Los procesos humanos y sociales, al igual que los
procesos biológicos en el mundo animal y vegetal, ratifican la
obsolescencia de la teoría de la generación espontánea. Considerar que algo
ocurrió o surgió de la nada, sin causa ni razón previa, no ayudará a comprender
lo que debemos hacer a futuro para repetir la causa, si el efecto fue bueno o
para evitarla, si esté fue malo.
La generación espontánea es una antigua teoría
biológica que consideraba que ciertas formas de vida (animal y vegetal) surgen
de manera espontánea o de repente a partir de materia orgánica, inorgánica o de
una combinación de las mismas. El científico francés Louis Pasteur demostró, a
mediados del siglo XIX, que la teoría de la generación espontánea no era
cierta, postulando la ley de la biogénesis, que establece que todo ser vivo
proviene de otro ser vivo ya existente. (Referencias de Wikipedia).
Haciendo una analogía o relación de semejanza de
lo anterior con los procesos humanos y sociales, podemos afirmar de la misma
manera que “todo proceso humano o social proviene de otro proceso humano o
social previo o ya existente”. En otras palabras, ninguna condición, situación
o circunstancia personal, de pareja, familia, equipo, laboral, política,
financiera, económica o social aparece o surge de repente, sino que es
producto, resultado o consecuencia de otros procesos anteriores o previos, que
han venido ocurriendo en una serie encadenada o concatenada de hechos o causas;
generalmente, espaciados o separados en el tiempo, y que han conducido a la
situación o condición que podemos observar, vivir, disfrutar o sufrir en un
momento particular.
A pesar de que el tema luce complejo, trataremos
de discutirlo en lenguaje sencillo, refiriendo que “Toda causa tiene su efecto
y todo efecto tiene su causa”, tal cual lo expresa uno de los principios de la
metafísica. Sin embargo, como no siempre las causas y los efectos se dan en el
mismo lugar ni en el mismo momento, ese lapso en tiempo o esa separación
espacial o geográfica entre causa y efecto, permite que intervengan otras
variables que distorsionan, modifican o hacen que olvidemos una relación
perfecta o lineal entre una causa y un particular efecto, que muchas veces
impide comprender las razones por las cuales ocurre algo en un momento
o lugar determinado. “El grado sumo del saber es contemplar el por qué”,
afirmó el filósofo griego Sócrates.
Es común atribuir la causalidad a situaciones o
eventos cercanos en el tiempo, porque no es fácil asociar o recordar otros
eventos y procesos lejanos en el tiempo, que fueron la causa original. Así,
confundimos efectos posteriores o síntomas con causas. Muchos de estos síntomas
impactan de tal manera, que se configuran y convierten en causas de otros
efectos, y esta condición puede extenderse y multiplicarse en el tiempo.
Es un hecho que muchos de los efectos se dan en
procesos espaciados en el tiempo, la mayor parte de las veces imperceptibles en
sus primeras etapas, pueden ser inclusive en años o décadas. Los procesos
sociales –generalmente- son resultado de acumulativas causas y efectos, que
suceden por años, hasta que finalmente desembocan en crisis sociales importantes.
En el plano personal también puede transcurrir mucho tiempo en ciclos de causas
y efectos, durante los cuales paulatina o lentamente se deterioran amistades y
relaciones, que finalmente acabarán con parejas, amistades, negocios, trabajos
y más.
Al considerar y reconocer que son una serie de
causas o hechos, espaciados en el tiempo, quienes originan los procesos
de cambio o transformación individuales o sociales, estaremos comprendiendo que
son procesos evolutivos; desgraciadamente, algunas veces involutivos porque
detienen o retroceden lo que –en algún momento- había “evolucionado”.
Debemos tener presente que los procesos
individuales y los procesos sociales no son independientes, están
interrelacionados. De manera tal, que lo social afecta lo individual y
viceversa, porque son parte de un mismo todo.
En un caso de la vida personal, para ejemplificar
lo antes expresado, no haría sentido lógico –tal vez solo sentido emocional-
considerar que una relación de pareja se pierde de la noche a la mañana, porque
definitivamente la ruptura de la relación es consecuencia y resultado de un
proceso acumulativo de deterioro en el tiempo, aunque en su etapa final se haga
realidad de manera –aparentemente- súbita o violenta. En otras palabras, no
podemos considerar que ha sido una gota la culpable de derramar el vaso, por
más grande que parezca la gota es necesario reconocer que ya se había llenado
con otras gotas.
En resumidas palabras, para explicarnos lo
que ocurre hoy día en cualquier aspecto humano o social debemos comprender los
procesos y su evolución, pero sobre todo comprender las raíces y causas que los
originaron y reforzaron en el tiempo, evitando confundir síntomas con causas y
considerar –erróneamente- que al atacar y resolver los síntomas, los problemas
de hoy quedaran solucionados de manera permanente y definitiva.
La reversión de los procesos es factible o
posible, pero esta solo ocurre a través de nuevos procesos que requieren tiempo
y evolución. Para resolver el deterioro ocurrido en cualquier proceso humano o social requerimos nuevos procesos que lo reversen, porque no hay recetas de
microondas ni soluciones «overnight» o de la noche a la mañana para resolverlo
y retornarlo a su estado original. Entendiendo, que realmente nunca volverá a
su estado original, porque los procesos producen cambios y -sobre todo-
transformaciones que no son reversibles en algunos o en muchos aspectos.
Julio 27, 2016.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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