Aunque agradecer debe ser una actitud y gesto de cada día,
tener un día escogido y reservado para hacerlo no deja de ser importante y necesario,
porque –tristemente- entre las prisas, emergencias y urgencias de cada día
olvidamos la prioridad de agradecer. Ayudar -agradecer -ayudar deben una secuencia de nuestra dinámica de vida.
Algunas veces, cuando la vida nos pone ante circunstancias
o situaciones difíciles, llegamos a pensar que no tenemos nada que agradecer,
pero les garantizo que basta con mirar a nuestro alrededor, sin dejarnos
deslumbrar por lo superficial y falso, para reconocer que si somos bendecidos en
muchos aspectos.
La triste y común realidad es que estamos más preocupados buscando lo que
nos falta que agradeciendo y disfrutando lo que ya somos, hacemos y tenemos. En
nuestro transitar por la vida se cruzan muchas fortunas que ni siquiera vemos,
menos aún las disfrutamos ni agradecemos, porque vamos dispersos por la vida,
simplemente buscando algo más, que muchas veces ni siquiera sabemos de qué se
trata.
Las expectativas exageradas o nada realistas, son otra
causa para no agradecer, porque todo nos
parece poco, debido a que siempre esperábamos más y concluimos que no hay nada
que agradecer. Esa exageración de expectativas definitivamente acaba con el
agradecimiento, ya que generalmente están por encima de lo que recibimos.
Sin embargo, no podemos negar que también es realidad la
existencia de quienes dan o pagan con “espejitos”, y llenos de expectativas, esperan a cambio de
esos espejitos un agradecimiento eterno e incondicional de los demás. Estos mercaderes personajes sienten, sufren y
vociferan la falta de agradecimiento de las personas, pero al no ser honestos
con ellos mismos para reconocer lo poco y hasta miserable de su ayuda, en
comparación con sus reales posibilidades, sienten traicionada su “buena voluntad y
desprendido gesto”.
La gratitud, en su más puro concepto, consiste en
apreciar y valorar lo que recibimos o recibiremos, sin calificarlo, juzgarlo ni
cuantificarlo. Es el hecho, el gesto o
la acción en sí misma, no el contenido o valor de lo recibido. En el momento
que pretendemos calificar o valorar lo
recibido nos arriesgamos a no agradecer. En la gratitud la “obligación” no
existe.
Por supuesto, que no debemos confundir un gesto de buena
voluntad con un gesto de justicia, en el primero de ellos, la obligación no
existe, en el segundo sí. Por ejemplo, si alguien me paga un salario o una
compensación justa por realizar un trabajo, puedo y debo agradecer a esta
persona la oportunidad de permitirme haber trabajado, no el salario o la
compensación, porque éstos fue simplemente un acto de justicia y de cumplimiento
a un acuerdo previamente adquirido.
Es válido todos los días, pero especialmente en este día,
agradecer a Dios, en la forma que lo
concibamos, por todo lo que somos, hacemos y tenemos. Igualmente, debemos
agradecer a quienes han contribuido con nosotros en las diferentes etapas de
nuestro transitar por la vida, seguros de que sin su apoyo el camino hubiera
sido más complicado o simplemente hubiéramos tenido que tomar otros rumbos.
¡Feliz Día de Acción de Gracias!
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching.
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Imagen tomada de la web
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