miércoles, 17 de octubre de 2018

La vida tiene sus exigencias. Dr. Manuel Barroso


Mientras el ciudadano siga aletargado y dormido pendiente de cosas banales, del show mediático, de lecturas sin contenido ni sentido que solo lo dispersan y le roban su tiempo, la sociedad ira tomando caminos que luego serán difíciles de reversar.

La vida tiene sus exigencias. No importa a dónde vayas o dónde te escondas, allá te llegará la vida con sus exigencias. Lo importante es estar preparado para lo que se presente y sacarle provecho. El objetivo de vivir, no es la perfección, sino la sabiduría. La sabiduría de vivir consiste en aprender de los muchos tropiezos, de las muchas emboscadas y también de los muchos encuentros y desencuentros, de iluminaciones y oscuridades, para elevar el nivel de conciencia e ir armando cada uno su propio rompecabezas, encontrándole sentido y significado a lo que somos y hacemos.

Si te ausentas de tu propia vida, si pierdes contacto con tu yo interior, si vives de tus excusas y coartadas, tu vida tomará formas extrañas que pudieran manifestarse en algo insignificante como una alergia, una gripe, un accidente, una simple caída o en algo más grave como una enfermedad terminal y eso podría acabar con todo, con los momentos de alegría con los tuyos, o contigo mismo, si no aprendes a transcender.

Si seguimos el camino con fe, encontraremos muchas oportunidades y cultivaremos muchos aprendizajes. Si careces de conciencia, serán muchos los fantasmas que aparecerán en el camino. La vida la hace cada uno, atendiendo sus necesidades y objetivos con los mapas y valores adquiridos, dedicándose a vivir a tiempo completo.

Lo inexplicable es la creatividad que los humanos hemos desarrollado para negarnos la vida, para descalificarnos a nosotros mismos, para ingeniarnos el fracaso, las enfermedades, los accidentes y los innumerables problemas que nos suceden todos los días. Pareciera que para todos la única manera de aprender es reconociendo con humildad nuestros aciertos y errores, y saber descubrir que detrás de cada problema, hay una oportunidad para un mayor crecimiento.

Para vivir necesitamos estar en contacto con nuestro yo interior, creando “momentos de conciencia”, para mantenernos en el camino de la transformación. Si perdemos contacto y conciencia con nuestras necesidades, con nuestro yo interno, habremos perdido el poder para mantenernos en pie, para visualizar nuestro futuro, para organizarnos de una manera efectiva para el éxito, la salud, la felicidad, la sabiduría, objetivos todos alcanzables.

Con conciencia, congruencia y significado alcanzamos la sabiduría. La sabiduría pareciera inalcanzable porque los humanos estamos llenos de vacíos y de polaridades, de racionalizaciones, de culpas y descalificaciones, porque en el fondo somos una réplica de la creación, con muchas imperfecciones, donde las diferencias hacen la diferencia.

Así es la creación y así ha ido evolucionando: Tierra- mar, día- noche, orden-desorden, altura-abismo, guerra-paz, claridad-oscuridad. Las dualidades siempre han estado ahí, complicándonos la vida o haciéndonosla más entretenida. Las dualidades existen y las tenemos que tomar en cuenta, porque donde quiera que vayamos, dormidos o despiertos, felices o desgraciados, ahí yacen agazapadas esperando que las reconozcamos y hagamos algo con ellas. La experiencia humana es una totalidad compleja, compuestas de muchas experiencias nacidas de la contradicción. El tema de la dualidad es un tema apasionante que nos acompañará toda la vida, porque nace con nosotros y concluirá con la muerte como un cierre final, máxima expresión de nuestras polaridades.

Nacemos afirmando la vida y negándola al mismo tiempo. La educación que nos dieron fue para mirar solo una parte del todo, viviendo de la ilusión de controlarlo todo, de saberlo todo, porque en el fondo buscamos la seguridad, cuando en realidad somos incompetentes en armar el rompecabezas total para ser sabios. Siempre o nos sobran o nos faltan piezas. La dualidad la llevamos por dentro y por fuera, y con ella nos enfrentamos a cada etapa de nuestra vida, a cada decisión importante, a cada relación o transición que tengamos entre manos y todos los días desde que nos levantamos hasta que nos acostamos y a veces hasta en los sueños, los mil demonios de lo absurdo se alborotan y nos dejan colgados de la duda y de la confusión. Quizás por eso siempre nos contentamos con menos, nos exigimos poco, porque creemos que no merecemos el todo.

Vivir es ese flujo de experiencias, un continuo ir entre el arriba y el abajo, el adentro y el afuera, el solo y el con todos, algo de nunca acabar. Y cuando entramos en el mundo de las diferencias y de las contradicciones, entonces pensamos que ese no soy yo, nada tengo que ver y entramos en el mundo de tener que afirmar para negar, paradojas y contra paradojas, con dolor por la pérdida y miedo por el éxito y con rabia por no dar con respuestas claras y evidentes. Ahí nos ayuda la fe y la confianza sabiendo que llegaremos a nuestro destino final, si seguimos buscando y cultivando…porque al que insiste se le reconocerá…lo buscamos y cultivamos.

No podemos vivir ajenos a la dualidad. Para entenderla tenemos que ser dualidad y meternos en ella y sentir lo que se siente cuando se vive fragmentado en mil pedazos y la necesidad es de integrarnos. Para eso contamos con la conciencia que nos ayudará a organizar nuestra experiencia y alcanzar la sabiduría. La sabiduría es la conciencia del ser que somos, de ser expertos en el manejo de las dualidades y de aprender a utilizar nuestros recursos para alcanzar nuestro fin último: transcender.

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1 comentario:

  1. Muy acertado el enfoque Miguel, las dos caras de la moneda, pero el aprendizaje de lo bueno y lo opuesto es lo principal

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