“Incluso la
gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira
antes de cruzar la calle”.
Stephen
Hawking (n. 1942).
Científico británico.
Audio / Vídeo: No disponible por razones técnicas hasta el próximo 18 de Agosto de 2014.
REFLEXIÓN:
Decía el escritor más importante de la lengua inglesa William Shakespeare, algunos siglos atrás, que el
destino es quien baraja las cartas, pero nosotros somos quienes las jugamos. Si
creemos en el destino, para lo cual habrán argumentos válidos, también debemos
estar conscientes que tenemos la posibilidad de decidir y actuar, por
tanto, no podemos dejar la responsabilidad de nuestra vida solo en manos
del destino.
El filósofo y
escritor francés Jean-Paul Sartre, afirmaba que no somos otra cosa
que lo que hacemos de nosotros mismos. Y el intelectual y político alemán,
Wilhelm Von Humboldt, refería que la manera en que una persona toma las riendas
de su destino es más determinante que el mismo destino. Existe el destino, la
fatalidad y el azar, según el filósofo Séneca, pero para no caer en discusiones
filosóficas, también es cierto que lo que hagamos parece determinante para
poder cambiar nuestro destino.
La realidad es que al destino lo construimos cada día, con lo que hacemos o dejamos de hacer. Si nos quedamos parados, haciendo nada, es una buena manera de ser atropellados por el destino. Por ello, cuando no fijamos un destino al cual queremos llegar, nos condenamos a andar por la vida sin rumbo cierto. El escritor y periodista estadounidense Stephen Crane, consideraba que quien puede cambiar la forma de pensar puede cambiar también su destino.
El famoso
novelista, poeta y dramaturgo español Miguel de Cervantes, universalmente conocido por haber
escrito Don Quijote de la Mancha, planteaba que cada cual se fabrica su propio
destino.
Pensar que
estamos condenados a nuestro destino o que somos el resultado de nuestras
circunstancias es reconocer que nada podemos hacer para cambiarlo, y es allí
donde lo planteado por Stephen Hawking suena a contradicción, porque si creemos
ciegamente en el destino, entonces no deberíamos mirar a los lados al cruzar la
calle, para no alterarlo o cambiarlo.
Con nuestros
pensamientos, decisiones, palabras y acciones haremos nuestro destino y eso
será lo que mereceremos. Necesitamos precisar dónde estamos y adónde queremos
llegar, cuándo y de qué manera, uniendo compromiso, voluntad, acción y
esfuerzo, para superar nuestro destino.
Miguel A.
Terán
Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.
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