Cuenta una vieja historia que un viajero llegó a un pueblo y preguntó a un anciano que estaba sentado en la plaza: ¿Qué tal era el pueblo?, a lo cual el anciano respondió con otra pregunta ¿De dónde vienes?, y el joven respondió “De un pueblo muy lejano”; y de nuevo el anciano preguntó: ¿Qué tal es el pueblo de dónde vienes? El joven respondió: “La gente allí es egoísta, envidiosa, malvada, estafadora, me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos”. “Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad”, afirmó el anciano. Entonces el joven dio las gracias y se marchó a otro lugar.
Al siguiente día pasó otro joven, quien, acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta: “Acabo de llegar a este lugar ¿Me podría decir cómo son los habitantes de este pueblo?”. A lo cual el anciano le preguntó ¿Cómo es la gente del pueblo de dónde vienes? El joven respondió “Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores; tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos”. “Los habitantes de este pueblo también son así”, respondió el anciano. “Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes”, afirmó el joven.
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó: ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta? El anciano respondió diciendo: “En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su pueblo de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás”.
Es un hecho que muchas personas viven en continuo dolor por lo que hicieron o dejaron de hacer en el pasado, transitan llenos de reproches, resentimiento y hasta odio. Otros, viven atormentados por la incertidumbre, miedos y angustia que les genera el futuro, mientras permiten que se esfumen momentos en su tiempo presente.
Es común habituarse a pensar, añorar y sufrir por lo que nos falta o envidiar lo que se cree que tiene el otro, sin tiempo para disfrutar, ni momentos ni posesiones. Certeramente expresaba el escritor uruguayo Eduardo Galeano "Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen".
Lo cierto es que comenzamos la vida de una manera muy básica y sencilla, pero nos vamos complicando al llenarnos de deseos, dependencias y apegos. Nos deprimimos al cargarnos del pasado y nos angustiamos al cargarnos de futuro, porque ambas perspectivas no están en el momento presente, donde realmente vivimos. “Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado”, refería la escritora francesa Amandine Dupin, quien utilizaba el seudónimo de George Sand.
Algunos años atrás el famoso empresario y escritor estadounidense, Dale Carnegie, nos recordaba “Hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer”, haciendo ciertas o reafirmando las palabras de Ramón de Campoamor, el poeta español, quien dijo “Las preocupaciones se pierden con el tiempo”; sin duda, que ambas citas están llenas de realidad. En similar orden de ideas, el filósofo, matemático y físico René Descartes, expresó "He sufrido muchas desgracias, la mayor parte de las cuales nunca ocurrieron". Gran parte de las cosas que nos angustian nunca llegan a ocurrir, pero sin duda que nos hacen sufrir por anticipado y esta es una forma de complicar nuestra vida.
La historia de esta reflexión es un claro ejemplo, que más tarde que temprano, recibiremos lo que hemos dado. Cuando llegamos a un nuevo lugar para vacacionar, trabajar o vivir, la percepción de las oportunidades y limitaciones que nos ofrece el referido lugar van a depender de nuestra actitud, de las creencias y paradigmas que nos acompañan, por lo tanto, solo veremos lo que éstos nos permiten ver.
Cuando cambiamos la forma en que vemos las personas, cosas, sucesos y eventos, sucede que todo cambia. Es un hecho que “Hoy estás donde te han traído tus pensamientos, mañana estarás donde te lleven tus pensamientos”, tal cual, lo expresó el filósofo británico James Allen.
La escritora y activista neerlandesa Corrie ten Boom afirmaba que “La preocupación no elimina el dolor del mañana, sino que elimina la fuerza del hoy”. “Perdónate, acéptate, reconócete y ámate; date una nueva oportunidad. Recuerda que tienes que vivir contigo mismo para siempre”, refería el cantautor, compositor, filósofo, poeta, escritor, maestro espiritual argentino Facundo Cabral.
Lo cierto parece ser que “La catástrofe que tanto te preocupa, a menudo resulta ser menos horrible en la realidad, de lo que fue en tu imaginación”, tal cual lo afirmó el escritor estadounidense Wayne W. Dyer. Aunque la realidad la expresó el ensayista estadounidense Elbert Hubbard diciendo “No se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá usted vivo de ella”.
Para complicar menos nuestra vida, tratemos de vivir en el presente y comprendamos las palabras del escritor y poeta italiano Arturo Graf, quien dijo “La vida es un negocio en el que no se obtiene una ganancia que no vaya acompañada de una pérdida”, siempre habrá un sacrificio.
No nos quejemos de las cartas que nos tocaron en el juego de la vida, porque tal cual refirió el humorista estadounidense Josh Billings “La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene”. Como sociedad debemos ayudar a quien no sabe cómo jugar sus cartas, para que todos avancemos. Tengamos presente que estamos en un juego donde o ganamos todos o perdemos todos. Las palabras de Gururaj Ananda Yogi, expresan una gran verdad: "Es tan simple ser feliz, pero tan difícil ser simple”
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía & Coaching.
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Nota: imagen extraída de la web
Historia: Tomada de la web.
Referencias: Tomadas de Wikipedia.
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