Es un hecho que algunas
personas actúan como si estuvieran tratando de ayudar, pero en verdad están
haciendo un mínimo esfuerzo o solo fingiendo.
Sin embargo, el tema también es cuestión de expectativas de lado y lado.
Alguien refirió que “A veces esperamos demasiado de otras personas, solo porque
nosotros estaríamos dispuestos a hacer mucho más por ellos”.
Dar de lo que nos sobra, si
bien es cierto que es mejor que no dar nada, tampoco merece mucho
agradecimiento, porque representa poco
esfuerzo de desprenderse. “Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”,
fueron palabras de Santa Teresa de Calcuta. No es igual, ni tiene el mismo
significado, tener dos panes y dar uno,
que tener 20 panes y dar uno. De ninguna manera podríamos despreciar la ayuda,
un pan es un pan, y más si hay hambre. No obstante, el verdadero altruismo
consiste en procurar el bien ajeno aun a costa del bien propio.
Hay muchas ayudas en silencio,
que representan la verdadera y auténtica ayuda. Por lo contrario, algunas
acciones filantrópicas en oportunidades no son más que estrategias de
marketing, personal o de negocios, no una real sensibilidad por el dolor ajeno.
Unos meses después del accidente en competencia donde perdió la vida el
destacado piloto brasileño Ayrton Senna da Silva, Tricampeón Mundial del Premio
de Fórmula 1, quedaron al descubierto varias instituciones de ayuda y
beneficencia que él mantenía en total y absoluto anonimato. Ese excepcional
individuo lo había entendido, al haber manifestado: "No puedo vivir en una isla de
prosperidad, cuando estoy rodeado de un mar de miseria".
Ayudar debe ser un placer en
sí mismo, porque de lo contrario, al esperar alguna retribución o reconocimiento
por lo que hicimos perdería validez el gesto. Existen quienes “ayudan” y
consideran que a quien ayudaron están en deuda con ellos. La verdad es que
debemos ayudar sin esperar nada a cambio, porque la idea no es transformar el
acto de ayudar en un intercambio de favores, compromisos y deudas, porque lo
convertiríamos en un intercambio
mercantil.
Aunque también es cierto que
todo tiene sus límites, por ello es necesario medir y equilibrar la ayuda para
permitir que quien la recibe asuma de alguna manera las riendas de su
vida. El filósofo y matemático griego
Pitágoras de Samos decía “Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no
te consideres obligado a llevársela”.
Existen muchas formas de ayuda
que tienen gran valor, sin ser nada material, tales como el apoyo espiritual,
la educación, las labores comunitarias y otras. Lo importante es ayudar, dando
de lo poco o mucho que tengamos. “Da lo que tienes para que merezcas recibir lo
que te falta”, decía San Agustín.
Muchas veces olvidamos ayudar
a aquel que nos ayudó en algún momento. No recordamos el apoyo de aquellos que
fueron vitales para que “cruzáramos el río”. Lo válido sería no solo
preguntarnos qué hacen los demás por nosotros, sino qué hacemos nosotros por
los demás. Muchos individuos esperan la ayuda de todos, casi como un deber,
pero no tienen interés alguno en agradecer ni -mucho menos- en corresponder
ayudando a otros. Como dice la letra de la canción "Tan pronto nos sale el
clavo se olvida todo el sufrimiento".
El líder de los derechos
civiles y Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King, consideraba que “La pregunta más urgente y
persistente en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?”, pregunta que
-tristemente- nos hacemos cada vez menos, en un mundo que da prioridad a la superficialidad, las urgencias y la
individualidad dejando a un lado lo profundo, lo importante y lo colectivo.
Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching.
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Imagen tomada de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de
la Real Academia de la Lengua Española.
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