“El verdadero amor quiere el bien del amado.”
Umberto Eco, escritor y filósofo italiano
(1932-2016)
(En memoria de Umberto Eco)
Cuando única o principalmente nuestro propio bien
o interés es lo que guía u orienta nuestra relación ante un “ser amado”, no
debemos engañarnos, no amamos a ese supuesto amado. Al verdaderamente
amar nos desprendemos del yo para convertirnos en nosotros. No es sufrir por el
otro o eso otro, es buscar lo mejor para ambos, aunque ello implique
sacrificios. “Yo amo, tú amas, el ama,
nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino
realidad”, decía el escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti.
Podemos amar no solo a otra persona, podemos
también amar nuestra profesión o trabajo o amar a nuestro país; pero
cuando amamos de verdad, queremos lo mejor para ese otro amado. Esa
entrega de lo mejor al otro es lo que define la realidad y autenticidad o
la fisión y falsedad de nuestro amor. “La señal de que no amamos a alguien es que no le
damos todo lo mejor que hay en nosotros”, expresaba el escritor y diplomático
francés Paul Claudel.
Algunas veces nos convencemos de amar a alguien o
algo y llenamos nuestras palabras de elogio para ese o eso que amamos, pero más
allá de las palabras no hay nada. “Amar no es mirarse el uno al
otro; es mirar juntos en la misma dirección”, expresaba el escritor francés
Antoine de Saint-Exupéry, reconocido por su obra El Principito.
El interés individual nos aleja del verdadero
amor que tiene una referencia más allá del beneficio personal, porque el amor
está más cerca del interés colectivo y el altruismo, porque éste procura el
bien ajeno aún a costa del bien o comodidad propia. El Papa Juan Pablo II reconocía que “Amar es
lo contrario de utilizar”.
El respeto y la valoración son indispensables para
poder comprometerse en una auténtica relación de amor. Cuando pensamos en ese otro, sea alguien o algo, respetándolo y
preocupándonos por ellos, reconocemos que la mejor manera de ser felices es
cuando todos lo somos.
Confundimos el amor y algunas veces amamos lo
que no se puede ni debe amarse, porque al prodigar a amor a lo material,
al dinero, al poder o a la fama permitimos destruir nuestra naturaleza
humana, llenándonos de apegos que –más temprano que tarde- al caer en la trampa
de lo insaciable, nos harán perder la paz al llevarnos a transitar por caminos
de infelicidad. Alguien acertadamente escribió: “Los objetos fueron hechos para
ser usados y las personas para ser amadas. Tristemente, observamos que el mundo
va por mal camino, porque amamos las cosas y usamos las personas”.
Para concluir las palabras del escritor
francés y Premio Nobel de Literatura Albert Camus, nos dejan una válida
reflexión: “No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no
saber amar”.
22 de Febrero de 2016.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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