miércoles, 24 de octubre de 2018

Las sociedades entran en crisis cuando lo anormal comienza a ser percibido como normal. Miguel A. Terán


La complejidad de esta reflexión consiste en definir qué es normal y, por diferencia, qué es anormal. La definición más clásica de normalidad es expresada como aquello que sirve de norma, modelo o regla, mientras que lo que se halle fuera o se desvíe de esa norma, modelo o regla es definido como anormal. Entonces, la conducta normal consiste en acciones socialmente aprobadas, con características y diferencias particulares de cada sociedad.  


Es válido aclarar que cada sociedad puede tener unos particulares valores, lo que si son universales son los principios (Lectura de referencia:   ¿Liderazgo de Principios o de Valores?). El entorno en el cual aplica la norma puede ser familiar, de pareja, organizacional o laboral, político, académico, de amistad, religioso,  deportivo o social, pero todos se enmarcan dentro de una norma general de la sociedad a la que pertenecemos, la cual fue escogida por consenso entre sus miembros o ha sido resultado de la evolución, de adaptaciones, cambios y ajustes aceptados por la sociedad en el tiempo.

En otras palabras, todo aquello que ha de observarse y cumplirse por estar convenido en una sociedad o grupo social se considera una norma.  La norma establece el patrón o la llamada “regla de juego” que nos permite orientar o guiar nuestro comportamiento  como miembros una particular sociedad,  al momento de ejecutar decisiones y acciones. En sociedades y culturas sanas, las conductas se hacen incomprensibles y penalizadas fuera del ámbito de la normalidad. Por supuesto, que siempre podrían quedar muchas dudas acerca del criterio que se utilizó para definir lo normal.

Pero más allá de lo complejo que es definir la normalidad, podemos concluir que las normas y valores de una cultural social son quienes definen lo que es o no normal. En otras palabras, si deseamos ser parte de una comunidad o sociedad en particular, debemos asumir y respetar sus normas. Ello no significa que las normas permanezcan estáticas en el tiempo, porque irán cambiando paulatinamente, en la medida que la sociedad considere necesario el cambio y las nuevas normas sean aceptadas por la mayoría de los miembros de la sociedad.

Entonces, la cultura de una sociedad tiene sus normas basadas en sus valores. Es un hecho que los valores son apreciados de manera distinta por cada sociedad y éstos permiten que los miembros de una particular sociedad puedan interactuar de manera balanceada y equilibrada, para lograr una convivencia armónica. 

Algunas veces luchamos por cambiar lo anormal de ahora por lo normal de antes, aunque valdría la pena preguntarnos si lo de antes era de verdad normal o ya nos habíamos acostumbrado a lo anormal. Al fin y al cabo,  somos animales de costumbre.    Sin embargo, en estos tiempos, muchas cosas anormales han ido mutando hacia “normales”, sin el consentimiento formal de la sociedad, pero si con su indiferencia y la costumbre del hábito, por tanto hemos venido convirtiéndonos en sociedades donde “La anormalidad es la nueva normalidad”.

El problema consiste en que algunos procesos evolucionan –o involucionan- más rápido que nuestra capacidad como seres humanos para poder aceptar y convivir con esos cambios y sus consecuencias, mientras que el sistema  social –en general- corre el riesgo de caer en la entropía o desorden, donde cada quien ponga o imponga su propia norma.

Cuando se pierden los puntos de referencia culturales y sociales, que significan valores y normas, se hace difícil orientar y regular las conductas de los miembros de la sociedad, especialmente a los más jóvenes a cerca de lo que es bueno o no, acerca de lo permitido o no.   Luego de transcurrido un tiempo en esa anarquía y  desorden,  volver a la normalidad, que representa la aceptación de la norma, es un proceso largo,  desgastante en tiempo y esfuerzo, y generalmente doloroso, que con seguridad  requerirá y exigirá el establecimiento e implantación de nuevas normas.  

Las estadísticas y leyes toman como referencia la norma cultural y social para establecer lo que es normal o no, permitido o no. Las leyes castigan las conductas inadaptadas, fuera de la norma.  Los principios, que como referimos anteriormente,  son normas de carácter general y de aplicación más universal para orientar la acción de los seres humanos, son mejor referencia y guía que los mismos valores y normas, porque estos últimos cambian o varían de acuerdo a cada sociedad.


En todo caso, bajo los principios o las normas, cuando comenzamos a ver los desvíos como normales, hasta el punto de convertir en normalidad la anormalidad, debemos hacer una revisión profunda a nuestros valores como individuos y sociedad, para realizar -a tiempo- los ajustes y correcciones a que haya lugar,  evitando males mayores. Las palabras del Emperador Romano Marco Aurelio, nos recuerdan, que “Lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja”.


Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
Facebook: https://www.facebook.com/miguelterancoach
Linkedin: http://www.linkedin.com/in/miguelterancoach
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web

Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española 

No hay comentarios:

Publicar un comentario