Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper, Miami, Florida, USA. Nov- Dec. 2022
www.miguelterancoach.blogspot.comwww.lidervoice.comAunque el diccionario de la Real Academia
de la Lengua Española define la palabra idealizar como “Elevar las cosas
sobre la realidad sensible por medio de la inteligencia o la fantasía”, en la
práctica al idealizar estamos exagerando en positivo las características o virtudes de
algo o alguien, a la vez que disminuimos o eliminamos las características negativas
de ese algo o alguien.
A través de nuestra percepción
interpretamos lo que llega a nosotros del entorno o ambiente, organizamos la información que
recibimos y le damos sentido, pero todo ello de acuerdo con nuestras propias
creencias y paradigmas. De esa manera otorgamos a ese algo o alguien una
calificación cercana a la “perfección”, elevando lo bueno y disminuyendo lo malo,
un mezcla o coctel muy dañina para una percepción sana, justa o equilibrada.
Lo mismo, pero en contravía, hacemos con
lo que criticamos de otro algo o alguien que no nos gusta. Le quitamos todo
lo bueno y le agregamos todo lo malo, desvirtuando la realidad.
Pero la definición del diccionario parece
no reconocer que la idealización se basa más en la ignorancia y las emociones, que
en la inteligencia y quizá en algo o mucho de fantasía. Es común que una
persona que idealiza a otra suela sentirse inferior, y creer que está ante alguien
inalcanzable o de otro nivel.
Idealizamos personas, parejas, hijos,
amistades, líderes, cosas, momentos, y mucho más, aceptando el espejismo que la
mayoría de éstos representan. La idealización, en muchos casos, se basa en
recuerdos de situaciones puntuales, que fueron más la excepción que la regla,
pero que las hemos convertido en la regla.
Podemos idealizar algo o alguien por
inseguridad ligada a la nuestra escasa autoestima o falta de conocimiento. Pero,
sin duda, vuelvo y repito, que nuestra ignorancia es quien nos guía hacia la
idealización. Podemos incluso llegar a mitificar
teorías, personas y sucesos, otorgándoles carácter divino o heroico. Muchas de las
cuales no son verdad, sino parte de la admiración y exagerada estima que se les
tiene.
También es un hecho que idealizar, en
algunos casos, coloca una exagerada expectativa en algo o alguien, que se
transforma en una ilimitada –y hasta irracional- exigencia y potencial
frustración, cuando no se cumplen la expectativa de tan elevado nivel. El amor es uno de
los sentimientos humanos que más idealización ha recibido a través de
tiempos, pero también de mayores decepciones y frustraciones.
Cuando idealizamos a ese alguien, éste
comienza a ser lo que nos falta a nosotros, nuestro supuesto complemento, la razón de
ser, nuestra solución. Ante ese individuo nuestra percepción se llena de
filtros que nos impiden reconocer los hechos y la realidad, mientras solo
aceptamos lo que está acorde a nuestra idealización. Lo demás ni siquiera lo
vemos, y sí lo vemos, lo justificaremos.
Idealizar, de alguna o de muchas maneras,
es autoengañarnos, aceptando una ilusión que oculta lo que no queremos
reconocer como posible o imposible. Cuando idealizamos comenzamos a transitar
en los extremos, porque el idealismo no funciona en puntos medios. El escritor
y orador en materia filosófica y
espiritual Jiddu Krishnamurti afirmaba que
“Desde el momento que se sigue a alguien se deja de seguir la
verdad”.
La idealización infunde o persuade, a
quienes la siguen, de su realidad, distorsionando personas, cosas, sucesos o
eventos, y creando en muchos casos máscaras, palabras y discursos, en los que
se ocultan falsos ideales.
Tengamos presente que nuestra percepción
es selectiva, por esa razón aceptamos lo que está alineado con nuestra forma de
pensar y rechazamos lo que está en contra. El brillante filósofo Nietzche,
consideraba que no existen hechos, solo interpretaciones.
Una parte del poema de Ramón De Campoamor,
el poeta español, nos dice: «En este mundo traidor nada es verdad ni
mentira todo es según el color del cristal con que se mira». El requisito para que la idealización
germine en las sociedades, es la ignorancia de los miembros de esa sociedad. La
idealización cuando se hace colectiva se convierte en ideología y ésta va
consumiendo las mentes y espíritu de los miembros de la sociedad, hasta un punto en
que sus seguidores pierden lacapacidad de criticar, llenándose de
creencias y paradigmas alineados con esa particular ideología.
Muchas ideologías comenzaron como
alternativas u opciones válidas en busca o explicación de la verdad o la solución de
problemas, pero llegan a extremarse hasta un punto en que se pierden o
desvirtúan las ideas originales; y con ellas, la razón. Las ideologías, a través de
la historia de la humanidad, han reducido la realidad a determinados intereses de
grupos dominantes, justificando y validando adoctrinamientos y controles.
Debemos evitar idealizar, reconociendo la
existencia y el valor del camino medio, para tomar puntos de vista, decisiones y
acciones equilibradas que nos permitan llevar vidas balanceadas y
armónicas.
Entonces, aceptar otras posibilidades
distintas a las nuestras y estar abiertos a la discusión y el intercambio de ideas,
parece ser el reto que nos permitirá expandir nuestros horizontes y puntos de vista, y
será la única vía para cambiar, transformarnos, desarrollarnos y crecer.
Expresaba Franklin D. Roosevelt, Político y expresidente estadounidense «No somos
prisioneros del destino, sino prisioneros de nuestra propia mente».
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