LA SUPERFICIALIDAD ESTÁ DEJANDO VIDAS Y SOCIEDADES
VACÍAS Y SIN SENTIDO.
Miguel A. Terán
Con regularidad se hace referencia al
desarrollo y a la tecnología, pero nos gusta poco enfrentarnos a los vacíos que
éstos dejan en las gentes y en la sociedad, en general. Con solo dar un vistazo
a las estadísticas de consumo de drogas, divorcios y suicidios, ya podemos
poner en duda el tan cacareado desarrollo, que muestra y exagera solo una cara
del tema, pero que deja oculta la otra.
Cuando alguien se atreve u osa a comentar estos
temas, corre el riesgo de recibir etiquetas, que hacen perder a los seguidores
más susceptibles. Es sin duda bonito ver lo bonito, pero ello no siempre
significa que lo feo ha desaparecido. No se puede tapar el sol con un dedo,
aunque tal vez lo logremos solo en su circunferencia, pero su resplandor
continúa iluminando.
“Las necesidad son finitas, los deseos son
infinitos”, nos dice el reconocido filósofo canadiense Lou Marinoff. Cuanto más
saciamos el deseo más necesitamos saciarlo. La superficialidad se encuentra en
los deseos, que nos llevan a hacer para tener, siempre buscando más, pero
olvidando lo que somos. Equivocadamente, muchos individuos tratan de
encontrase a si mismos solo a través de esta ruta.
Basta recorrer un poco para encontrarnos con
cuerpos muy bien vestidos y almas desnudas. Nos sorprende cuando alguien que es
reflejo de “éxito”, según la concepción común, nos deja ver su pobre y mutilado
lado humano, social y espiritual. Es triste, pero cada vez más las sociedades
se llenan de esos individuos que mencionaba el escritor irlandés Oscar Wilde,
que “saben el precio de todo, pero el valor de nada”, que buscan la marca y la
etiqueta para poder otorgar valor, porque no ven más allá de esos dos
elementos.
Es un hecho que la prosperidad sin conciencia,
distorsiona y finalmente disuelve las relaciones contribuyendo a debilitar
parejas y familias, y finalmente sociedades.
Expresaba con preocupación un autor anónimo, que
“Los gimnasios se llenan y las librerías se vacían. Creando generaciones en
forma y sin nada que decir”. El reconocido José Saramago, escritor portugués y
Premio Nobel de Literatura (1998), comentaba: "Todo el mundo me dice que
tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he oído a nadie
decirle a un deportista: tienes que leer".
Es difícil sentirse satisfecho y contento,
encontrar momentos de paz, en una sociedad donde todos los días aparece
un nuevo objeto de deseo. La tecnología de apenas ayer, ya está obsoleta
hoy. La gente corre tras ese nuevo juguete tecnológico, no necesariamente
en busca del juguete, sino en busca de un sentido a su existencia. “No hay
mayor desgracia que no saber contentarse” nos decía el filósofo chino Lao Tzu.
Junio 19, 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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