lunes, 20 de agosto de 2018

“La calidad de tu vida nunca excederá la calidad de tus pensamientos. Cambia tus pensamientos y cambiarás tu vida”. James Allen (1864 – 1912). Escritor filosófico británico.



Somos lo que pensamos, ni más ni menos.  Y recogemos lo que sembramos. Si nuestra mente siembra vientos, nuestra vida será una continua tormenta, llena de tempestades; por el contrario, si nuestra mente siembra amor y afectos, principios y valores, nuestra vida será de paz y bienestar.

Es nuestro pensamiento quien nos enciende o nos apaga, preparándonos y guiándonos hacia el triunfo o a la derrota; llevándonos a transitar una vida alegre y colorida o una vida opaca,  en blanco y negro. Lo que pensamos –más temprano que tarde- se hará realidad en nuestro lenguaje, decisiones y acciones.

En el pensamiento están presentes nuestras creencias y paradigmas, resultado de nuestras experiencias y cultura, que pueden potenciarnos o limitarnos para alcanzar todo lo que podemos lograr en la vida. Si el pensamiento es de carencias,  siempre nos faltará algo; si por el contrario,  es de abundancia siempre dispondremos de lo que necesitamos e incluso nos sobrará para compartir.

El pensamiento puede llevarnos a generalizar una experiencia particular, haciendo que de esta experiencia formemos una creencia y estructuremos un paradigma de vida, que nos guiará en “situaciones similares”, aunque, no siempre por el camino correcto. Nuestra forma de pensar nos ha traído al lugar y las circunstancias donde estamos actualmente, y son nuestros pensamientos  quienes nos llevarán a donde estaremos en el futuro. Todo cambia o nada cambia, dependiendo si cambiamos o no nuestra forma de pensar, decidir y actuar.

Cuando jóvenes nos sobraban posibilidades y opciones, con los años nos llenamos de “realidades” y paradigmas, y éstos –en caso de ser negativos- pueden atraparnos. Experiencias de fracaso y desacierto se endurecen, afianzan y enquistan con los años en nuestro pensamiento, haciéndolo regido, lleno de creencias, temores y miedos que limitan nuestro potencial.

Debemos estar en continuo proceso de formación, crecimiento y cambio, buscando no solo nuevas respuestas sino haciéndonos nuevas preguntas. Cuestionando nuestra forma de pensar, actuar y ver el mundo, para poder ampliar nuestra perspectiva de ese mundo y comprenderlo. Por ello, podemos afirmar que la vida que llevamos es y será el resultado de nuestra forma de pensar.

Los pensamientos de éxito y logro, acompañados de los objetivos y recursos requeridos para alcanzarlos, la planificación de pasos a seguir, la firme decisión de actuar y el esfuerzo puesto en la acción, nos garantizan llegar adonde nos hemos propuesto llegar. No es una cuestión de suerte,  pero sí de compromiso, enfoque, constancia y esfuerzo.

En nuestra mente está la solución, porque ella misma creó parte de nuestros problemas.
Si consideramos que las circunstancias y el destino nos golpean, sin oportunidad de hacer algo al respecto, entonces seremos una víctima pasiva de esas circunstancias y del destino, que llegará a convertirnos en individuos de espíritu fracasado y amargado. El sabio Buda decía que ni nuestro peor enemigo puede hacernos tanto daño como nuestros pensamientos.

Dar inicio a alguna idea o proyecto, pensando que no lo lograremos, contribuirá a que parte importante de la batalla para lograrlo ya esté perdida antes de comenzar. Eliminar los pensamientos de fracaso y derrota es clave para alcanzar logros. Entonces, consideremos que todo lo que nos ocurre forma parte de una valiosa experiencia y aprendizaje, para nutrir nuestra mente con nuevos pensamientos.

Miguel A. Terán
Psicólogo, Coach, Orador y Escritor.
Web Page: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web

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