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NECESIDAD DE UN ENFOQUE SISTÉMICO -
Cuando la
actividad laboral o de trabajo permite satisfacer necesidades, no solo
económicas sino profesionales y personales; paralelamente, se incrementa
en los trabajadores, empleados o colaboradores, el nivel de
motivación y compromiso para con la empresa y con la actividad que realizan, lo
que se refleja en un ambiente laboral que propicia mayor productividad y
mejores resultados.
Quienes
tenemos la responsabilidad de supervisar debemos entender a esos colaboradores
desde un punto de vista sistémico. ¿Qué significa esto? Simplemente, que los
seres humanos son un sistema complejo con necesidades de diferente
índole, físicas, psicológicas, emocionales y espirituales, que deben ser
satisfechas de manera armónica y equilibrada para poder llegar a crecer como
personas y seres humanos, condición previa y necesaria para un auténtico,
armónico y equilibrado crecimiento profesional y gerencial.
Es importante
aclarar, que es literalmente imposible alcanzar un genuino y auténtico
crecimiento profesional y gerencial, si antes y en paralelo, no hemos logrado
desarrollarnos primeramente como personas y seres humanos.
Lo expresado en el párrafo anterior no significa que
alguien, en particular, no pueda haber progresado y asumido nuevas
responsabilidades sin la debida madurez personal y humana, simplemente
significa que más temprano que tarde esas limitaciones y carencias en lo
personal, humano y social –si no son superadas- afectarán o limitarán las
perspectivas y conciencia de los roles que debemos jugar, de la sensibilidad
requerida para interactuar con otros, del sano equilibrio en nuestras
decisiones y acciones, del entendimiento acerca de los diferentes roles de cada
individuo, de la firmeza de valores y principios, etcétera.
Innumerables investigaciones han demostrado el importante
rol del supervisor en la satisfacción de las necesidades de sus colaboradores.
Es clave comprender que el trabajo puede ser fuente de crecimiento o
anulación; y en manos de quien supervisa inadecuadamente, pueden diluirse muchos
potenciales y otros tantos sueños, de sus supervisados. Las palabras de un
supervisor pueden construir o destruir, como lo hace el lenguaje en cualquiera
otro ambiente, con la diferencia que en una relación de trabajo existe la
jerarquía y su influencia.
El trato justo y equitativo para con los supervisados, la
palabra de estímulo en el lugar y momento indicado, la sensibilidad y
compromiso para entender sus problemas personales y orientarle más
allá de lo puramente laboral, solo será posible si concebimos al ser
humano desde una perspectiva sistémica. En otras palabras, es vital
para quienes tiene la responsabilidad de dirigir personas, comprender éstas no
son solo recursos, sino también personas y sobre todo seres humanos.
Solo al definir, compartir, alinear y poner en práctica
los principios y valores que guiarán a la empresa, así como a sus
equipos de trabajo y colaboradores, será viable lograr mayores niveles de
compromiso y la consecuente productividad. El verdadero poder de quien
dirige no debe sustentarse o basarse en las alternativas de control y jerarquía
de que éste dispone, sino por el contrario en su capacidad para desarrollar
compromiso y confianza en su gente, cuyo requisito previo es
dedicar el necesario tiempo para madurar la relación con los miembros de
nuestros equipo de trabajo, lo que permitirá a las partes involucradas y
a la organización alcanzar las metas propuestas, para beneficio de todos.
Temas de Liderazgo y Gerencia
Miguel A. Terán
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