Las cosas no son lo que son, sino lo que interpretamos que son, aunque no siempre sea cierta nuestra interpretación. El escritor británico George Orwell, decía que debíamos luchar duramente contra nosotros mismos, para ver lo que tenemos delante de nuestras narices. Generalmente, otros aprecian, valoran y desean lo que tenemos, mientras nosotros continuamos buscando más leña.
El pragmatismo de estos tiempos nos hace ver solo aquello que nos interesa, lo que consideramos útil -o mejor dicho utilitario- o que creemos nos beneficia; triste realidad para muchos. En el diccionario, podemos encontrar la palabra utilitarismo como un “principio moral” que valora esa actitud pragmática que antepone lo práctico y útil por sobre todo lo demás. En realidad, bajo esa perspectiva, sentarse a disfrutar de la belleza de un bosque parecería una conducta tonta para quien no entiende que hay cosas que llenan el espíritu y no los bolsillos.
El pragmatismo de estos tiempos nos hace ver solo aquello que nos interesa, lo que consideramos útil -o mejor dicho utilitario- o que creemos nos beneficia; triste realidad para muchos. En el diccionario, podemos encontrar la palabra utilitarismo como un “principio moral” que valora esa actitud pragmática que antepone lo práctico y útil por sobre todo lo demás. En realidad, bajo esa perspectiva, sentarse a disfrutar de la belleza de un bosque parecería una conducta tonta para quien no entiende que hay cosas que llenan el espíritu y no los bolsillos.
Individuos con esa limitada visión y versión del mundo conservan la misma actitud y conducta ante los diferentes aspectos de sus vidas, buscando en todas sus decisiones y acciones la utilidad, el interés o el beneficio propio. Pero sin darse cuenta que la vida se les diluye en una permanente búsqueda, llena de desencuentros, porque incluso en esa carrera se perdieron a sí mismos.
Muchas personas al final de sus vidas hacen un resumen y concluyen que llevaron una vida sin sazón, pero con seguridad no vieron todos los aliños o condimentos que la vida puso en su camino darle sabor a muchos momentos o como alguien dijo: “Vieron el hueco de la dona o donut, pero no vieron la dona”.
Aprendamos a disfrutar del bosque de la vida, no pasemos la vida dedicados a solo buscar leña.
Miguel A. Terán
Psicólogo, Coach, Orador y Escritor.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Muy cierto, Miguel. Me recuerda el desastre ecológico en el sur de Chile, donde bosques milenarios fueron arrasados en poco tiempo por capitales japoneses que sólo vieron madera, bussiness y rentabilidad, molían los árboles transformándolos en astillas absorbibles que eran aspiradas a los barcos factorías y llegan a destinos-clientes ya convertidos en muebles. Idem con las ballenas azules, vistas como carne y grasa para jabón....detrás, la voracidad del capital.
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ResponderEliminarHay quienes cruzan el bosque y lo encuentran lleno de sonidos, colores, luces, olores, mariposas, aves, arboles, flores, e infinitas experiencias para los sentidos y el espíritu; otros solo ven leña para el fuego.
ResponderEliminarEn el bosque:
ResponderEliminarEl leñador, ve solo. leña
El industrial, ve solo vida.
El sabio, ve solo vida.
Hugo Fredy Aros