viernes, 16 de noviembre de 2018

¿Cuántos ayudamos y cuántos aparentamos hacerlo? Miguel A. Terán


Es un hecho que algunas personas actúan como si estuvieran tratando de ayudar, pero en verdad están haciendo un mínimo esfuerzo o solo fingiendo.  Sin embargo, el tema también es cuestión de expectativas de lado y lado. Alguien refirió que “A veces esperamos demasiado de otras personas, solo porque nosotros estaríamos dispuestos a hacer mucho más por ellos”.

Dar de lo que nos sobra, si bien es cierto que es mejor que no dar nada, tampoco merece mucho agradecimiento,  porque representa poco esfuerzo de desprenderse. “Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”, fueron palabras de Santa Teresa de Calcuta. No es igual, ni tiene el mismo significado,  tener dos panes y dar uno, que tener 20 panes y dar uno. De ninguna manera podríamos despreciar la ayuda, un pan es un pan, y más si hay hambre. No obstante, el verdadero altruismo consiste en procurar el bien ajeno aun a costa del bien propio.

Hay muchas ayudas en silencio, que representan la verdadera y auténtica ayuda. Por lo contrario, algunas acciones filantrópicas en oportunidades no son más que estrategias de marketing, personal o de negocios, no una real sensibilidad por el dolor ajeno. Unos meses después del accidente en competencia donde perdió la vida el destacado piloto brasileño Ayrton Senna da Silva, Tricampeón Mundial del Premio de Fórmula 1, quedaron al descubierto varias instituciones de ayuda y beneficencia que él mantenía en total y absoluto anonimato. Ese excepcional individuo lo había entendido, al haber manifestado:  "No puedo vivir en una isla de prosperidad, cuando estoy rodeado de un mar de miseria".

Ayudar debe ser un placer en sí mismo, porque de lo contrario, al esperar alguna retribución o reconocimiento por lo que hicimos perdería validez el gesto. Existen quienes “ayudan” y consideran que a quien ayudaron están en deuda con ellos. La verdad es que debemos ayudar sin esperar nada a cambio, porque la idea no es transformar el acto de ayudar en un intercambio de favores, compromisos y deudas, porque lo convertiríamos en  un intercambio mercantil.

Aunque también es cierto que todo tiene sus límites, por ello es necesario medir y equilibrar la ayuda para permitir que quien la recibe asuma de alguna manera las riendas de su vida.  El filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos decía “Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela”.

Existen muchas formas de ayuda que tienen gran valor, sin ser nada material, tales como el apoyo espiritual, la educación, las labores comunitarias y otras. Lo importante es ayudar, dando de lo poco o mucho que tengamos. “Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta”, decía San Agustín.

Muchas veces olvidamos ayudar a aquel que nos ayudó en algún momento. No recordamos el apoyo de aquellos que fueron vitales para que “cruzáramos el río”. Lo válido sería no solo preguntarnos qué hacen los demás por nosotros, sino qué hacemos nosotros por los demás. Muchos individuos esperan la ayuda de todos, casi como un deber, pero no tienen interés alguno en agradecer ni -mucho menos- en corresponder ayudando a otros. Como dice la letra de la canción "Tan pronto nos sale el clavo se olvida todo el sufrimiento".

El líder de los derechos civiles y Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King,  consideraba que “La pregunta más urgente y persistente en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?”, pregunta que -tristemente- nos hacemos cada vez menos, en un mundo que da prioridad a la superficialidad, las urgencias y la individualidad  dejando a un lado lo profundo, lo importante y lo colectivo.

Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching.

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Imagen tomada de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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