Una expresión
o refrán popular dice “Quien calla otorga”, lo cual significa que la persona
que no presenta ninguna objeción, que no expresa su opinión y se mantiene
callado, da a entender su aprobación a lo que se ha hecho, dicho o planteado,
para bien o para mal. A pesar de que el silencio ha sido tradicionalmente
considerado como una virtud, debemos reconocer que todo tiene sus límites, en
innumerables oportunidades el silencio beneficia a unos y perjudica a otros. El
silencio mal entendido permite que un engaño quede encubierto y pueda
propagarse a otros, porque el silencio se hace cómplice y encubre.
También es cierto que, en
momentos de decisión y acción, diversas y variadas razones nos impiden tomar
posiciones firmes hacia los polos o extremos y algunas veces nos quedamos en el
limbo, en ese punto neutro, que no construye, pero que su pasividad
destruye. No podemos olvidar que “El silencio es acción” y que, tal cual
refirió Marco Tulio Cicerón el jurista, político, filósofo, escritor y orador
romano “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.
Transitar en compañía del miedo o
temor, la comodidad, el interés y otras más, nos hacen voltear la mirada hacia
otro lado y nos lleva a “hacernos de la vista gorda”, para evitar tomar
posición y actuar, cuando la vida en realidad nos exige hacerlo. Creemos,
equivocadamente, que silenciarnos es no decidir y no complicarnos, pero la
verdad es que al callar hemos decidido opinar con nuestro silencio y las
complicaciones vendrán más adelante. Tengamos presente que nada es tan cómplice
como el silencio.
Cualquier tema donde se
involucren o pongan en tela de juicio principios y valores, nos exige
investigar para tratar de comprender mejor y tomar una posición, la cómoda
neutralidad no ayuda. “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has
elegido el lado del opresor”, afirma Desmond Tutu, el clérigo sudafricano
ganador del Premio Nobel de la Paz (1984). Algunas personas dicen “mejor no
opino” y consideran que de esta manera no están decidiendo, pero en realidad su
decisión fue “No opinar”; en otras palabras, si decidieron.
En nuestro transitar por la vida,
ocurre que algunas situaciones o momentos no nos atrevimos a expresar una
crítica hacia una palabra o hecho, y terminamos sin querer aceptando o
solidarizándonos con lo ocurrido o con el autor del evento o hecho. Sin
embargo, algún tiempo más adelante, cuando las consecuencias de lo ocurrido nos
afectan, las vemos desde otra perspectiva.
La ética, un valor vital para
vivir en comunidad, pero ha mutado en estos tiempos a “Ética Situacional”, una
especie de absurdo continuum, que va desde totalmente ético hasta nada ético. La
realidad, en casos de ética, es que no deberían existir puntos medios, solo los
extremos; en otras palabras, o somos éticos o no lo somos. Entonces, la ética según
este criterio situacional –ilógicamente- dependerá de la situación y la
conveniencia; por lo cual parece que se nos permite ser más o menos éticos,
dependiendo de la necesidad, oportunidad y momento.
En un escrito del pastor alemán
Martin Niemöller, encarcelado por el gobierno de Hitler, el poema “Cuando los
nazis vinieron”, expresa de excelente manera los resultados de ese silencio
cómplice, que algún día llevará a que sus consecuencias se vuelvan contra
nosotros mismos:
"Cuando vinieron a buscar a
los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron
a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron por los judíos, no dije nada porque yo no era judío. Cuando
vinieron por los sindicalistas, tampoco dije nada porque yo no era
sindicalista. Cuando vinieron por los católicos, no dije nada porque yo era
protestante. Cuando vinieron por mí, para entonces, ya no quedaba nadie que
dijera nada".
Muchas de las tragedias y
problemas de hoy son resultado de los silencios, comodidades y pasividades de
ayer. Una frase de autoría anónima nos recuerda que “A veces lavándonos las
manos nos ensuciamos la conciencia”; tal cual lo hizo Poncio Pilato, cuando
tomó el agua y se lavó las manos delante de la gente, diciendo: «Inocente soy
de la sangre de este justo. Vosotros veréis».
“Nuestra generación no se habrá
lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor
silencio de los bondadosos” expresaba el líder del Movimiento de Derechos
Civiles, Martin Luther King Jr. Es un hecho que decidir y actuar nos saca de
nuestro actual nivel de confort, pero es preferible hacerlo -cuando
consideramos que tenemos alguna opinión contraria- y no esperar que las cosas
empeoren con el paso del tiempo. Tengamos presente la expresión de un autor
anónimo, quien dijo: “Creyendo ser esclavo de mis palabras
resulté serlo de mis silencios”.
Psicología, Filosofía y Coaching
Web: www.lidervoice.com
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