Una conocida y utilizada expresión nos indica que debemos transitar por la
vida “Sin prisa, pero sin pausa”, mientras la afirmación de John Ruskin, por el
contrario, afirma la necesidad e importancia de la pausa. Personalmente, me
inclino por reconocer y enfatizar que en la vida debemos hacer pausas, tantas
como sea necesario, para recapitular y corregir o ajustar nuestras rutas. También son
válidas las pausas para considerar nuevas rutas o simplemente para recorrer las
actuales con más armonía y equilibrio, con menos urgencias, pero con más
satisfacción, disfrute y paz.
Nos cuesta tomar el tiempo para no hacer nada, para respirar tranquilos, para una simple pausa, que nos permita algunos minutos de encuentro y reflexión con nosotros mismos. El sistema ha hecho su trabajo imponiéndonos ese ilógico e irracional ritmo de vida, sin pausas. No obstante, es la pausa quien nos permite el tiempo y espacio requerido para evaluar el camino recorrido, los avances, lo invertido, los costos y la ruta que llevamos, permitiendo que consideremos opciones de ajuste o cambio.
Es común transitar por la vida llenos de múltiples compromisos y presiones, que nos llevan a toda prisa, cronometrando el tiempo, pero –paradójicamente- sin tiempo para verificar la ruta que llevamos. En estos modernos tiempos, es casi un pecado “tomar tiempo” para no hacer nada, para respirar tranquilos, para una simple pausa, que nos permita momentos de encuentro y reflexión con nosotros mismos.
“Lo más importante de este mundo no es saber dónde estamos, sino hacia dónde vamos”, expresó acertadamente -siglos atrás- el escritor y científico alemán Johann Wolfgang Von Goethe. Es común realidad que nos dedicamos a correr sin pausa, pero -algunas veces- lo hacemos en la ruta equivocada. Y con seguridad, será definitivamente triste llegar a las últimas etapas de nuestra vida, para reconocer que equivocamos la ruta al llenarnos de urgencias y de prioridades impuestas por el sistema o por otros, mientras dejamos a un lado nuestras propias prioridades y lo realmente importante.
El reto no es fácil, porque requerimos poner a un lado, durante ese espacio de la pausa, lo que la sociedad, con toda su presión, nos exige. A un lado deben quedar expectativas, hábitos, urgencias y, sobre todo, nuestra preocupación por las opiniones de los demás. Los tengo´s y debo´s, contrarios a los quiero´s, nos roban tiempos de auténtico disfrute y satisfacción.
Antes de iniciar nuestro recorrido de vida es vital definir los valores que nos guiarán y las prioridades más importantes, pero es clave revisar frecuentemente lo que estamos haciendo para evitar perder o distorsionar nuestros valores en la ruta, porque al alejarnos de ellos será difícil recuperarlos. El autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, nos decía que “La pregunta más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”.
Mientras el famoso psicólogo, filósofo y escritor Erich Fromm, autor del reconocido libro El Arte de Amar, planteaba que: "El hombre moderno piensa que pierde el tiempo si no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe qué hacer con el tiempo que gana". Muchos de esos tiempos que finalmente nos sobran y que luego desperdiciamos en un ocio improductivo y sin contenido, los hemos quitado a la pausa, la reflexión, el descanso y el disfrute, haciendo que transitemos de manera atropellada, agotadora y menos feliz por la vida.
Tengamos muy presente que la vida requiere intervalos y pausas de reflexión, espacios en los cuales debemos dejar de hacer para dedicarnos a ser, porque es allí donde nos construimos como seres humanos y sociales. Solo unos minutos diarios de contacto con nuestra esencia y naturaleza, no con lo que hacemos ni con lo que tenemos, nos ayudarán a equilibrar y armonizar nuestro ser interior. Es necesario, sano y vital, para nuestra salud física, mental y espiritual, tomar cada día un espacio y un tiempo para nosotros, que será la pausa necesaria para llevar una vida melodiosa.
Nos cuesta tomar el tiempo para no hacer nada, para respirar tranquilos, para una simple pausa, que nos permita algunos minutos de encuentro y reflexión con nosotros mismos. El sistema ha hecho su trabajo imponiéndonos ese ilógico e irracional ritmo de vida, sin pausas. No obstante, es la pausa quien nos permite el tiempo y espacio requerido para evaluar el camino recorrido, los avances, lo invertido, los costos y la ruta que llevamos, permitiendo que consideremos opciones de ajuste o cambio.
Es común transitar por la vida llenos de múltiples compromisos y presiones, que nos llevan a toda prisa, cronometrando el tiempo, pero –paradójicamente- sin tiempo para verificar la ruta que llevamos. En estos modernos tiempos, es casi un pecado “tomar tiempo” para no hacer nada, para respirar tranquilos, para una simple pausa, que nos permita momentos de encuentro y reflexión con nosotros mismos.
“Lo más importante de este mundo no es saber dónde estamos, sino hacia dónde vamos”, expresó acertadamente -siglos atrás- el escritor y científico alemán Johann Wolfgang Von Goethe. Es común realidad que nos dedicamos a correr sin pausa, pero -algunas veces- lo hacemos en la ruta equivocada. Y con seguridad, será definitivamente triste llegar a las últimas etapas de nuestra vida, para reconocer que equivocamos la ruta al llenarnos de urgencias y de prioridades impuestas por el sistema o por otros, mientras dejamos a un lado nuestras propias prioridades y lo realmente importante.
El reto no es fácil, porque requerimos poner a un lado, durante ese espacio de la pausa, lo que la sociedad, con toda su presión, nos exige. A un lado deben quedar expectativas, hábitos, urgencias y, sobre todo, nuestra preocupación por las opiniones de los demás. Los tengo´s y debo´s, contrarios a los quiero´s, nos roban tiempos de auténtico disfrute y satisfacción.
Antes de iniciar nuestro recorrido de vida es vital definir los valores que nos guiarán y las prioridades más importantes, pero es clave revisar frecuentemente lo que estamos haciendo para evitar perder o distorsionar nuestros valores en la ruta, porque al alejarnos de ellos será difícil recuperarlos. El autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, nos decía que “La pregunta más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”.
Mientras el famoso psicólogo, filósofo y escritor Erich Fromm, autor del reconocido libro El Arte de Amar, planteaba que: "El hombre moderno piensa que pierde el tiempo si no actúa con rapidez; sin embargo, no sabe qué hacer con el tiempo que gana". Muchos de esos tiempos que finalmente nos sobran y que luego desperdiciamos en un ocio improductivo y sin contenido, los hemos quitado a la pausa, la reflexión, el descanso y el disfrute, haciendo que transitemos de manera atropellada, agotadora y menos feliz por la vida.
Tengamos muy presente que la vida requiere intervalos y pausas de reflexión, espacios en los cuales debemos dejar de hacer para dedicarnos a ser, porque es allí donde nos construimos como seres humanos y sociales. Solo unos minutos diarios de contacto con nuestra esencia y naturaleza, no con lo que hacemos ni con lo que tenemos, nos ayudarán a equilibrar y armonizar nuestro ser interior. Es necesario, sano y vital, para nuestra salud física, mental y espiritual, tomar cada día un espacio y un tiempo para nosotros, que será la pausa necesaria para llevar una vida melodiosa.
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching.
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Blog: www.miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
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Twitter: @MiguelATeranO
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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