Mientras el ciudadano siga aletargado y dormido pendiente de
cosas banales, del show mediático, de lecturas sin contenido ni sentido que
solo lo dispersan y le roban su tiempo, la sociedad ira tomando caminos que
luego serán difíciles de reversar.
La vida tiene sus exigencias. No
importa a dónde vayas o dónde te escondas, allá te llegará la vida con sus
exigencias. Lo importante es estar preparado para lo que se presente y sacarle
provecho. El objetivo de vivir, no es la perfección, sino la sabiduría. La
sabiduría de vivir consiste en aprender de los muchos tropiezos, de las muchas
emboscadas y también de los muchos encuentros y desencuentros, de iluminaciones
y oscuridades, para elevar el nivel de conciencia e ir armando cada uno su
propio rompecabezas, encontrándole sentido y significado a lo que somos y
hacemos.
Si te ausentas de tu propia vida,
si pierdes contacto con tu yo interior, si vives de tus excusas y coartadas, tu
vida tomará formas extrañas que pudieran manifestarse en algo insignificante
como una alergia, una gripe, un accidente, una simple caída o en algo más grave
como una enfermedad terminal y eso podría acabar con todo, con los momentos de
alegría con los tuyos, o contigo mismo, si no aprendes a transcender.
Si seguimos el camino con fe,
encontraremos muchas oportunidades y cultivaremos muchos aprendizajes. Si
careces de conciencia, serán muchos los fantasmas que aparecerán en el camino.
La vida la hace cada uno, atendiendo sus necesidades y objetivos con los mapas
y valores adquiridos, dedicándose a vivir a tiempo completo.
Lo inexplicable es la creatividad
que los humanos hemos desarrollado para negarnos la vida, para descalificarnos
a nosotros mismos, para ingeniarnos el fracaso, las enfermedades, los
accidentes y los innumerables problemas que nos suceden todos los días.
Pareciera que para todos la única manera de aprender es reconociendo con
humildad nuestros aciertos y errores, y saber descubrir que detrás de cada
problema, hay una oportunidad para un mayor crecimiento.
Para vivir necesitamos estar en
contacto con nuestro yo interior, creando “momentos de conciencia”, para
mantenernos en el camino de la transformación. Si perdemos contacto y
conciencia con nuestras necesidades, con nuestro yo interno, habremos perdido
el poder para mantenernos en pie, para visualizar nuestro futuro, para
organizarnos de una manera efectiva para el éxito, la salud, la felicidad, la
sabiduría, objetivos todos alcanzables.
Con conciencia, congruencia y
significado alcanzamos la sabiduría. La sabiduría pareciera inalcanzable porque
los humanos estamos llenos de vacíos y de polaridades, de racionalizaciones, de
culpas y descalificaciones, porque en el fondo somos una réplica de la
creación, con muchas imperfecciones, donde las diferencias hacen la diferencia.
Así es la creación y así ha ido
evolucionando: Tierra- mar, día- noche, orden-desorden, altura-abismo,
guerra-paz, claridad-oscuridad. Las dualidades siempre han estado ahí,
complicándonos la vida o haciéndonosla más entretenida. Las dualidades existen
y las tenemos que tomar en cuenta, porque donde quiera que vayamos, dormidos o
despiertos, felices o desgraciados, ahí yacen agazapadas esperando que las
reconozcamos y hagamos algo con ellas. La experiencia humana es una totalidad
compleja, compuestas de muchas experiencias nacidas de la contradicción. El
tema de la dualidad es un tema apasionante que nos acompañará toda la vida,
porque nace con nosotros y concluirá con la muerte como un cierre final, máxima
expresión de nuestras polaridades.
Nacemos afirmando la vida y
negándola al mismo tiempo. La educación que nos dieron fue para mirar solo una
parte del todo, viviendo de la ilusión de controlarlo todo, de saberlo todo,
porque en el fondo buscamos la seguridad, cuando en realidad somos incompetentes
en armar el rompecabezas total para ser sabios. Siempre o nos sobran o nos
faltan piezas. La dualidad la llevamos por dentro y por fuera, y con ella nos
enfrentamos a cada etapa de nuestra vida, a cada decisión importante, a cada
relación o transición que tengamos entre manos y todos los días desde que nos
levantamos hasta que nos acostamos y a veces hasta en los sueños, los mil
demonios de lo absurdo se alborotan y nos dejan colgados de la duda y de la
confusión. Quizás por eso siempre nos contentamos con menos, nos exigimos poco,
porque creemos que no merecemos el todo.
Vivir es ese flujo de
experiencias, un continuo ir entre el arriba y el abajo, el adentro y el
afuera, el solo y el con todos, algo de nunca acabar. Y cuando entramos en el
mundo de las diferencias y de las contradicciones, entonces pensamos que ese no
soy yo, nada tengo que ver y entramos en el mundo de tener que afirmar para
negar, paradojas y contra paradojas, con dolor por la pérdida y miedo por el
éxito y con rabia por no dar con respuestas claras y evidentes. Ahí nos ayuda
la fe y la confianza sabiendo que llegaremos a nuestro destino final, si
seguimos buscando y cultivando…porque al que insiste se le reconocerá…lo
buscamos y cultivamos.
No podemos vivir ajenos a la
dualidad. Para entenderla tenemos que ser dualidad y meternos en ella y sentir
lo que se siente cuando se vive fragmentado en mil pedazos y la necesidad es de
integrarnos. Para eso contamos con la conciencia que nos ayudará a organizar
nuestra experiencia y alcanzar la sabiduría. La sabiduría es la conciencia del
ser que somos, de ser expertos en el manejo de las dualidades y de aprender a
utilizar nuestros recursos para alcanzar nuestro fin último: transcender.
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Muy acertado el enfoque Miguel, las dos caras de la moneda, pero el aprendizaje de lo bueno y lo opuesto es lo principal
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