Definitivamente, el mayor reto es conocernos a
nosotros mismos para poder cambiar y transformarnos en alguien mejor.
Miguel A. Terán
El aforismo “Conócete a ti mismo”, atribuido a
varios sabios griegos, estaba inscrito en la parte delantera del Templo de
Apolo en el sitio arqueológico de Delfos en Grecia. Era casi una recomendación
de los dioses, que -aún siglos después- nos invita a conocernos a nosotros
mismos, a descubrir todo lo que somos y comprender nuestras raíces, para saber
de dónde venimos y hacia dónde vamos.
En similar orden de ideas, pero comprendiendo la complejidad del proceso de auto-conocimiento, el filósofo, matemático y legislador griego, Tales de Mileto expresó: “La cosa más difícil del mundo es conocerse a uno mismo”.
A veces nos sorprendemos al observar que alguna
persona expresa, refiere o comparte en conversaciones o en las redes sociales
algo, que para quienes le conocen, es todo lo contrario a lo que la persona es
o hace en su diario vivir. Podríamos pensar que trata de mentir, habrá algunos
casos, pero quizá está convencida de ser o hacer algo diferente a lo que
realmente es o hace. En otras palabras y retomando a Tales de Mileto, no es
fácil conocernos a nosotros mismo.
Los filósofos de aquellos lejanos tiempos tenían
conciencia de la necesidad de trabajar en nosotros mismos, desarrollarnos y
crecer como seres humanos y sociales, para lo cual es indispensable conocernos.
Nuestra propia imagen mantiene una constante lucha, en muchos casos
inconsciente, para poder definirnos. Esa lucha se sucede entre lo que somos y
lo que creemos ser. La brecha o distancia entre estas dos percepciones –lo que
somos y lo que creemos ser- puede llenarnos de contradicciones y
sufrimiento.
Algunas veces, al trabajar en nuestro yo real para
acercarlo a nuestro yo deseado, logramos disminuir el tamaño de la brecha,
haciéndola menos estresante y menos frustrante. Ello no significa apagarnos,
sino de alguna manera poner a un lado el antifaz y ser nosotros mismos. Es
importante llenarnos de “quiero´s”, no solo de “tengo´s y debo´s”.
La relación entre nuestras conductas y nuestros
valores es otro aspecto que crea malestar, cuando pretendemos ajustar nuestros
valores a la situación. Ese común ejemplo, de la mal llamada “Ética
Situacional”, que patológicamente permitiría ajustar nuestra ética a la
situación; en otras palabras, pasaríamos a tener una escala de ética que podría
ir desde los extremos de “Totalmente ético” hasta “Nada ético”, con
valores intermedios, gran mentira y peor tragedia.
En la medida en que nos conozcamos y aceptemos a
nosotros mismos, podemos ser más auténticos, dejando a un lado las pesadas
cargas de antifaces al reconocer que no estamos en esta vida para actuar, sino
para vivir en paz, compartir y ser felices.
14 de Marzo de 2016.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y
coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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