viernes, 15 de noviembre de 2019

Percibimos solo lo que queremos o podemos percibir, no lo que en realidad existe u ocurre- Miguel A. Terán

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper- Miami, Florida. Octubre 2019

La forma en que el mundo es percibido tiene diferentes perspectivas y puntos de vista, pero sin duda, que la que más nos afecta y afecta a otros es la manera en la que nosotros mismos lo percibimos, acercándonos a la realidad o distorsionándola y alejándonos de ésta.



Percibimos selectivamente lo que deseamos, lo que interpretamos o lo que está en línea con nuestra manera de ver y pensar. En otras palabras, nuestra particular percepción nos permite interpretar lo que llega a nosotros del entorno o ambiente, organizar la información recibida y darle algún sentido, pero todo ello de acuerdo con nuestras propias creencias y paradigmas o las de aquel o aquello que nos manipula o domina.

Lo que realmente ocurre, lo que observamos y lo que interpretamos acerca de lo que observamos, muchas veces no están en línea o sintonía. Parece absolutamente cierto reconocer que tenemos múltiples percepciones favorables o desfavorables, las cuales influyen sobre nuestras decisiones y conducta, dependiendo de nuestras experiencias, emociones e interpretaciones.

Quien se ha instruido o formado en algo, percibe aspectos, circunstancias, elementos e interrelaciones o interacciones, entre éstos, de manera muy distinta a lo que puede hacerlo alguien que desconoce del tema, y quien solo puede ser un eco de otros pensamientos o voces.

Es necesario y vital informarnos y adquirir conocimiento de equilibrada y variada fuente, analizar y reflexionar sobre lo escuchado, leído o visto, estar abiertos y dispuestos al cambio para poder cuestionar creencias y paradigmas, evitando sesgos que desvirtúen nuestra percepción y nos hagan víctimas de nuestro propio engaño o del engaño de otros.

Nuestra percepción es deformada por muchas variables, una de ellas es el afecto: En un cuento del brillante sacerdote jesuita y psicoterapeuta Anthony de Mello, queda claramente definida esta deformación perceptual:

“Éste era un tema en el que insistía el Maestro una y otra vez. Y los discípulos tuvieron la oportunidad de verlo ejemplificado cuando oyeron cómo el Maestro preguntaba a una madre:

“¿Cómo está tú hija?”

“¿Mi hija?”, dijo la madre, “¡No sabes la suerte que ha tenido!”

“Se casó con un hombre maravilloso que le ha regalado un coche, le compra todas las joyas que quiere y le ha dado un montón de sirvientes. Incluso le lleva el desayuno a la cama y la permite levantarse a la hora que quiere. ¡Un verdadero encanto de hombre!”. 

“¿Y tú hijo?”, preguntó el Maestro. 

“¡Ése es otro cantar…!, respondió la madre, “Menuda lagarta le ha caído en suerte. ¡El pobre le ha regalado un coche, la ha cubierto de joyas y ha puesto a su servicio no sé cuántos criados…! ¡Y ella se queda en la cama hasta mediodía! ¡Ni siquiera se levanta para prepararle el desayuno…!” 

Luego de escuchar estas dos breves historias, contadas por la misma persona, podríamos afirmar que tenía razón el filósofo alemán Friedrich Nietzsche cuando dijo “No existen hechos, solo interpretaciones”.

Entonces, es normal que existan diferencias de percepción basadas en la interpretación, el problema surge cuando esa percepción personal se ubica firme, consistente y permanentemente fuera de la realidad, distorsionándola hasta crear nuestro propio mundo, aislándonos y haciéndonos insensibles, perdiendo la interpretación real de los hechos, eventos, personas o sucesos que ocurren a nuestro alrededor.  

Es una clara verdad que percibimos las acciones de una persona, grupo o institución, basados en nuestra previa opinión de esa persona, grupo o institución. Si es de nuestro agrado podemos percibir sus planteamientos o acciones positivamente, en caso contrario, los consideraremos negativos y por tanto criticables. 

En algunos momentos somos aún menos objetivos con nuestras percepciones, cuando sentimos que ese evento o acción nos afecta directa o indirectamente. “No hay nada más fácil que el autoengaño. Ya que lo que cada persona desea es lo primero que cree”, afirmaba Demóstenes, el político y orador griego.

En oportunidades nuestra percepción nos lleva a creer apasionadamente – y hasta fanáticamente- en algo o en alguien, pero en algún momento lo que creíamos verdadero, resultó después falso. Así como lo que parecía inicialmente falso, podría resultar finalmente verdadero. Es doloroso y frustrante sentir que nuestra percepción nos jugó una trampa y hemos dedicado tiempo, ilusión y esfuerzos en algún sueño o proyecto de vida que nunca llegará a feliz término. También podría ocurrir que nuestra percepción negativa nos dejó escapar la mejor oportunidad de nuestras vidas. 

Es muy fácil auto-engañarnos en busca de escuchar o ver lo que pretendemos ver. Y será una realidad, que siempre habrá alguien, dispuesto o interesado en complacernos con un "canto de sirenas", llenándonos de palabras agradables y convincentes, en línea con lo que deseamos, pero que esconden alguna seducción, trampa, falsedad o engaño.

Aceptar otras posibilidades distintas a las nuestras y estar dispuesto a cambiar, parece ser el reto que nos permitirá expandir nuestros horizontes.  Debemos abrir nuestra mente a nuevas alternativas, posibilidades u opciones, como única vía para desarrollarnos y crecer. No somos prisioneros del destino, sino prisioneros de nuestra propia mente, expresaba Franklin D. Roosevelt, Político y expresidente estadounidense.

Una parte del poema de Ramón De Campoamor, el poeta español, nos dice: «En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira».
 

Miguel A. Terán
Blog: www.miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
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