martes, 22 de octubre de 2019

"Dime qué haces cuando ya lo tienes todo y te diré quién eres" - Elena Silvela Mtz-Cubells (n.1967). Editora española / Artículo de Reflexión - Miguel A. Terán‏


Tenerlo todo parece en realidad una utopía, algo irrealizable, porque –tristemente- estamos entrampados en la escasez, la carencia y el deseo; por tanto,  siempre parece faltarnos algo y ese “algo” será nuestro karma. 

La frase de hoy constituye parte de una breve y critica reflexión de su autora, cuando hace referencia, a aquellos individuos quienes una vez resueltos sus problemas se olvidan de los demás.
Es absolutamente cierto que nuestros logros y proyectos de vida fueron posibles, de una u otra manera, gracias al apoyo, motivación, oportunidad  y hasta por la simple compañía que otros tuvieron a bien brindarnos. En algunos casos,  tal vez nos cueste reconocerlo y hasta recordar quienes fueron estas personas que estuvieron a nuestro lado en esos momentos, la mayor parte difíciles momentos, pero con seguridad allí estuvieron y su rol fue clave y vital para lograr lo hoy día hacemos, tenemos y somos. 

Una de las estrofas de la reconocida canción Maestra Vida,  del cantautor panameño Rubén Blades, en su letra reconoce ese olvido en el que caemos luego de resolver nuestro problema, diciendo: «Y en Dios me acuerdo primero solo en trance de morirme o a veces cuando estoy triste, más nunca si estoy contento.  No dura agradecimiento para aquel que nos da la mano, tan pronto nos sale el clavo se olvida todo el sufrimiento». La continuación de esta triste y gran verdad, es que una buena parte de la veces, hasta nos olvidamos de quien nos ayudó a sacar el clavo. 

Lo que parece es que también olvidamos la letra del coro, de esa misma canción, cuando dice: «Maestra vida camara´a, te da y te quita y quita y te da». En otras palabras, nos recuerda que la vida es una «Montaña Rusa» o «Roller Coaster», hoy estamos arriba y mañana abajo, pero no debemos olvidar cuando estamos arriba lo que era estar abajo, ni a quienes nos acompañaron en nuestras épocas difíciles o en nuestra época de crecimiento. El Papa Francisco nos recuerda, en una genial frase, que “Cuando vayas subiendo, saluda a todos. Son los mismos que vas a encontrar cuando vayas bajando”. El hecho cierto parece ser que la vida es "Como un restaurant, nadie se va sin pagar", aunque alguna veces la factura nos llega tarde, pero siempre llega y con intereses.  

Agradecer no significa estar en deuda, porque de ser así solo estaríamos  intercambiando favores, pero el otro extremo de agradecer es la ingratitud. Algunas personas al ayudar consideran que quien recibió  su ayuda les debe "hasta el alma". Otras por el contrario, piensan que si alguien les ayudó fue porque le sobraba. Y otras no agradecen por considerar que se lo merecen todo. En definitiva, parece que a muchos nos cuesta agradecer y ello nos convierte en ingratos. 

Debemos ayudar sin interés, a quien necesita nuestra ayuda,  y agradecer a todo aquel que de alguna manera nos ayudó o aún nos ayuda.  Al ayudar debemos olvidar y al recibir ayuda por siempre recordar.  

Afirmaba el abogado y escritor estadounidense Albert Pike “Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece y es inmortal”. Mientras el estadounidense Martin Luther King, el reconocido religioso y luchador por los derechos civiles, nos recordaba que “La pregunta más urgente y persistente en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?”. 

Debemos agradecer y nunca olvidar, pasando de la palabra a los hechos, con aquellos quienes han sido clave en nuestros logros personales, educativos, profesionales, familiares o económicos. Un breve pero contundente proverbio chino dice: «Cuando bebas agua, recuerda la fuente». Olvidamos lo que éramos cuando escalábamos hacia el éxito e incluso olvidamos a nuestros compañeros de trayecto,  porque aparecen nuevos "amigos y nuevos héroes". 

El colmo de la ingratitud es llegar hasta el disparate de atribuirnos la única y total autoría de nuestros logros; olvidando,  despreciando y/o desvalorizando toda la ayuda recibida. El brillante genio y filósofo alemán Goethe, reconocía con toda humildad, el apoyo y ayuda recibida expresando: «Sí pudiera enumerar cuánto debía a sus antecesores y contemporáneos, no le quedaría gran cosa de su propiedad».

Debemos cuidar que el individuo en quien nos  transformamos durante nuestro transitar por la vida, no sea distinto a quien soñamos ser cuando fuimos niños, independientemente del “éxito” que creemos haber logrado, porque éste será pasajero. Lo que hacemos hoy día, dice o desdice de lo que creemos que somos. 

Es tan importante no olvidar de dónde venimos, como saber hacia dónde nos dirigimos. Indudablemente, como dijo el político y Presidente estadounidense Thomas Jefferson,  “Nadie se ocupa de quien no se ocupa de nadie” y ese puede ser el final de la historia para muchos que olvidan a quienes le fueron fieles.

Miguel A. Terán
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).

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