspectos de nuestra vida, es parte importante del éxito y de su disfrute. Lo lógico es preguntarse a dónde queremos ir antes de iniciar el camino y cual será nuestro objetivo al llegar allí, para no desvirtuar nuestros sueños.
En conceptos tomados de la genialidad de Stephen Covey, reconocemos que es importante transitar por la vida con una brújula en la mano y no con un cronómetro, porque de nada sirve llegar con buen tiempo al lugar equivocado. Todo a su debido momento. Desarrollarnos y crecer armónica y equilibradamente, en todos los aspectos de nuestra vida, es parte importante del éxito y de su disfrute. Lo lógico es preguntarse a dónde queremos ir antes de iniciar el camino y cual será nuestro objetivo al llegar allí, para no desvirtuar nuestros sueños.
Para concluir esta breve reflexión, el éxito no
debe ser medido en el corto plazo, porque sus auténticos resultados los
recogeremos en el tiempo, parcialmente en el transcurso de nuestra vida y siempre al final de ésta. Los resultados, positivos o negativos, del éxito serán -para bien o para mal - parte de nuestro legado o herencia. Entonces, antes de emprender el camino en su búsqueda consideremos que podemos encontrar el éxito y "el éxito".
Miguel A. Terán
http://miguelterancoach.blogspot.com
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