lunes, 4 de julio de 2022

Debemos diferenciar los momentos y respetar sus límites. Miguel A. Terán

Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper, Miami, Florida Junio-Julio 2022
 
Para alcanzar una vida armónica es vital proteger y respetar nuestros diferentes espacios y tiempos. Mezclar todo no es un sano hábito de vida, ni siquiera prepararemos un buen batido de frutas colocándole de todo.
 
Al equivocar el lugar o el tiempo, los cuales constituyen el momento, podemos enredar y complicar las relaciones, decisiones, eventos o situaciones, convirtiéndolas en auténticos problemas o desperdiciando oportunidades.
 
Nuestro día tiene veinticuatro horas y en ese lapso debemos transitar por los diferentes espacios de vida, disponiendo del “necesario” tiempo, según la prioridad que hemos otorgado a cada uno de ellos. Nuestro adecuado y sabio criterio, para asignar con efectivo equilibrio las prioridades será clave para la armonía y balance de nuestras vidas. 
El recorrido diario requiere atender temas relacionados con nuestros espacios individuales o personales, de familia, pareja, sociales, profesionales y de trabajo, considerando que dentro de éstos están incluidas actividades espirituales, de recreación, diversión, estudio, descanso, ocio, etcétera.
 
Sin embargo, ha ocurrido que en ese enfermizo afán o deseo de ahorrar u optimizar el tiempo, tratamos de “estar bien con Dios y con el diablo”, pretendiendo combinar y mezclar espacios y tiempos diferentes en un mismo 
momento; por ello, es práctica común que a los tiempos y espacios de familia o de pareja los convertimos en momentos sociales, transformándolos –sin darnos cuenta- en otro
tipo de actividad.
 
Explicaré mejor lo expresado en el párrafo anterior, haciendo referencia a los tiempos y espacios de pareja, los cuales para que sean reales y genuinos deben ser “Momentos de Pareja”, donde ni siquiera hay cabida para una mascota.
 
Una parrillada o Barbecue (BBQ) puede ser un evento familiar, de trabajo o social,
pero no es un evento de pareja, aunque en ese evento nos acompañe nuestra
pareja, salvo que los únicos participantes sean los miembros de la pareja.
 
El famoso efecto del “Nido Vacío” al cual enfrentan muchas parejas en el
momento que sus hijos se van de casa, es esa sensación de soledad, acompañada
de nostalgia y desencuentro resultado de una mezcla entre el dolor por la partida
de los hijos, quienes toman nuevos rumbos para hacer sus propias vidas y la
incertidumbre de reencontrarnos con nuestra pareja y comenzar una nueva vida.
 
Muchas parejas descubren en ese momento que descuidaron sus espacios y
tiempos personales y de pareja al haberse dedicado básicamente -y por muchos
años- a la atención de sus hijos. La relación de pareja puede haberse conservado
en el tiempo, con el objetivo -casi único- de lograr la crianza de los hijos, pero al
perder sus momentos de pareja, dejó de ser una auténtica relación de pareja, por
lo cual reactivarla algunos años después no será tarea fácil.
 
En ese otro eterno dilema entre trabajo y familia, la solución es priorizar
adecuadamente, pero sobre todo respetando nuestros tiempos y espacios de
trabajo y de familia, diferenciando los unos de otros. No obstante, es muy
importante comprender que el tiempo es finito o limitado; por ello, dedicar más
tiempo dentro de esas veinticuatro horas a alguna actividad en particular,
significa quitarlo a otra u otras, es un ejercicio de equilibrio y balance para lograr
armonía en nuestra vida.
 
Parece ilógico, pero muchas veces a quien menos tiempo otorgamos en nuestra
“apretada” agenda es a nosotros mismos. Sin brindarnos espacios de reflexión o
autorreflexión perderemos el mensaje que nos dejan las experiencias, lo que nos
lleva a repetir las malas y perder el rumbo de las buenas, impidiendo
desarrollarnos y crecer adecuadamente como seres humanos y sociales.
 
En estos tiempos, casi sin darnos cuenta, hemos permitido que la tecnología,
especialmente las redes sociales, hayan invadido nuestra vida, cuan “Caballo de
Troya”, robándonos espacios y tiempos en todas las demás áreas; lo cual es y será
causa de muchos desequilibrios en lo humano y social. Estamos creciendo en
virtualidad, pero nos hemos disminuido en realidad y humanidad.
 
Es un hecho que cuando nos aferramos a algo o alguien, podemos estar
intentando conservarlo –de manera artificial- más tiempo del necesario o realista.
Es sano y necesario cerrar capítulos en nuestra vida, para abrirnos a otras
posibilidades. No es fácil transitar una nueva etapa sin haber cerrado los capítulos
de una etapa anterior.
 
La mejor manera de vivir las diferentes etapas de vida es en el momento que
corresponden, ni antes ni después. A cada etapa llegamos con una experiencia y
conocimiento previo que traemos de las etapas anteriores, y que debe permitir
que vivamos de manera efectiva en esa nueva etapa en la cual nos encontramos.
 
También ocurre con frecuencia, que vivencias propias de alguna etapa de vida no
se hicieron realidad en su momento, quedando como “materia pendiente”. Esas
vivencias aparecen de nuevo como necesidades en otras etapas, algún tiempo
adelante en otro momento. Podríamos decir que había quedado una “cuenta
pendiente por cobrar” y llegó la factura, años después para trastornar el
momento presente.
 
Entonces, tomemos conciencia acerca de la importancia de respetar los diferentes
tiempos y espacios, utilizando adecuadamente los lugares y horas de nuestra vida
en el momento que les corresponde, en la actividad en que debemos estar, y con
quien debemos estar, sin tratar de mezclar para no desvirtuar ni perder el
momento.
 
Miguel A. Terán
www.miguelterancoach.blogspot.com
www.lidervoice.com


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