martes, 28 de junio de 2016

“Cuando el éxito se ha convertido en nuestro permanente compañero de viaje, volver a probar el amargo sabor de la derrota no debe ser considerado un fracaso, sino un gran mensaje de vida que nos permitirá recordar que somos humanos e imperfectos”. Miguel A. Terán

“Cuando el éxito se ha convertido en nuestro permanente compañero de viaje, volver a probar el amargo sabor de la derrota no debe ser considerado un fracaso, sino  un gran mensaje de vida que nos permitirá recordar que somos humanos e imperfectos”. 
Miguel A. Terán

En una sociedad donde no hay espacio para la derrota, donde pretendemos que el éxito nos acompañe en todo momento y en todos los lugares, fallar parece un pecado capital, mortal e irreversible. Sin embargo, un milenario proverbio chino nos recuerda que “Aprendemos poco de la victoria pero mucho de la derrota”. 
En realidad la derrota es más cotidiana, por tanto más efímera o volátil. El fracaso es más peligroso como concepto, ya que su impacto parece más profundo y permanente. Es por ello, que debemos evitar que las derrotas se conviertan en fracasos. Por lo contrario, las derrotas deben ser parte del camino de aprendizaje en la ruta del desarrollo y crecimiento personal.  “La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva” expresó el escritor y premio Nobel portugués José Saramago. 
Cada derrota debe llevarnos a una reflexión, un aprendizaje y dejar una lección, que nos permita corregir y hacerlo mejor en una nueva oportunidad, evitando que al transitar por un camino de derrotas terminémonos  convenciéndonos que nuestro destino es el fracaso. En otras palabras, cada derrota debe enseñarnos algo que requerimos aprender. Tengamos presente que fracasamos cuando no aprendemos las lecciones de las derrotas. 
Tomar el tiempo requerido para reflexionar sobre la derrota y sus causas, tanto las causas superficiales como las profundas, buscando no solo en el momento presente, sino también su evolución y raíces en el tiempo, evitará que nos llenemos solo de quejas y críticas que no aportan nada, menos aun cuando atribuimos las causas a la suerte o al destino.   
En todo caso, vale referir que grandes pensadores a través de la historia han concluido que el camino al éxito está plagado de derrotas y fracasos. Y cuando –finalmente- ya tomamos el camino del éxito, cuando los logros se hacen algo continúo, regular y permanente, siempre es sano tropezar con la derrota, para despertar y evitar que desviemos nuestra ruta hacia el fracaso. Algunas veces, podemos ganar muchas batallas en la vida, pero al engolosinarnos con el éxito nos arriesgamos a perder la guerra. 
“El fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito”, dijo Henry Ford, el famoso Industrial estadounidense. Mientras un autor anónimo nos recuerda “No permitas que una conquista te conquiste, ni una derrota te derrote, porque no todo lo ganado es una victoria, y no todo lo perdido es derrota”. Lo que sí es realidad, tal cual lo afirmó el político y ex presidente estadounidense John F. Kennedy, es que “La victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana”. 
Para concluir esta reflexión, parece válida la frase antropólogo británico-estadounidense Ashley Montagu “La derrota personal más profunda que pueden sufrir los seres humanos está representada por la diferencia entre lo que uno es capaz de llegar a ser y lo que uno es”.

Junio 28, 2016.

Miguel A. Terán
Psicólogo y Coach.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web

Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española). 

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