De
ninguna manera es fácil asumir la responsabilidad de establecer, manejar, dirigir y controlar el
establecimiento de adecuados límites, que regulen derechos y deberes de otras
personas, llámense éstos hijos o supervisados, en el caso de actividades de
trabajo. En estos tiempos, parte del
problema ocurre porque los límites sociales no están alineados o han sido
ampliados hasta rebasar sus bordes o líneas limítrofes, las cuales originalmente
habían sido establecidas o demarcadas con principios y valores compartidos socialmente.
En
muchas oportunidades y para muchos progenitores, la edad ha sido considerada como
un punto de referencia para cambiar o flexibilizar límites. En el caso, de las
edades legales, tomadas o mal tomadas –en muchos casos- como referencia
sociales, familiares o personales, debemos estar conscientes que una cosa es la
edad cronológica y otra la madurez. Esta última, como progenitores, la
conocemos cada uno de nosotros mejor que nadie, en el caso de nuestros retoños.
Por lo cual, los cambios en normas, reglas y libertades deben obedecer a una
adecuada mezcla entre edad y madurez, sin dejarnos presionar ni llevar por el
grupo.
La
palabra que siempre ha estado en discusión es LIBERTAD, pero la libertad es una
palabra que requiere ser adecuadamente utilizada, para tener derecho a
merecerla. La libertad conlleva RESPONSABILIDAD, porque cuando la libertad se
maneja o conduce sin responsabilidad, es que aún no se merece. Además la
responsabilidad exige enfrentar las consecuencias de nuestros actos.
El
riesgo es que algunas libertades a esas edades, niñez y adolescencia, pueden
tener consecuencias que nos marcan para toda la vida de adultos y con las
cuales tendremos que cargar por siempre. Ejemplos son muchos y variados,
embarazos tempranos, accidentes de tránsito, consumo de drogas o alcohol,
abandono de estudios, enfermedades de transmisión sexual, y muchas más, pueden
ser recuerdos eternos de tempranas e inmerecidas libertades.
El
resultado es que esa búsqueda de libertad por parte de los jóvenes y ese
flexible criterio de padres y educadores, y en algunos casos de la sociedad en
general, ha distorsionado el concepto de libertad, ubicándole más cerca del
concepto de libertinaje, con el irrespeto a las normas y el desenfreno en
pensamientos, decisiones, palabras y acciones.
Más
allá de lo que se haga o sea práctica en el entorno o medio donde vivimos o nos
desenvolvemos, entorno que en muchos casos, maneja conceptos detrás de los
cuales existen mezquinos intereses, no podemos evadir nuestra responsabilidad
como progenitores cuando otorgamos libertad a nuestros hijos, sin que tengan aún
la madurez para asumirla.
El
vídeo anexo complementa perfectamente las líneas escritas anteriormente o estas líneas complementan el vídeo. Espero sea de interés y reflexión para todos.
Miguel
A. Terán
www.miguelterancoach.blogspot.com
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