jueves, 19 de septiembre de 2019

Nuestro silencio es uno de nuestros peores enemigos. Miguel A. Terán

Artículo publicado en Los Tiempos-Newspaper, Miami, Florida. Agosto 2019.


Una expresión o refrán popular dice “Quien calla otorga”, lo cual significa que la persona que no presenta ninguna objeción, que no expresa su opinión y se mantiene callado, da a entender su aprobación a lo que se ha hecho, dicho o planteado, para bien o para mal. A pesar de que el silencio ha sido tradicionalmente considerado como una virtud, debemos reconocer que todo tiene sus límites, en innumerables oportunidades el silencio beneficia a unos y perjudica a otros. El silencio mal entendido permite que un engaño quede encubierto y pueda propagarse a otros, porque el silencio se hace cómplice y encubre.

También es cierto que, en momentos de decisión y acción, diversas y variadas razones nos impiden tomar posiciones firmes hacia los polos o extremos y algunas veces nos quedamos en el limbo, en ese punto neutro, que no construye, pero que su pasividad destruye. No podemos olvidar que “El silencio es acción” y que, tal cual refirió Marco Tulio Cicerón el jurista, político, filósofo, escritor y orador romano “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.
Transitar en compañía del miedo o temor, la comodidad, el interés y otras más, nos hacen voltear la mirada hacia otro lado y nos lleva a “hacernos de la vista gorda”, para evitar tomar posición y actuar, cuando la vida en realidad nos exige hacerlo. Creemos, equivocadamente, que silenciarnos es no decidir y no complicarnos, pero la verdad es que al callar hemos decidido opinar con nuestro silencio y las complicaciones vendrán más adelante. Tengamos presente que nada es tan cómplice como el silencio. 

Cualquier tema donde se involucren o pongan en tela de juicio principios y valores, nos exige investigar para tratar de comprender mejor y tomar una posición, la cómoda neutralidad no ayuda. “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”, afirma Desmond Tutu, el clérigo sudafricano ganador del Premio Nobel de la Paz (1984). Algunas personas dicen “mejor no opino” y consideran que de esta manera no están decidiendo, pero en realidad su decisión fue “No opinar”; en otras palabras, si decidieron. 

En nuestro transitar por la vida, ocurre que algunas situaciones o momentos no nos atrevimos a expresar una crítica hacia una palabra o hecho, y terminamos sin querer aceptando o solidarizándonos con lo ocurrido o con el autor del evento o hecho. Sin embargo, algún tiempo más adelante, cuando las consecuencias de lo ocurrido nos afectan, las vemos desde otra perspectiva. 

La ética, un valor vital para vivir en comunidad, pero ha mutado en estos tiempos a “Ética Situacional”, una especie de absurdo continuum, que va desde totalmente ético hasta nada ético. La realidad, en casos de ética, es que no deberían existir puntos medios, solo los extremos; en otras palabras, o somos éticos o no lo somos. Entonces, la ética según este criterio situacional –ilógicamente- dependerá de la situación y la conveniencia; por lo cual parece que se nos permite ser más o menos éticos, dependiendo de la necesidad, oportunidad y momento.  

En un escrito del pastor alemán Martin Niemöller, encarcelado por el gobierno de Hitler, el poema “Cuando los nazis vinieron”, expresa de excelente manera los resultados de ese silencio cómplice, que algún día llevará a que sus consecuencias se vuelvan contra nosotros mismos: 

"Cuando vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron por los judíos, no dije nada porque yo no era judío. Cuando vinieron por los sindicalistas, tampoco dije nada porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron por los católicos, no dije nada porque yo era protestante. Cuando vinieron por mí, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".

Muchas de las tragedias y problemas de hoy son resultado de los silencios, comodidades y pasividades de ayer. Una frase de autoría anónima nos recuerda que “A veces lavándonos las manos nos ensuciamos la conciencia”; tal cual lo hizo Poncio Pilato, cuando tomó el agua y se lavó las manos delante de la gente, diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis». 

“Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos” expresaba el líder del Movimiento de Derechos Civiles, Martin Luther King Jr. Es un hecho que decidir y actuar nos saca de nuestro actual nivel de confort, pero es preferible hacerlo -cuando consideramos que tenemos alguna opinión contraria- y no esperar que las cosas empeoren con el paso del tiempo. Tengamos presente la expresión de un autor anónimo, quien dijo: “Creyendo ser esclavo de mis palabras resulté serlo de mis silencios”.


Psicología, Filosofía y Coaching



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