Se requiere apoyo y compañía para alcanzar el
éxito.
Miguel A. Terán
Para no filosofar mucho con respecto a qué es o
qué no es éxito, porque allí trancaríamos y desviaríamos la discusión,
consideremos para efecto de esta reflexión solo el éxito en lo material o
económico, el más fácil de medir, el más común y utilizado. Aunque vale la pena
recordar y nunca olvidar que el verdadero éxito es integral, no parcial ni
temporal, por lo cual el éxito se valida solo con el paso del tiempo.
Solo como referencia, es válido tener presente que
podemos hablar de logros profesionales o económicos, pero no de éxito,
cuando para alcanzar esos logros hemos pagado como precio la perdida de
nuestra familia, la salud, la libertad o la paz interior.
Quien logra el éxito en términos materiales o
económicos, inició el trayecto en su búsqueda sin tenerlo en sus manos, solo
contaba con un sueño, el compromiso, la convicción y el deseo de superarse y
lograr algo, que quizá no estaba adecuadamente definido en ese momento. Esta
última característica, es una de las mayores debilidades del éxito, la falta de
precisión inicial acerca de lo que queremos lograr; por ello, corremos el
riesgo de nunca saber cuándo lo hemos alcanzado, de manera tal que podemos
dedicarnos a buscarlo sin que jamás terminemos esa búsqueda.
Pero es una realidad que durante nuestro transitar
por la vida vamos encontrando personas que nos impulsan y apoyan en nuestros
pasos, así como otras que producen el efecto contrario. Algunas al acompañarnos
juegan un rol importante en nuestros logros y éxitos, motivándonos, trabajando
a nuestro lado o simplemente contribuyendo a que no nos sintamos solos en la
lucha y en el trayecto.
Sin embargo, por el camino vamos perdiendo algunos
aliados, por diversas razones, pero buena parte de las veces debemos reconocer
que fue por nuestra propia culpa. Ahora, luego de haber alcanzado algo de
“éxito”, es válido considerar sí estamos dispuestos a reconocer y compartir
nuestros logros con esas personas.
Debemos tener presente, que una palabras de
estímulo, la compañía en un momento difícil, la solidaridad y otras muestras de
compromiso de algún compañero de trayecto, fueron energía vital, en ciertos
momentos, para que hasta los grandes creadores de sueños y empresas tuvieran el
necesario ánimo y empuje para resistir. Sería difícil predecir lo que hubiera
ocurrido, sin ese valioso apoyo y solidaridad, en ese preciso momento.
Una vez pasada la crisis, el reto es tener la
capacidad de recordar esos apoyos, compromisos y gestos de solidaridad, para
retribuirlos razonable y justamente. A esos individuos que fueron parte de
nuestro equipo en la búsqueda del éxito, es justo compartir con ellos los
beneficios de ese éxito.
Recordando que “Cuando damos solo de lo que nos
sobra, no estamos compartiendo, estamos dando limosna”, según refirió un autor anónimo.
Nuestro éxito será completo y permanente en el tiempo cuando lo compartimos.
No obstante, en innumerables oportunidades, el
éxito engolosina –de tal manera- que al alcanzarlo terminamos adueñándonos de
todo el éxito, reconociendo solo nuestros esfuerzos y despreciando o dando
escaso valor al aporte y apoyo de los demás. Sin reconocer ni entender que el
éxito compartido es el verdadero y genuino éxito, porque sus bendiciones se
esparcen contribuyendo a que seamos exitosos en todos los aspectos de nuestra
vida, logrando la prosperidad, la paz y la felicidad que merecemos.
07 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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