“Si
exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros
problemas perderían importancia”.
Anatole France
(1844 -1924). Escritor francés. Premio Nobel de Literatura (1921)
REFLEXIÓN:
Definitivamente parece que tenemos una tendencia natural, casi genética, a
exagerar lo malo. Aunque debemos tener presente que hasta las baterías o pilas
eléctricas tienen un lado positivo y otro negativo. En el mismo orden de ideas,
de la versión negativa, el novelista ruso Fiodor Dostoievski, decía
que nos complace enumerar nuestros pesares, pero no enumerar nuestras alegrías.
Hay quienes se
dedican a buscar lo malo o lo negativo en todo y a todo. Cuando esta actitud
pasa a ser el enfoque que domina nuestros pensamientos y palabras, nos
convertimos en auténticas “nubes negras”, convenciéndonos a nosotros mismos y
tratando de convencer a los demás, que vivimos en un mundo descolorido y
lúgubre, triste y sin esperanzas.
Las noticias
amarillistas, sensacionalistas o alarmistas traen audiencia y grandes
dividendos a los medios de comunicación social, convirtiéndose en virales
dentro del morbo de muchos usuarios de las redes, mientras que hacen daños
irreparables en nuestros valores. Se dice que: "Las mentes grandes y
brillantes hablan de ideas; las mentes medianas hablan de hechos; las mentes
pequeñas hablan de sucesos; y las mentes pobres y mediocres hablan de los
demás".
En muchas
oportunidades, a una buena noticia la sigue el tradicional “si pero”, que es el
complemento que tiende a oscurecerla, llenándola de tinieblas. En otras
palabras, la noticia es buena, “pero” resulta que para alguien o para el propio
que la recibe tiene un “pero”, que le cambia la polaridad de positivo a
negativo.
Son muchas las
cosas buenas que nos pasan todos los días, pero las vemos sin apreciarlas, en
modo automático, ni mucho menos valorarlas. Andamos detrás de algún
deseo, sueño u objetivo, que equivocadamente pensamos que al alcanzarlo seremos
felices, “pero” luego de lograrlo surgirán otros “peros”. Tristemente,
parece necesario reconocer que solo se valora lo que se pierde. Llenemos,
entonces, nuestros pensamientos y corazones de cosas buenas y eso
será lo que nuestra boca expresará, porque es un hecho que todo llega, todo
pasa y todo cambia.
Miguel
a. Terán
¡Feliz Día!
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