El
miedo nos controla y con el miedo nos controlan.
Miguel
A. Terán
El
diccionario describe la palabra miedo como una emoción desagradable, de
angustia, provocada por la percepción de un peligro o riesgo, real o imaginario,
presente o futuro. Aunque también, algunas veces, experiencias o hechos que consideramos negativos
–propios o ajenos- por referencia del pasado nos llenan de miedo en el presente,
limitando nuestro futuro. El filósofo griego Aristóteles, en línea con esta descripción,
afirmaba que “El miedo es un sufrimiento producido por la espera de un mal”.
Desde pequeños nos acostumbran a pensar en el futuro, en muchos casos, sacrificando el presente. Parte importante del miedo ocurre cuando –consciente o inconscientemente- vivimos más en el futuro, lugar donde por desconocimiento e incertidumbre es fácil llenarse de angustias y miedos. Al respecto, el escritor francés Charles Péguy, reconocía y recomendaba comprender que “A cada día le bastan sus temores, y no hay por qué anticipar los de mañana”.
Cuando
perdemos la paz, su lugar lo ocupa el miedo. También podríamos considerar que el
miedo nos hurta la paz. Una vez que tenemos miedo ya no nos sentimos en paz. Parafraseando al escritor y eclesiástico
español Fray Antonio de Guevara, podríamos expresar que cuando nos vaciamos de
esperanza, yo diría de fe, nos llenamos de miedo.
Entonces,
el miedo nos quita la paz y con ella la felicidad, y al perder ambas, también perdemos
mucho de lo bonito de la vida. Planteaba
la periodista y locutora de radio estadounidense Dorothy Thompson, que
“Luchar contra el miedo es toda una epopeya. Solo cuando no tenemos más miedo es
que comenzamos a vivir”. En similar orden de ideas, el mismo Aristóteles
afirmaba que “El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre”.
Muchos
y variados miedos nos atrapan durante las diferentes etapas de nuestra vida;
aunque paradójicamente, algunos de los miedos más difíciles de enfrentar y
superar son los relacionados con nuestro propio reto de cambiar. El novelista y
filósofo ruso Fyodor Dostoyevsky reconocía que “Tomar un nuevo paso o decir una
nueva palabra, es lo que la gente teme más”.
Nos
llenamos de miedos, la sociedad nos llena de miedos, le interesa que tengamos
miedo. Todos transmitimos miedos y somos parte del engranaje del miedo
colectivo, sin ni siquiera saberlo. El escritor uruguayo Eduardo Galeano,
afirmaba que “Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el
poder come miedo, ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio
poder genera para perpetuarse”.
“Aquel
que más posee, más miedo tiene de perderlo”, expresaba el pintor, escultor e
inventor italiano Leonardo Da Vinci. El antes mencionado Eduardo Galeano,
ratificaba ese miedo de muchas personas, diciendo: “Quien no está preso de la
necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las
cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que
tienen”.
El
extremo del miedo es el terror y de allí deriva la palabra terrorismo, de
triste moda en estos tiempos. El
terrorismo utiliza como herramienta de dominación el terror, ejecutando
sucesivos actos de violencia para producir alarma y daño, dirigidos a infundir
o causar terror en la población. Se dice que el miedo es un arma de dominación
política y de control social. “Si quieres controlar a alguien, todo lo que
tienes que hacer es hacerle sentir miedo”, expresa el autor brasileño Paulo
Coelho.
Es
un hecho que “Somos esclavos de nuestros miedos. El que teme es un esclavo”,
tal cual lo decía el filósofo romano Séneca. Mientras el pensador
estadounidense Ralph Waldo Emerson,
afirmaba que “Todos los días debemos
conquistar un poco del miedo que sentimos, ese es el secreto de la vida”. Sin
embargo, son válidas las palabras del escritor suizo y Premio Nobel de
Literatura, Hermann Hesse, al reconocer que “Cuando se teme a alguien es
porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros”.
El
miedo impide que seamos libres. Muchos de nuestros miedos, por costumbre, al
ser parte del sistema cultural y social, no los reconocemos como miedos, pero
ellos nos controlan, esclavizan y limitan, aunque algunos son válidos como experiencias
de desarrollo y crecimiento. Los progenitores, con todo amor, llenan a sus hijos
de miedos e inseguridades culturalmente aceptadas y reforzadas. No obstante, con
toda seguridad seriamos capaces de hacer y cambiar muchas cosas si no tuviéramos
miedo. Entonces, tengamos presente las palabras de George Addair “Todo lo que siempre has querido se encuentra al otro
lado del miedo”.
30
de Noviembre de 2015.
Miguel
A. Terán
Psicología,
filosofía y coaching.
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Nota:
imagen extraída de la web
Referencias:
Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española.
Buenisima la reflexion
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