martes, 4 de febrero de 2025

Evitemos tomar a los demás como referencia para nuestra felicidad.

 Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Enero - Febrero 2025

El problema de alcanzar la felicidad es que siempre pretendemos buscarla fuera de nosotros, cuando en realidad está dentro de nosotros. Muchos siglos atrás el poeta Publio Siro reconocía que “Ninguna persona es feliz a menos que crea serlo”. En similar orden de ideas, el político estadounidense Abraham Lincoln afirmó “Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo”.

Más aún, muchos individuos ni siquiera tienen definido su concepto de felicidad en términos claros ni precisos; por lo tanto, se les hace muy difícil -quizá imposible- saber cuándo ésta ha sido alcanzada, corriendo el riesgo de convertirla en una “eterna búsqueda”.  


Igualmente, es un hecho, que la mayor parte de las veces tampoco definimos en términos claros y precisos hasta dónde queremos llegar en la vida, y ocurre que colocamos metas que se convierten solo en etapas de un recorrido más largo, las cuales van cambiando, llevándonos en un transitar infinito de meta en meta, sin saber nuestro destino final.

Evaluamos lo que otro posee o creemos que posee y consideramos que, si tuviéramos lo que esa persona tiene, podríamos ser tan o más felices que ella o él. En estos tiempos, las redes sociales están llevando nuestra imaginación sobre la felicidad de los otros hasta extremos, convirtiéndola en un problema de “silenciosa envidia colectiva”, con rasgos virales. En las redes sociales parece que nadie trabaja, lucha, ni se enferma ni sufre; el que la está pasando peor, está cuando menos en una playa.

“Todo mundo” parece viajar, ir a restaurantes y fiestas, tener vehículos del año, una casa lujosa, matrimonios felices, etcétera, pero en muchos casos eso es solo el cascarón, ya que nadie publica su parte gris; por ejemplo, sus deudas ni sus estados de cuenta de las tarjetas de crédito. Una referencia para precisar este tema es que las deudas atrasadas con más de 90 días en tarjetas de crédito, según Banco de la Reserva Federal de Nueva York, se incrementaron al 10.7% durante el primer trimestre de 2024, mientras el año anterior era del 8.2%, y es posible que mucha de esa felicidad en las redes sociales sea parte de esa estadística.

Desde una sencilla perspectiva es muy fácil imaginarnos a los demás infinitamente más felices que nosotros, y con seguridad, más felices de lo que en realidad lo son, por lo cual será imposible alcanzarlos en esa “felicidad” extrema. Esa felicidad envidiada o envidiable, tiene como referencia solo lo material, porque desconocemos los detalles y en realidad no se envidia el conocimiento o la espiritualidad.


Esa comparación es absolutamente subjetiva, porque comparamos solo en base a lo que interpretamos de lo que percibimos. Tengamos presente que cada uno tiene sus propias angustias, incertidumbres, problemas y circunstancias, y como dice un refrán popular “La procesión va por dentro”, porque no todos exteriorizan esos problemas, pesares y sufrimientos. Recordemos que no todo lo que brilla es oro.

Además, acostumbramos o posponer muchas alegrías, sueños y momentos para un incierto “después”, porque no concebimos la muerte como una realidad siempre presente, parece que morir es algo que le pasa solo a los demás, por lo tanto “tenemos tiempo” para dejar los momentos felices para un “después” o para un “más adelante”, que a lo mejor nunca llegará.

Expresaba el escritor y aviador estadounidense, Richard Bach, “Si tu felicidad depende de lo que hagan los demás, supongo que estarás en aprietos”. La felicidad propia con referencia a la felicidad de otros no es posible alcanzarla, porque siempre imaginamos a los otros más felices de lo que en realidad son, nos decía el escritor y político francés Barón de Montesquieu.

Por su parte, el poeta italiano del siglo XVIII, Pietro Metastasio, afirmaba que “Si las íntimas preocupaciones de cada cual se leyeran escritas sobre su frente. ¡Cuántos que causan envidia nos generarían lástima!”. Vemos lo superficial, pero no es fácil ver los sufrimientos, esfuerzos ni fracasos. Podemos llegar a envidiar a alguien, simplemente por desconocimiento de lo que ese alguien enfrenta a diario, para hacer y tener lo que envidiamos.

Las comparaciones siempre son incompletas, porque es imposible verificar todos los detalles y variables, para hacerlo de manera justa y equilibrada. Es fácil ver o entrarse de algunos logros de alguien, las noticias y el rumor corren rápido, pero no es fácil -como mencionamos- conocer y comprender los esfuerzos y sacrificios de esa persona para alcanzar tales logros.

También es muy común que atribuyamos los logros de otros a la suerte, a sus relaciones o contactos, pero en realidad existen muchos logros –por supuesto con excepciones- que corresponden al resultado de los pequeños y grandes esfuerzos y sacrificios de cada día.

Además, nuestra felicidad debe complementarse con la felicidad de los demás, para que nuestro entorno sea feliz. El famoso piloto brasileño Ayrton Senna da Silva, Tricampeón Mundial del Premio de Fórmula 1, luego de su trágico fallecimiento, quedaron al descubierto varias instituciones de ayuda y beneficencia que él mantenía en total y absoluto anonimato. Ese excepcional ser humano lo había entendido, al haber manifestado:  "No puedo vivir en una isla de prosperidad, cuando estoy rodeado de un mar de miseria".

El hermoso poema Desiderata del estadounidense Max Ehrmann, publicado en 1948, expresa en una de sus estofas “Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y pequeñas que tú”. En realidad, el reto en nuestras vidas es compararnos y superarnos a nosotros mismos, para lograr ser lo que deseamos y podemos llegar a ser.

 Miguel A. Terán 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

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